Gobierno a la deriva

Son muchas las anécdotas de quienes han ejercido el poder y, al abandonarlo, la burocracia zalamera y servil los desconoce y luego los convierte en enemigos. Grupos de poder merodean para conseguir beneficios y prebendas, y siempre prometen lealtad y amistad eterna a los gobernantes de turno; cuando se acerca el fin, desaparecen.

No hay cronista ni opinólogo que se haya atrevido a señalar a los protagonistas, pero es allí en donde la personalidad y fortaleza para gobernar debe rebelarse para dar a un gobierno en sus esténtores, decencia y dignidad, y aceptar sin amarguras que quienes lo alabaron serán sus peores críticos.

Se acerca el momento de afrontar la verdadera soledad del poder.

Este gobierno, deslegitimado desde su inicio por un proceso electoral dudoso así como por ser ungido y seguidor de un pasado nefasto, en sus inicios dio pasos importantes para reinstalar libertades y apalear la estructura heredada. Al final, no pudo escapar de la corrupción que como línea de gobierno le impusieron desde el trono.

Hay aciertos, pero a la imparable corrupción se suma la mediocridad en la compra y manejo de vacunas, la falta de liderazgo para imponer controles sanitarios, la incapacidad de defender a sus colaboradores, la negligencia penitenciaria, la carencia total de políticas públicas.

Sus pocos aliados se han marchado, una porque tocó a los poderosos del saqueo a los fondos policiales y el otro, pese a ser grandilocuente, saltó del barco sin explicación.

Las debilidades deben ser superadas por la crisis, porque un gobierno a la deriva es muy peligroso.

Muchos fenómenos son de carácter nacional, pero nunca lo es también su vida económica.

Henry Ford (1983-1947) Industrial y magnate estadounidense.

Cuando empieza una dictadura no puede, por definición, abolirse a sí misma.

Jean-François Revel (1924-2006) Periodista francés, en Ni Marx ni Jesús.