La desigualdad se mira con un problema no solo de ingresos y se convierte en un tema central de la discusión pública en Ecuador

REALIDAD. El sistema de salud ha mostrado todas sus falencias durante la pandemia.

A partir de la pandemia, las conversaciones en redes y otros espacios se han multiplicado por diez. Las dos principales preocupaciones son el acceso a la salud y el empleo.

Con la llegada de la pandemia de la Covid- 19 y sus consecuencias nefastas en lo social, económico y sanitario, la sociedad ecuatoriana tiene una creciente y más amplia preocupación sobre la desigualdad.

Según un estudio de Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Citibeats, las conversaciones en el país sobre ese tema se han multiplicado por 10, tanto en las redes sociales como en otros espacios públicos.

Uno de los primeros hallazgos es que, antes de marzo de 2020, la desigualdad se solía expresar como “culpa de los políticos” y de “los poderosos”. Sin embargo, ahora se manifiesta un rechazo más estructural, el cual no solo tiene que ver con quien recibe más o menos del dinero que genera la economía, sino también con el acceso y las oportunidades.

En detalle

En el primer lugar de la mesa de discusión, sobre todo para los jóvenes, están las grandes diferencias en el acceso a la atención de salud y a una nutrición adecuada.

En segundo lugar, los ecuatorianos resienten a las pocas o nulas oportunidades en el mercado laboral, donde más de 5 millones de personas están entre la informalidad y el desempleo.

Los otros tres temas son: deficiente educación y el acceso a la tecnología, las falencias en la cobertura de necesidades básicas y las dificultades para tener una vivienda.

7 de 10 ecuatorianos ven al acceso a la salud como la prioridad número uno en temas de desigualdad. Según las mediciones, el 75% del debate reciente en Ecuador se ha enfocado con fuerza sobre las desigualdades sanitarias, el mal servicio y el poco acceso a las casas de salud: además, de la poca de suministros y vacunas para atender la emergencia sanitaria.

En este sentido, la política económica del próximo y los siguientes gobiernos debe tomar en cuenta esas crecientes preocupaciones y priorizar el gasto público en las áreas en donde se profundiza y se vuelve más visible la desigualdad.

Tres prioridades para la acción

Antes de la actual crisis sanitaria, Ecuador ya tenía profundos problemas de desigualdad de ingresos, que se podía visualizar en el hecho, por ejemplo, de que para una familia pobre le deba tomar 9 generaciones para llegar al ingreso medio.

Según Andrés Mideros, decano de la facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica, la pandemia profundizó los problemas y le pone más presión al nuevo gobierno para que priorice acciones en tres ámbitos:

  1. El acceso a la salud, pero sobre todo a las vacunas, es primordial en el contexto actual. Además, se debe cubrir aspectos muy descuidados como pruebas de diagnóstico y acceso a mecanismo bio seguros para el trabajo. “La única forma de tener una reactivación productiva es controlando el virus”, dijo.
  2. En segundo lugar, se tiene que invertir mejor en educación. Actualmente, el 70% de los niños en zonas rurales no tiene acceso a internet; y, los vacíos de conocimientos y oportunidades pueden provocar que, en pocos años, los años de escolaridad bajen sensiblemente en amplios sectores de la sociedad
  3. El tema del empleo es un problema ineludible y que profundiza las desigualdades. De acuerdo con Mideros, además de la informalidad y el desempleo, se debe poner el ojo en las 700.000 personas que salieron de la Población Económicamente Activa (PEA). (JS)

“Que sean inactivos no quiere decir que no estén haciendo nada, sino que están en actividades no remuneradas en los hogares. Las más afectadas son las mujeres, amplía las brechas de género en ingresos y aumenta la vulnerabilidad con relación a la violencia”. Andrés Mideros, decano de la facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica