La culpa es de usted

No se queje si elige mal en las elecciones cuando tuvo tiempo para leer las propuestas de los candidatos, aunque hayan sido descabelladas, fantasiosas y demagógicas. Quizás, algunas estuvieron bien fundamentadas, merecieron más atención y sobre todo su voto.

Tampoco se queje de que los memes generaron más atención que los debates (que nunca hubo). Peor aún, que le llenaron la cabeza con miles de mentiras por campaña sucia. “La culpa no es de la vaca”, sino de cada uno. Mucho menos, se justifique al decir que no le interesa la política, porque está abriendo la puerta a delincuentes, advenedizos e improvisados al servicio público. Nadie le garantiza cómo va a gobernar un candidato, pero usted sí puede escoger alguno que demuestre rasgos democráticos, ética y trayectoria.

La culpa de todas las desgracias no es, únicamente, de los políticos. Es, primero, de quienes los eligen y, en ocasiones, varias veces. Entonces, las elecciones no podrían ser un acto en el que nos lavemos las manos y busquemos culpables hacia delante. Si algo tiene como atributo la democracia es que elegimos, que nos pueden elegir, que podemos premiar a los mejores con nuestro voto y hacer lo contrario con quienes no lo merecen. Investigar a quiénes tercian en las elecciones es fundamental: consultar su trayectoria, experticia y transparencia. En la sociedad de la información es fácil saber quién es quién.

El acierto será suyo si rinde tributo a la democracia, eligiendo a demócratas. Es decir, a quienes respetan las libertades, viven en la diversidad, no se imponen a la fuerza, se distancian del autoritarismo, renuncian al populismo y a la demagogia barata. La decisión no es sencilla, pero la democracia nos ofrece pistas, es una luz en medio de la turbulencia. Lo contrario es caer en los mismos vicios de nuestra historia y en la que han vivido varios países de los que usted sabe y conoce de sobra.