Atacames celebra a Santa Rosa de Lima

Duración. Durante siete días se desarrollan los actos
Duración. Durante siete días se desarrollan los actos

Desde hace casi medio siglo, el pueblo de Atacames tiene como su Patrona a la Virgen Santa Rosa de Lima, sobre la cual depositan fervorosamente su fe, expresándola en una diversidad de actos que desarrollan cada año durante el mes de agosto, lo que se ha convertido en una tradición que ya es conocida en toda la Provincia.

Traída desde Perú por los padres combonianos en 1959, cuando Atacames era apenas un recinto con unas cuantas casitas, se fue convirtiendo en el motivo que congregaba a los habitantes para adorarla durante dos días seguidos.

Algunas personas cumplían ciertos actos de peregrinación en agradecimiento a los milagros o actividades que se habían cumplido favorablemente con la ayuda de la Santa.
Como en la época no había Iglesia los padres combonianos llegaban cada domingo llevando con ellos a la Virgen Santa Rosa de Lima, quien se había convertido en la primera Santa de Latinoamérica.

El pueblo la acogió

Sin embargo, según testimonios, por la década del 50 del siglo pasado, la familia de la gran matrona Lola Alomía de Aparicio, que emigró desde Lima, Perú, y era creyente de Santa Rosa de Lima, trajo una imagen de la Santa para la capilla que había en ese entonces.

El pueblo de Atacames acogió con agrado la presencia de la Santa y religiosamente cada 30 de agosto ha venido rindiéndole homenaje que con el transcurrir de los años se ha convertido en una verdadera fiesta.

Santa Rosa de Lima nació en Perú, hija de padres españoles, el 30 de abril de 1586, siendo bautizada con el nombre de Isabel, pero todos la llamaron Rosa, por su rostro que semejaba a una rosa. Desde pequeña dio muestras de una extraordinaria capacidad de oración.

A los 20 años vistió los hábitos de la tercera orden de Santo Domingo y se construyó una pequeña habitación en el jardín para vivir en soledad; dedicó gran tiempo de su vida a cuidar a los desvalidos y a visitar a enfermos y moribundos, a quienes les hablaba de la palabra de Dios.

Grave enfermedad

“¡Oh, Jesús mío! aumenta en mi los sufrimientos, pero aumenta también tu gracia a los pobres y enfermos, dadles consuelo, la gracia viene después de la tribulación y el camino hacia el cielo pasa por la cruz”, era su oración preferida.

A principios de agosto de 1617 sufrió una grave enfermedad y sus padecimientos se hicieron terribles; durante ese tiempo nunca perdió su sonrisa, sus últimas palabras fueron: “Jesús, Jesús, Jesús está conmigo” y murió a los 31 años.

Con el transcurrir del tiempo se construyó la primera iglesia, la cual recibió algunas modificaciones, la que aún permanece intacta sin haber sido remodelada, porque es una de las más antiguas de la provincia en ese tipo de construcción.