Ausencia de ética en América

Manuel Castro M.

Algo triste nos une
Al continente americano, norte, su y centro, nos une algo triste: la ausencia de ética. Su ausencia es utilizada por el populismo, totalitarismo, dictaduras disfrazadas de democracia y pseudo demócratas depredadores cuyo fin es el poder infinito y el uso de las arcas fiscales. Los nombres sobran: Maduro, Ortega, Díaz- Canel, Correa, Evo, AMLO y su sucesora, el peronismo opositor, Trump. Por hacer el bien común, esencia de la política, se cobra del diez por ciento en adelante, sea el país rico, mediano o pobre.

La ética, parte de la filosofía, consiste en los principios que nos guían para un impacto positivo a través de propias y ajenas decisiones,

La ética no solo juega un papel importante en la ciudadanía en general, sino en la política y en los negocios. Cabe reflexionar cuales son los principios y valores en que se sustenta la ética, su importancia y su obligatoriedad como seres humanos que vivimos en sociedad y dependemos de ella: Busca principios universales, basados en razonamientos filosóficos, tales como justicia, libertad, respeto, responsabilidad, integridad, lealtad, honorabilidad, equidad, entre otros.

Para los que hacen mofan de la moralidad, esquivando la ética

La moral, la que causa risa y denuestos, es parte de la ética, pero no siempre es el sustento. La moral  consiste en normas de comportamiento en una sociedad, y estas son variables, según la época y circunstancias, se apoya en las tradiciones y valores culturales, de ahí surgen prejuicios, infamias y hasta maldades, por ejemplo condenar el homosexualismo, alentar el racismo, un nacionalismo xenófobo que lleva a un conjunto de prejuicios y comportamientos que disponen  excluir a los extranjeros o grupos étnicos diferentes, o contra personas cuya fisionomía social y cultural

se desconoce, o que se tiene determinada religión o política como única (reyes, hasta de origen divino, o el marxismo, fascismo o mesianismo). Mientras la ética es la abstracción y teoría sobre el bien y el mal, como se dijo bajo los principios universales citados, cuyo cumplimiento, acatamiento y obligatoriedad son indispensables tanto en la conducta personal como en el arte de gobernar, que es dirigir, guiar a los pueblos o sociedades buscando exclusivamente el bien común, pero no como magos, ni mesías, sino por auténticos estadistas, que crean y practiquen la libertad, honestidad y responsabilidad.

Un millonario al poder
Estados Unidos de América, ejemplo de democracia hasta el momento, vive hoy la posibilidad de tener gobernantes sin ética, sin principios y valores. Un candidato a gobernante que ha sido condenado por 34 delitos, justa o injustamente, pero la ley es dura ley, debería apartarse por ética de participar en una contienda electoral que tiende a buscar el mejor líder, impecable, honesto, respetuoso de la Constitución y de las leyes penales y civiles.

Es antiético el sostener que tales juicios aumentan su número de electores, es como afirmar que se justifica la profesión de hetaira importante por los altos honorarios que recibe. Si a eso se suma el racismo (supremacía blanca), la xenofobia y el desprecio a la institucionalidad, no solo es ausencia de ética sino inmoralidad, pues está fomentando las bajas pasiones en sus partidarios, que parecía habían desaparecido.

Si comulga con la mitad del pueblo, está dividiendo a la nación, que es muy diferente a tener diferencias ideológicas, necesarias y respetables. Hoy en los Estados Unidos, como en Latinoamérica, hay división inaguantable entre trumpistas y antitrumpistas. La Unión que fomentaban los padres fundadores de esa gran nación, se está convirtiendo en un espejismo, por obra de la demagogia, prejuicios y dinero mal habido, valores antiéticos que conducen a la ruina o debilitamiento de países grandes y pequeños. Solo cabe recordar el fin del imperio romano y otros similares, como la Francia de los luises y de Napoleón, en un inicio un gran líder que terminó de emperador totalitario y con sucesores peores.

Totalitarios y populistas
Donde no hay libertades, partidos políticos únicos, elecciones amañadas, solo hay apariencias democráticas, con gobernantes irresponsables y deshonestos, en consecuencia no hay ética política, pues el principio universal no discutido es que el bien y mal, cuya esencias son indiscutibles, no es diferenciado, pues la verdad y la falsedad son bienes de unos pocos déspotas y de una ciudadanía general también poco ética y de instituciones que ignoran la misma: militares, jueces, organismos de control. El ejemplo vivo es Venezuela, que igual que Cuba, países donde se cultivan remedos de marxismo, con un populismo degradante. Maduro y los gobernantes de Cuba -los sucesores de los Castro-, son líderes que carecen de virtudes republicanas y muy lejos de ser estadistas, conducen a esos países a la ruina, y peor eterna, porque el mal siempre puede ser peor.

Ortega en Nicaragua, gobierna con su esposa, notable exguerrillera, aficionada a lo esotérico, santería (de origen africano), espiritismo, en medio del crimen, la represión y la pobreza, hasta contra la Iglesia -que cuando es perseguida surge imponente-, pues la masa de fieles en América y el mundo crece, pues Dios es la única posibilidad positiva que le queda, como dice Paúl Claudel, poeta católico: “Dios mío ¡ que nos hablas con las mismas palabras que te dirigimos,/No desprecies mi voz en este día como no despreciaste la de ninguna de tus hijos ni la de María, tu sierva”.

O como canta con simplicidad un “ocurrido” quiteño, ante tantas peticiones de los feligreses: Cómo no creer en Dios…(bajito)pero que demora, demora.

AMLO, que se va lentamente, dejando sucesora, que por ser mujer en sí ya es una esperanza de valor, ética y objetividad, no carente de pasión y honestidad. AMLO, a pesar de su popularidad -no se sabe bien el por qué, pero se narco sospecha- ha defraudado toda esperanza de un México serio, grande y justo. Su política interior ha sido un fracaso, la inseguridad y los narcos campean, su partido político al estilo del partido comunista es una abstracción no una filosofía -que es sabiduría. Su política internacional contradictoria, apegada a Maduro, Ortega, al peronismo, lejos está de lo que esperaban los grandes pensadores mexicanos: Paz, Rulfo, Fuentes. O el sueño y obra de Juárez: “Tus derechos terminan donde empiezan los derechos de los demás.”

Cuba es una ausencia total del principios y valores éticos: no tiene libertades ni económicas, ni sociales ni individuales, un solo partido político, no tiene respeto a las ideas contrarias a la casta gobernante; honestidad, equidad y lealtad, son solo para la “nomenclatura. El resto no es literatura sino propaganda.

Petro en Colombia subsiste porque hay una institucionalidad, que el exguerrillero en el fondo no respeta. Los principios que le guían no son éticos: mantener el poder a toda costa, conversar con los criminales y traficantes para obtener una paz en la que nunca ha creído. El irrespeto a la ley es su norma, hoy aspira a una Asamblea Constituyente, a la que seguramente apoyará el déspota de Maduro y en la que redactará la Nueva Carta Podemos de España, donde se suprimirá el Estado de Derecho a pretexto de derechos y justicia, pero para mangonearlas, tener reelecciones indefinidas, estado totalitario, jueces incondicionales, organismos electorales a disposición. Macondo revivido, como en la larga novela del Premio Nobel García Márquez, de la que decía Borges que le sobran cincuenta años.

Los perseguidos políticos
En el Ecuador casi sin excepción sus gobernantes con calidad de estadistas han sido personajes con altos valores éticos: Rocafuerte, García Moreno, Alfaro, Ayora, Velasco Ibarra, Camilo Ponce, Febres Cordero -hay que nombrarlo sin miedo y prejuicios- Hurtado y Borja, por lo pronto. Tales valores se perdieron cuando gobernó Correa, pues impuso una Constitución que no reconoce el Estado de Derecho, nominó indirectamente jueces y metió manos a la justicia, persiguió y reprimió a la prensa y algo grave y delictuoso: dilapidó los fondos públicos en beneficio de sus conmilitones, hoy enjuiciados, condenados o prófugos. La ética fue para bromas y sabatinas o para poner apodos ridículos a sus opositores, que son la base de la democracia. No se quedó en el poder porque no pudo, no porque creía en valores o principios democráticos y republicados.

Los enjuiciados, o ya condenados por la justicia penal o prófugos aducen que son “perseguidos políticos”. Una falacia, pues han sido encausados por fiscales severos, dentro de las leyes vigentes, y por lo jueces nombrados a dedo en su propia administración.

Quien les persigue es un fantasma, pues ni siquiera acusan al gobierno ni recelan de los jueces, tanto que quieren -con todos los artificios- que los mismos jueces revisen sus sentencias por otras causas, pues hacen caso omiso, nacional e internacionalmente, de las evidencias de robos, sobornos, peculados, crimen organizado  dentro de los respectivos procesos que han motivado sendas sentencias penales y que les han permitido a los acusados  presentar pruebas de descargo y toda clase de defensa judicial.

El mensaje sublime de Sócrates
Los tales “perseguidos políticos”, si tuvieran un ápice de ética, deberían meditar sobre un texto conocido el “Critón” de Platón: Sócrates ha sido condenado a muerte (injustamente, todos lo saben, lo sabía él) y está en la cárcel esperando el veneno (cicuta). Critón, su discípulo le dice que todo está preparado para su fuga, puesto que tiene todo el derecho y deber a sustraerse a una muerte injusta.

Sócrates se niega y aduce que sí osara a negarse a cumplir las leyes e impugnarlas solo contribuiría a deslegitimarlas y, en consecuencia, a destruirlas en Atenas, donde ha disfrutado de todos los derechos de un ciudadano.

Claro que también debería conocer tal texto el gobierno mexicano cuando concede asilo a un personaje condenado por delitos comunes por jueces competentes de otro país, aunque el personaje sea víctima de un error judicial -que en el caso no lo es- pues un Estado no puede pública y formalmente, tanto que la Convención de Viena lo prohíbe, en forma dictatorial pisotear las sentencias dictadas en otro país.

No hay ni principios ni acciones éticas cuando se interviene en la política electoral y en acciones judiciales ajenas violando los tratados internacionales. La reacción del Ecuador fue defender la dignidad de la magistratura, y todo ciudadano de un país democrático debería ser solidario en este caso con la acción del gobierno.

El mal ejemplo de falta de ética
Lo dio antes Hitler que organizó una guerra, que pactó con la Unión Soviética y luego la invadió, circunstancias que condujeron a la II Guerra Mundial (50 millones de muertos en la contienda, entre soldados y civiles).

Lo dio Mussolini creando un    Estado totalitario a su antojo, bajo la denominación de fascista. Lo dieron los japoneses por creerse un pueblo de honor e imbatible. Lo dieron Lenin y Stalin, marxistas, que quisieron crear su propia ética y que condujeron a purgas y exterminio de 20 millones de almas (así llamaban en la Rusia zarista a sus esclavos) que se opusieron a sus “nuevos zares”.

Hoy, Putin, hace una guerra de invasión a Ucrania, bajo el engaño de que es una simple operación militar, donde mueren miles de rusos y ucranianos.

Prueba que la soberbia imperial carece de ética, pues una guerra es lo más infame que ha asolado al mundo, donde al final sólo quedan perdedores. 

Dr. Manuel Castro
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