‘La paz no es ninguna maravilla’

ENTREVISTA. El profesor Antanas Mockus es uno de los políticos más respetados de Colombia.
ENTREVISTA. El profesor Antanas Mockus es uno de los políticos más respetados de Colombia.

El polémico exalcalde de Bogotá Antanas Mockus dialogó con este Diario sobre el posconflicto en su país .

Orlando Gómez León

El profesor Antanas Mockus, filósofo y matemático, excandidato presidencial de Colombia y dos veces alcalde de Bogotá, estuvo en Quito invitado por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Miembro del Partido Verde y presidente de la Corporación Visionarios por Colombia habló con La Hora sobre varios aspectos pero, especialmente, sobre la marcha de la pacificación en su país.

En esta conversación, Mockus reconoce que hay avances en la implementación del proceso, pero que no puede ir a la velocidad que muchos quisieran. Y recordó algo importante: que la paz no es fácil.

Este fue el diálogo:

Se firmó la paz en Colombia, pero al parecer la guerra sigue…
En general la paz ha resultado bien. En Sudáfrica, por ejemplo, se logró la paz. La pusieron en marcha los africanos, pero con la agenda de los blancos…Y funcionó.

Pero en Colombia, parece que la paz la logró el presidente Juan Manuel Santos, pero con la agenda de las FARC y no funciona…
No es tanto así. Lo que pasa es que en Colombia hay muchos actores: guerrilla, paramilitares, bandas criminales, narcotráfico. Es imposible darle gusto a todos.

Comenzó el proceso, pero creció la polarización. Y hay partes del territorio nacional donde la gente se sigue matando. ¿Qué papel debe jugar, entonces, el discurso del perdón?
La política sin polarización no existe, pero si esto se come todas las energías, pues la sociedad se va para abajo, se estrella. Deberíamos dedicarle el 80% de nuestra energía a construir. La paz no es ninguna maravilla, es un titular horrible (no lo vaya a poner), pero no es fácil. En parte, los agarrones en que andamos los colombianos son exactamente los que queríamos cuando se dijo que silenciáramos los fusiles. Es decir, se silenciaron, pero aumentó la gritería. La paz no es ningún paraíso. Entraña una tensión distinta. La política tiene que volverse pedagogía. Parte de la polarización se da entre quienes se enfrentan a la corrupción y los que se enfrentan a la desigualdad. Lo he dicho varias veces.

Pero más de medio país no estuvo de acuerdo con la firma de la paz…
Digamos que hay una aversión a la pérdida. Algunos estudios dicen que si uno pierde 10.000 pesos, no queda en paz consigo mismo encontrándose 10.000 pesos, sino que tiene que encontrarse entre 23.000 y 25.000. Las pérdidas son vistas con una lupa que las magnifica.

¿Y está bien que quienes cometieron actos atroces en la guerra, ahora sean amnistiados y hasta les paguen sueldos y les den tierras para trabajar?
Dicen que la Justicia ha sido tímida en esto, pero tenermos que entender que la paz también consiste en amarrarnos las manos. En los acuerdos ambas partes –víctimas y victimarios- se imponen altos costos si es que incumplen. En resumen, todo el mundo sale ganando. El precio que hemos pagado por la Guerra es muy alto, ¿por qué no podemos, entonces, pagar también un precio por la paz?

¿No considera que hay impunidad? Con impunidad no puede haber paz…
La Justicia debe tener algo de indulgencia. No hay impunidad total.

Las FARC dicen que no tienen dinero para reparar a las víctimas, pero todo el mundo sabe que son el mayor cartel del narcotráfico y ese negocio es tan bueno que no lo van a dejar así no más…
Yo dije alguna vez que las FARC se habían graduado en terrorismo. No que eran teroristas, sino que se habían graduado en eso. El asunto es que en el conflicto hay muchos actores comprometidos y uno de ellos es el narcotráfico. Los narcos están metidos en todo y con todos: con guerrilla, con paramilitares, con bandas criminales, hasta con ejércitos privados.

¿Es muy difícil que haya una sociedad reconciliada?
Lo primero que hace la gente para sobrevivir es tratar de no perder lo poco que tiene. Yo no entendía la ley del talión, me parecía una barbaridad eso de ‘ojo por ojo, diente por diente’. Pero la gente por un ojo quita dos, o hay quien quita dos y medio. Usted me mata uno, y yo le mato dos. Entonces, seguramente en el momento no va a ser fácil. Con el Acuerdo se advirtió que hay otras fuentes de violencia. Por ejemplo, el político, con la paz, ya no puede justificar sus barbaridades como ayer. Matar gente, secuestrar, no es fácil. La politización armada se combate de dos maneras, por el lado político o militar.

¿Qué piensa de la corrupción en Latinoamérica?
En casi toda América Latina, excepto Uruguay, en donde hemos visto cosas diferentes, un 70% de la gente cree que la mayoría de los funcionarios públicos son corruptos. Y es que así lo han demostrado. Es más: creen que la mayoría de los ciudadanos son corruptos. Entonces, si yo creo que los demás mienten, yo tiendo a mentir. Es un proceso muy interesante de mimetismo.

¿Por qué la corrupción va en contravía de la paz?
Los recursos públicos son sagrados y cuando esto no funciona, comienza la corrupción. Si uno quiere sintetizar los dos problemas sociales, tienen que ver con la corrupción y la desigualdad.

¿Qué es la tolerancia?
Es aceptar que el otro es diferente y que puede tener razón en cuestiones en las cuales no estamos de acuerdo. Tiene un matiz, que no me gusta mucho, de aguantarse, porque tolerar debería ser entusiasmarse con la diferencia. Es aceptar la existencia y la expresión del otro, incluso respetar que los demás tengan un repertorio conductual distinto al mío.

¿Qué evaluación hace del proceso de paz en Colombia?
No deberíamos desesperarnos por no lograr la paz con la velocidad que quisiéramos, es clarísimo que se ha avanzado y que cumplen funciones complementarias los que creen y los que no. No es una transición simple. Y todos van a tratar de acomodar las reglas a su conveniencia. Además, la nuestra, quiérase o no, es una manera original de resolver los problemas, poniendo de testigo y garante a la comunidad internacional. Ya es tiempo de dejar atrás los atajos de la violencia y la trampa.

Como profesor, hace más de 20 años, usted tenía fama de ayudar a que los jóvenes se radicalizaran. ¿Qué dice ahora?
En algún momento pude tener afinidad con la guerrilla. Pero hoy hay que dar las peleas sin matar y sin hacerse matar.

Hablemos de otras cosas más personales: cuando era rector de la Universidad Nacional, en Bogotá, los estudiantes realizaron una manifestación y usted, en señal de protesta intentó llamar la atención de los muchachos en el auditorio y se bajó los pantalones. Eso le costó el puesto. ¿Lo volvería a hacer?
Bueno, todos los días lo hago cuando me acuesto con mi esposa.

También cuando resolvió casarse lo hizo muy ‘originalmente’ sobre un elefante, en un circo. ¿Lo volvería a hacer?
Sí, y con la misma mujer, pero resulta que ahora ya no permiten animales en los circos y menos elefantes.

Pregunta final: ¿llegará la verdadera paz a Colombia algún día?
Claro, pero si no creemos que podemos, pues no podemos, eso funciona un poco como la impotencia sexual. Uno tiene que creer que puede.

«La política tiene que volverse pedagogía. Parte de la polarización se da entre quienes se enfrentan a la corrupción y los que se enfrentan a la desigualdad”.