Tres quebradas de Quito son puntos críticos de personas sin hogar

SITIO. El Machángara es uno de los sitios donde se reportan problemas de inseguridad por gente que vive en mendicidad.
SITIO. El Machángara es uno de los sitios donde se reportan problemas de inseguridad por gente que vive en mendicidad.

El Machángara, la Roldós y Pisulí son zonas consideradas como puntos críticos por esto.

Por el miedo que tenía, Rosa R. no sintió la sangre que caía por su rostro. Un hombre le había lastimado la cabeza con un pedazo de vidrio y la amenazaba con un cuchillo. En ese momento, solo pensaba que no dejaría que se llevaran los víveres de su tienda, ni el dinero que ganó ese día. Estaba arrodillada en el mismo sitio donde ahora termina la anécdota diciendo que su sobrino y un señor impidieron el robo.

Desde ese día, una reja separa a la mujer de los clientes que llegan a su tienda ubicada en el Playón de la Marín. Ella y su familia han vivido junto a la quebrada del Machángara durante 40 años, en los que les han asaltado al menos cuatro veces.

Cuando habla, mira constantemente a ambos lados de la calle y dice que el sector es muy inseguro, que siempre le da miedo. A cualquier hora del día ha presenciado robos.

“Solo sabemos que salen, roban y se vuelven a lanzar (a la quebrada)”, dice la dueña de un pequeño local que expende frutas y golosinas en la terminal de buses al Vallde de Los Chillos, en el Playón de La Marín. Prefiere no decir su nombre y cuenta que ciertos habitantes de la quebrada asaltan, a cualquier hora, a la gente que camina desde ese sector hasta El Trébol. Opina que la presencia de la Policía es insuficiente porque cuando los uniformados llegan para atender un llamado, los asaltantes ya se han ido.

Situación. Zonas como El Censo son preferidas por ocupas.
Situación. Zonas como El Censo son preferidas por ocupas.

Problema social
Según estudios de la Unidad Patronato Municipal San José, la quebrada del Machángara es una de las que concentran gran cantidad de personas que viven en situación de mendicidad. El panorama –explica María Fernanda Pacheco, presidenta de la institución– es complicado, pues en el sector “gran parte de la gente no tiene referencia familiar y su experiencia de vida en calle le ha llevado a una situación de consumo (de sustancias sujetas a fiscalización)”. Las quebradas de Pisulí y La Roldós presentan una situación similar.

La problemática se complica, pues hay un alto nivel de violencia y abusos sexuales, especialmente a la población femenina.

Pacheco explica que en el río Machángara se trabajó en un proyecto de censo que estuvo ligado con la reubicación de las trabajadoras sexuales en esa zona. Por el momento, se detuvo en el proceso de socialización. Esto, debido a que los moradores de esa zona no querían tener un centro de tolerancia cerca.

La población que habita en las quebradas está considerada en la cifra global de personas en situación de calle en el Distrito. Según datos del Patronato Municipal, hay 800 personas que forman parte de esta problemática, pero es una cantidad que varía.

“Quito es una ciudad receptora de provincias cercanas donde las situaciones de pobreza y de desnutrición son altas”, explica Pacheco y recalca que la instancia que preside ha trabajado durante años para cambiar la situación pero que “es un proceso muy a largo plazo”.

Al momento, existen cinco equipos que recorren la ciudad y abordan a las personas para dirigirlas a los proyectos del Patronato. El proceso es difícil porque “se necesita siempre su consentimiento para poderles ayudar”, acota Pacheco.

Panorama
Cerca de El Trébol, tres personas esperan en una parada de bus. Un hombre orina junto a una puerta entreabierta que conduce a un sendero de ingreso a la quebrada del Machángara. El olor a basura en descomposición se hace menos fuerte a una cuadra del lugar, donde una mujer de más de 40 años arregla su negocio de gafas. “Todos vemos cómo en una esquina se drogan y vienen a asaltar”, dice y señala a la calle.

Para ella, el control policial es ineficaz. Ha visto cómo roban mientras la patrulla está en la calle de enfrente. A ella le han robado varias veces entre más de cuatro personas, una la distrae y las otras se llevan las cosas.

Las personas que responden al tema prefieren no decir su nombre. Una de las vendedoras cuenta que una chica que consumía drogas murió hace pocos días en la quebrada. Uno de los guardias del sector dice que quienes viven en la quebrada se acercan a pedir comida en los locales cercanos. El dueño de un restaurante pequeño confiesa que no les dan nada porque provocan mala imagen y porque sus clientes se sienten inseguros.

Mientras tanto, Pacheco insiste en que la ciudadanía también puede ayudar a la erradicación de esta y otras problemáticas reportando los casos que puedan ser sospechosos. Pueden hacerlo personalmente en el Patronato (calle Chile, entre Benalcázar y Cuenca) o mediante las redes sociales. (PCV)

Un caso con respuesta
° El lunes 29 de enero se publicó en la edición impresa de La Hora la historia de Luz María Galarzaga y Carmelo Flores, quienes viven en la quebrada de La Florida. El Patronato Municipal San José respondió al reportaje y envió una brigada de atención al lugar. Al momento, se están investigando sus referencias familiares y cómo intervenir pero ellos ya están recibiendo atención en el Sistema Integral del Adulto Mayor.