Los jóvenes mantienen vivo el carnaval en el Centro Histórico de Quito

Alegría. Las bandas de paz pusieron música y colorido al desfile.
Alegría. Las bandas de paz pusieron música y colorido al desfile.
Juego. En las veredas el carnaval se desataba con la carioca (espuma).
Juego. En las veredas el carnaval se desataba con la carioca (espuma).

Participaron más de 2.500 personas divididas en comparsas, danzantes y carros alegóricos.

“La fiesta de carnaval es parte de nuestro patrimonio cultural. En este desfile hay representaciones de varios puntos de la ciudad y del país. Los jóvenes debemos ser los más entusiastas para que las tradiciones populares no mueran”, comentó Yesennia Morales, parte de la banda de paz del comité de desarrollo comunitario El Inga Bajo.

La cuarta edición del desfile de carnaval en el Centro Histórico inició a las 10:00 de ayer desde La Basílica del Voto Nacional, en la calle Venezuela y concluyó en la Plaza 24 de Mayo. El 95% de los más de 2.500 danzantes, miembros de bandas, disfrazados y personas en las comparsas eran jóvenes entusiasmados por mantener vivas las costumbres carnavaleras en Quito.

“Mi mamá me ha contado muchas veces que el carnaval siempre fue una festividad importante en Quito. Por eso me gusta participar en el desfile y así poner mi granito de arena para que los festejos no se apaguen”, dijo Verónica Méndez, miembro de la Banda de Egresadas del colegio Normal Experimental Espejo.

Preparados para el festejo
Todas las bandas de paz participantes son de exalumnas de colegios particulares, fiscales y municipales de diferentes lugares de la ciudad. El denominador común es la alegría, los gritos de que viva el carnaval y viva Quito, además de los vistosos uniformes de vivos colores.

“Nos preparamos con varias semanas de anticipación para tener a punto las coreografías, las canciones y el vestuario. Mucha gente sale de la ciudad, pero mucha otra se queda, por eso es importante este tipo de eventos para la diversión de toda la familia”, explicó Carlos Lema, participante de la delegación del colegio La Salle.

Cada comparsa, cada grupo toca su propia música, o la comparte a través de altavoces en los carros alegóricos que las preceden. Desde el tradicional carnavalito, el chullita quiteño, variada selección de albazos y yaravíes, hasta los últimos éxitos de reguetón acompañan los pasos de los danzantes.

EL DATO
Delegaciones de cabildo barriales como Auqui de Monjas, Batán Colmena y El Inga; bandas de exalumnos de colegios como Espejo, Gran Colombia. La Salle, San Pedro Pascual y Paul Dirac, participaron del desfile.A su paso, las calles del Centro Histórico que estaban abandonadas y tristes, con apenas unos pocos turistas y dueños de negocios, se fue poblando de gente en las veredas y los balcones de las casas.

“Son muy bonitos estos desfiles. La gente se anima y baila en las calles. Además, la gente que no salió por el feriado viene al centro y no solo que disfrutan de la música y las comparsas, sino que se queda a comer y compra alguna cosa por acá”, aseveró Martha Ponce, dueña de un pequeño restaurante.

Cuarta edición
Monteserrat Cevallos, concejal alterna del Distrito Metropolitano de Quito, afirmó que ese es precisamente uno de los objetivos de esta celebración que este año cumplió su cuarta edición. “Los vecinos de barrios tradicionales como San Sebastián y El Panecillo se dieron cuenta de que el Centro Histórico quedaba muy abandonado durante el carnaval, por eso propusieron realizar un desfile que atraiga a los quiteños y a los turista, y que al mismo tiempo reactive la economía”, anotó.

Patricio Castillo, visitante desde Medellín, mientras aplaudía junto con su esposa y sus dos pequeños hijos el paso de las comparsas, puntualizó que le gusta este tipo de desfiles donde se ven representadas las tradiciones culturales del país.

“Conozco varios puntos de Ecuador y aquí veo una delegación de las fiestas de Guaranda, de Latacunga y hasta de Píllaro. Es como presenciar una pequeña muestra de los carnavales ecuatorianos por las calles del centro de Quito”, compartió.

El ambiente de fiesta también se respiraba en el juego de carnaval con carioca (espuma). Familias enteras, vecinos del sector, turistas y hasta los miembros de las comparsas no se salvaron de quedar rociados, en algunos casos de pies a cabeza, con espuma y confeti.

“El carnaval es precisamente eso, volver a despertar el espíritu de niño y jugar con alegría. Es bueno ver a la gente sonriendo y disfrutando por las calles del centro. Por eso, desde la primera edición, he participado del desfile”, contó Gioconda Morales, miembro de la delegación del colegio Gran Colombia. (JS)