Cuenta regresiva para las elecciones presidenciales de 2025

Los ecuatorianos deberán escoger un nuevo presidente en 2025. API/Archivo

Aunque los comicios para elegir presidente parezcan lejanos, los candidatos deberán definirse ya muy pronto. Los ecuatorianos iremos a las urnas para elegir al nuevo Presidente y Vicepresidente.

En la práctica, faltan apenas once semanas para que los candidatos de las elecciones presidenciales de 2025 estén definidos. De acuerdo con el calendario electoral establecido por el Consejo Nacional Electoral, el 17 de agosto de este 2024 vence el plazo que tienen los movimientos y partidos para conducir sus procesos de democracia interna.

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Cualquier ecuatoriano que quiera postular a la Presidencia debe hacerlo a través de una de estas agrupaciones y ello solo es posible si es que ha sido debidamente elegido por medio de un proceso interno. Luego de ese 17 de agosto, ya nadie podrá sumarse a la contienda, por más que la inscripción de candidaturas concluya apenas el 2 de octubre de este año y que los comicios se den apenas el 9 de febrero del próximo año. Esta circunstancia abre una serie de oportunas interrogantes sobre quiénes, y en qué condiciones, podrán tomar parte en las elecciones.

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Esta realidad implica, necesariamente, que los partidos y movimientos estén debidamente registrados y legalizados. La carrera contrarreloj ha suscitado, justamente, polémicas de último minuto, como la eliminación de Construye —aún bajo apelación— o el súbito registro de ADN, ahora Lista 7, como partido. Cabe esperar, igualmente, desde ahora hasta el 3 de agosto —cuando deben arrancar los procesos de democracia interna— que varios candidatos interesados sin partido fijo,  busquen una tienda por la cual candidatizarse. Tras los cambios recientes, sumada la suspensión del Partido Sociedad Patriótica, hay 15 partidos y movimientos en condiciones de postular un candidato presidencial.   

El Código de la Democracia establece en el artículo 344 la obligatoriedad de los procesos de democracia interna, pero al mismo tiempo es sumamente permisivo con la manera como estos pueden llevarse a cabo. En el artículo 388 establece, como posibilidades, la conducción de elecciones primarias abiertas —todo ciudadano puede tomar parte, una receta inusual a la que solo Alianza PAIS apeló para las elecciones seccionales de 2009—, de elecciones primarias entre afiliados —algo igualmente extraño en los partidos y movimientos nacionales, en los cuales el propio registro de afiliados suele ser poco fiable— y  las elecciones representativas a través de organismos internos. Esta última categoría, deliberadamente laxa, es aquella a la que por lo general apelan los partidos, y, en la práctica, permiten designaciones mucho más centralizadas, decididas por las cúpulas. Adicionalmente, para cuando arranquen los procesos de democracia interna ya deben estar definidas las posibles alianzas

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Así, las circunstancias actuales limitan seriamente la posibilidad de nuevos actores o propuestas. Al menos para estas elecciones, no surgirán ya nuevos partidos o nuevos proyectos ideológicos. Lo más probable es que, con tan poco tiempo por delante, el electorado tenga que resignarse a elegir entre figuras ya conocidas, bajo las banderas usuales. Hay tres elementos en especial que es necesario tener presente. 

Primeramente, el presidente Daniel Noboa se perfila, desde ya, como un candidato solitario. De forma deliberada, ha buscado erigirse como la única y principal alternativa al correísmo. Sistemáticamente, ha torpedeado la posibilidad de cualquier alianza con las tiendas asociadas a la derecha —ataques a María Paula Romo y Guillermo Lasso— y busca ofrecer una posición ideológica más moderada. La salida de Jan Topic de la contienda —otra figura joven que podía restarle votos— fortalece su posición, así como la virtual ausencia de Otto Sonnenholzner. La posibilidad de que se postulen otros candidatos más propios de la política tradicional, como Henry Cucalón o Henry Kronfle, tampoco parece representarle una amenaza. De ese lado del abanico político, no resulta razonable esperar alianzas o entendimientos, especialmente ahora que, a diferencia de lo que sucedía a inicios de su mandato, Noboa parece mostrarse mucho más fuerte que el PSC.  

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En segundo lugar, esta elección marca el regreso a la contienda electoral de Pachakutik, ahora bajo una tendencia mucho más radical auspiciada por Leonidas Iza. Tras el elevado porcentaje obtenido por Yaku Pérez en 2021, el protagonismo político del movimiento en las movilizaciones de junio de 2002 y su ausencia de los comicios en 2023, la verdadera fuerza electoral de PK constituye una gran interrogante. Aunque en meses previos existieron menciones, de lado y lado, de la posibilidad de una unión entre PK y el correísmo, este escenario ya luce improbable. Iza exhibe una posición intransigente con respecto a su negativa al “extractivismo” —un puntal del modelo del correísmo— y, por su lado, la Revolución Ciudadana luce reacia a sacrificar su protagonismo y compartir espacios de poder. Al final de cuentas, los resultados que obtenga Iza, el más probable candidato, tendrán la última palabra. 

En tercer lugar, ante el ajustado calendario, los interrogantes sobre la salud y fuerza electoral de la Revolución Ciudadana cobran más fuerza que nunca. Pese al trabajo permanente de vocería que Luisa González ha llevado a cabo durante los últimos meses, dista mucho aún de ser uno de los cuadros fuertes a los que está acostumbrado el correísmo. La bancada legislativa de la RC, a su vez, ha sido muy poco protagónica en este último periodo y las deserciones en sus filas hicieron sonar las alarmas. Los cuadros fuertes a cargo de las dos principales alcaldías del país han anunciado, a su vez, que no tomarán parte en los comicios presidenciales por esta vez. Por último, encarcelado, Jorge Glas no podrá tener el mismo protagónico rol a cargo de la campaña que tuvo en las elecciones de 2023. Habrá que ver cómo, debilitado, el correísmo se bate en unas elecciones en las que, por primera vez desde 2006, no llega como favorito para ganar la primera vuelta. 

Así, con el calendario electoral en marcha, vale la pena también recordar que todos los cambios planteados en su momento para el Código de la Democracia quedan inexorablemente postergado hasta, al menos, luego de las elecciones, y las autoridades del CNE debidamente blindadas. Sea quien sea que se beneficie, las reglas ya están dadas. (DM)

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