¿Qué buscan los electores?

Si consideramos el 32.7% logrado por Araúz, como la votación correista cautiva, y el 19.74%, como la de Lasso, queda en juego el 47.56 %, para definir el nuevo presidente de los ecuatorianos; sin embargo,  pensemos también que de esta cifra restante, el 19.38 % que alcanzó Yaku y, sobre todo, el 15.69% de Hervas, significan en alto grado un voto para evitar el retorno del correísmo, pero que demostró también la negativa a Lasso, talvez porque caló el discurso orquestado por sus opositores, utilizando los términos “banquero” y “feriado bancario” con total malicia y a discreción, como una especie de descalificación total, que camuflaba las fechorías del correísmo, gobierno del cual la mayor parte de su alta dirigencia está en la cárcel o prófuga, a la espera de que sus causas queden en la impunidad con el triunfo de Araúz.

Tampoco hay que olvidar la irresponsable oferta de “mil dólares a un millón de personas” y el ataque inmisericorde al gobierno de su ex binomio, Moreno, que siendo de malo para abajo y con sus propios y fatales errores, le han tratado de endosar las irresponsabilidades y delitos correístas, olvidando que quienes lo pusieron donde está fueron ellos mismos.

Los llamados Socialismos del siglo XXI, que con nombre propio han acaecido en varios países de Latinoamérica, son malévolas fantasías de socialismos pasados, que nunca han dado buenos resultados, pues si en los fundamentos del marxismo, por ejemplo, está la extirpación de la propiedad privada sobre los medios de producción, cómo van a ejecutar este principio si han llegado por la vía democrática? ¿tal vez por un decreto?  Francamente se cuelgan, como en Venezuela, de las milicias, porque ellos tienen la fuerza de las armas, generando la inicial diferencia: una casta llena de beneficios capaz de venderse por ellos y sostener al caudillo en su puesto.

Qué oferta seria puede hacer el candidato que se las da de neo socialista para ser coherente con sus principios ideológicos? Jamás apoyar la libre empresa y peor aún abrir las puertas a la inversión extranjera, ofertando seguridad jurídica para producir empleo, pero eso sí: algunos y variados bonos para lograr masas incondicionales a pesar de la pobreza o la estatización de empresas que no las pueden administrar.

Los tiempos del discurso marxista, maoísta, en fin, socialista, se deben quedar atrás, en la utopía, pues hoy más que nunca los pueblos buscan una existencia digna, en sociedades pacíficas y prósperas, donde haya trabajo y seguridad. “La patria grande”, “hasta la victoria siempre” y otras, son argucias del populismo…