Educación: Voto decisivo

El futuro no se recupera porque aún no llega, se rescata el pasado para ratificar buenas experiencias y desechar las malas. Pronto a definir nuevos gobernantes, es oportuno recordar el mal que se hizo a la educación.

En el período del correísmo, ocurrieron nefastos hechos: protestas, escándalos y un enfrentamiento a la esquizofrenia del ‘monólogo o mausoleo’. Una represión irracional material y psicológica, donde los estudiantes no tuvieron formas de expresar sus ideas, por efecto de supuestos logros y porque el miedo los arrinconó.

En 2013, un grupo de estudiantes reclamaron, fueron acusados de delitos de rebelión contra el Estado y tratados como delincuentes; esto, por evitar que cambiaran de nombre a su colegio, borrando identidad de más de 100 años; cambiaran su título, cerrando la posibilidad de trabajo inmediato; y restaran tiempos de práctica, mermando su preparación.

La rebeldía adolescente fue acallada, a nadie importó los cambios biológicos, hormonales propios de los jóvenes y peor, a casi nadie, las espantosas escenas de agresiones con 35 días de cárcel. Fue un tiempo de súplicas y dolor de padres pidiendo sensibilidad, ya no temían una pérdida de año sino que “recuperen la libertad”, humillados pedían benevolencia, porque  “toda mi familia votó por usted”.

 Una época del vanidoso y soberbio Rafael Correa que gritaba: “serán enjuiciados”, “deberán enfrentar las consecuencias”, “críen bien a sus hijos”.

Si el objetivo era crear miedo, lo consiguieron, cuando los llamaban a audiencias, las pesadillas acudían con crueldad, alguien lo calificó como “de vuelta al infierno”, porque además, con una justicia intervenida, una sola llamada telefónica silenciaba o cambiaba dictámenes.

Un mensaje a los jóvenes: ¿quieren volver a la pesadilla?, ¿hay que humillarse para sobrevivir?, ¿son mejores las celdas a las aulas?

Ustedes, todos tenemos la palabra. Nuestro voto es decisivo.

 Fabián Cueva Jiménez