Recuerdo de una futura crisis

A lo largo de la historia de la humanidad se han suscitado numerosas crisis económicas. La peor crisis económica registrada se denomina la Gran Depresión, generada por la caída de la bolsa de Wall Street en 1929. Esta crisis duró prácticamente una década, siendo la más larga del siglo XX. En EEUU los niveles de desempleo llegaron al 25 %. Se incrementaron los niveles de desigualdad social y se presentaron altas cifras de pobreza en el mundo.

La crisis actual, a diferencia de la Gran Depresión, tiene su origen en una pandemia, lo que obligó a adoptar medidas de confinamiento que repercutieron en la oferta y la demanda de la economía. En el año 2020 el FMI estima que el crecimiento de la economía mundial se ha contraído un -3,5%. Se han perdido gran cantidad de empleos, muchas empresas se han visto obligadas a cerrar, y entre 88 y 115 millones de personas caerán en pobreza extrema (personas que viven con menos de $1,90 al día), según previsiones del Banco Mundial.

Para salir de la Gran Depresión, al igual que de muchas otras crisis económicas en la historia, el estado jugó un rol preponderante. La solución que planteaba la ortodoxia económica de por aquel entonces, que consistía en la no intervención del estado para dejar que el mercado se regule solo, no había funcionado por tres años con el gobierno del presidente Hoover de EEUU. Fue con la llegada del presidente Roosevelt, y del Keynesianismo, el cual planteaba justamente lo contrario, que se logró reactivar la economía.

Los gobiernos en esta ocasión han actuado con rapidez: EEUU inyectando 2 billones de dólares, y el Banco Central Europeo con 750 mil millones de euros. Así, la fórmula está clara, no hay que inventar nada nuevo. Sin embargo, países con economía más débiles no pueden permitirse financiar este intervencionismo por parte del estado. En estas economías, lamentablemente, las consecuencias de esta crisis serán más graves; y el periodo de recuperación, mayor.

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