La imaginación destructiva

La memoria nos hace recordar lo vivido; la imaginación crea escenarios de alegría o tristeza, de lo que deseamos, con tal nitidez, que se puede ver, oír y sentir como si fuese real y verdadero. La imaginación debe ser siempre positiva, para que lo mejor que llega a nuestra vida sea como si en realidad estuviese sucediendo; es terrible utilizarla en contra de nosotros mismos o de otros.

El diálogo interno es la mejor herramienta para programar la mente. Eso que nos decimos en silencio atrae hacia nosotros lo que pensamos. Al decir “no puedo, imposible, inalcanzable”, el sistema reticular activo del ser humano lo convencerá que efectivamente no podrá alcanzar lo que desea. Una mentira repetida cien veces se percibirá como verdadera, una obsesión puede convertirse en realidad y dañar nuestra imagen, nuestra vida o la de muchos. Hay que utilizar la sensatez y la razón, ya que el mundo no gira alrededor nuestro, ni todos están pendientes de nuestra opinión.

Ultrajar, repetir mentiras dichas por otros para destruir a una persona honesta y responsable, caer en el juego de la sinrazón de quienes tienen cuentas pendientes con la justicia, terminará por arrastrar al precipicio a quien las repite. La falta de memoria o imaginación les hace pensar que, en algún momento, se les dará la razón o serán más populares. Es un tremendo error y un pésimo asesoramiento. La imaginación solo crea escenas fabulosas o cuentos fantásticos; pero si, descubierta la verdad, la realidad es otra, el rechazo social será inmediato.

Es hora de poner un freno a la imaginación desmedida. Es mucho el daño que se crean a sí mismos por pensamientos infundados y por falsear la verdad. No se crean psíquicos que adivinan el presente y el futuro con exactitud. Las gestas se producen de manera natural cuando ha existido esfuerzo, no se pueden torcer los hechos para crear profecías o decir mentiras que favorecen a sus propios enemigos.