Mario Zhiminaicela triunfa en 105 km al estilo Tarahumara

Meta. El arribo victorioso del atleta que sin ser favorito provocó más de una sorpresa. (Foto: Yogui Rivera Castro)
Meta. El arribo victorioso del atleta que sin ser favorito provocó más de una sorpresa. (Foto: Yogui Rivera Castro)

El atleta cuencano Mario Enrique Zhiminaicela corre en sandalias. Busca apoyo para representar al país en alguna prueba internacional.

Por Segundo Espinoza
Eran las 15:15 del sábado siete. Los rostros de decenas de civiles y militares se llenaron de asombro, como si escucharan un estruendo de cañón dentro del Grupo de Fuerzas Especiales 26 Cenepa.

No tanto porque miraban llegar a la meta al ganador de la carrera Quevedo Ultra Trail -después de correr los descomunales 105 kilómetros, en 9 horas y 9 minutos-, sino por el calzado que llevaba en sus pies.

No eran los típicos zapatos de marca que sobrepasan los 150 dólares ni menos aún que sirvan para correr en montaña o terreno pedregoso. Eran sandalias de caucho, que en el mercado se consiguen en 4 dólares.

Mario Enrique Zhiminaicela Palas (24 años) llegó al cuartel, agotado y mojado de sudor, y agua. Su piel estaba ‘tostada’ por la extensa jornada de competencia, que empezó sobre las 06:00 en las lomas de Apagua (Pujilí, Cotopaxi).

Este atleta cuencano se mostró desde un principio como un corredor diferente. En la víspera escribió en su muro de Facebok: «Mi mayor reto será superarme y saber que logré cosas que ni yo mismo creí alcanzar, esa será mi mayor hazaña». Y, claro, lo logró.

Recuerdo. El calzado del campeón que busca un espacio en un museo. (Foto: Yogui Rivera Castro)
Recuerdo. El calzado del campeón que busca un espacio en un museo. (Foto: Yogui Rivera Castro)

Imitación y economía
En algún momento leyó en Internet cómo corren los indígenas del pueblo tarahumara o de los ‘rarámuri’ (que significa pies ligeros), originario de la Sierra Tarahumara (suroeste del estado de Chihuahua, México). Desde niños son capaces de correr cientos de kilómetros diariamente en sandalias. Esto es parte de su cultura ancestral y Mario los imitó en Ecuador.

Después de su arribo, con honores militares a cargo de una banda del Ejército, el campeón se recostó lentamente en un patio de cemento. «Me duele todo el cuerpo. Mis pies están bien, las chanclas rindieron mejor que las zapatillas», exclamó con una voz apagada y algo de picardía. Su objetivo fue experimentar con este calzado los fuertes 105 km.

De inmediato tomó sus sandalias plomas y se las entregó al sargento del ejército Yogui Rivera, uno de los organizadores del evento. «Se las regalo de recuerdo…». Rivera tomó en sus manos con mucho respeto como si fuera una boina roja y tras agradecerle por el gesto las empaquetó.

«Estoy hablando con mis superiores para ver si junto al museo militar del Grupo de Fuerzas Especiales 26 Cenepa ubicamos un museo deportivo, donde se pueda resaltar la gesta de este chico humilde», comentó Rivera.

Esfuerzo. Mario Zhiminaicela desciende del páramo de Cotopaxi para ingresar a Los Ríos. (Foto: Yogui Rivera Castro)
Esfuerzo. Mario Zhiminaicela desciende del páramo de Cotopaxi para ingresar a Los Ríos. (Foto: Yogui Rivera Castro)

Su sueño, representar al país

Mario Enrique Zhiminaicela Palas es un atleta aficionado que entrena regularmente en Cuenca, para carreras urbanas y de alta resistencia en montaña. «Mi sueño, si me ayudan, es representar al país en una carrera de ultra trail», dijo tras imponer nuevo récord en la prueba.

A Quevedo llegó el viernes con varios paisanos suyos. Se hospedó y comió en el cuartel militar desde donde partió a las 02:00 del sábado rumbo al sitio de largada. No participó por dinero, pues los premios en estas duras pruebas son casi simbólicos. Por eso, esa misma tarde (una hora después de su llegada), agarró su mochila y retornó a Cuenca porque tenía que trabajar al siguiente día.

‘Siempre corrió fresco’
«Desde un principio de la ruta lo vi fuerte y muy fresco», testifica Yogui Rivera, quien se transportó conjuntamente con los jueces a distintos lugares de los páramos y valles de la travesía.

«En la partida Mario dijo: ‘Voy a ver cómo me siento con las chanclas’. Y corrió sin problema el muchacho, pese a que gran parte de la ruta era escabroso y difícil», comentó.