Narco violencia en México

Uno de los principales problemas como sociedad es el alto índice de violencia que se vienen dando desde hace mucho tiempo. La delincuencia en nuestro país persiste como células criminales organizadas que en su mayoría tratan de simular o ser símiles a las narcos-delincuencias mexicanas. Pero según el índice de brutalidad, letalidad y coerción a todo un Estado organizado, las mexicanas les llevan una distancia enorme a las nuestras. En primer lugar los cárteles tienen sembrado la coima y la compra de conciencias con millones de dólares a personal tanto estatal y sobre todo de la justicia y las fuerzas del orden estos son militares y policías. Protección e impunidad para hacer sus cosas y así permanecer intocables.

La complejidad de la situación es enorme y angustiante. La sociedad civil y ajena al conflicto narco-armado ve con asombro e impotencia como todas las estrategias gubernamentales han resultado ineficaces e insuficientes para reducir siquiera las muertes violentas relacionadas al narcotráfico y peor aún a bajar las altas cantidades de drogas producidas en territorio mexicano. La situación es más apremiante ya que el vecino país norteño, los Estados Unidos, es el principal demandante de sustancias estupefacientes, es decir si hay alta demanda la oferta se mantiene con dinero cuantificado en cifras estratosféricas que son la miel para aquellos que nunca lo han tenido. Dinero utilizado para el chantaje, soborno para perpetuar el “negocio”. Muchos de los principales jefes de estas narco organizaciones han sido apresados tal es el caso de Joaquín Guzmán “El Chapo”, otros muertos como Marcos Arturo Beltrán-Leyva o Amado Carrillo alias “El Señor de los cielos”. Sin embargo, los cárteles en vez de verse mermados han resurgido con mayor violencia e incluso han surgido nuevas organizaciones que compiten por los territorios y países a los cuales exportan droga. ¡Parecen Hidras! La captura en Ovidio Guzmán, hijo del Chapo en octubre de 2019 demostró lo altamente organizadas, sofisticadas, armadas estas narco organizaciones. Afloró su letalidad e impiedad en querer probar su hegemonía y que la ley es la que ellos imponen; “la fuerza”. El presidente, López Obrador tuvo que recular y permitir la liberación de Ovidio para evitar lo que hubiese sido un lamentable derramamiento de sangre de militares y policías, de narcotraficantes y sobre todo civiles inocentes. La decisión acertada o no, nos demuestra una cruda realidad, que el Gobierno es débil ante estos cárteles fuertemente armados. ¿El nuevo Gobierno tiene algún plan anti-narco?

Luis Coello

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