Vendedores extranjeros viven otra realidad en el Centro Histórico de Quito

Ventas. En el Casco Colonial el comerciante foráneo está en una etapa de adaptación.
Ventas. En el Casco Colonial el comerciante foráneo está en una etapa de adaptación.

Para ellos, los controles que se ejercen son nuevos. Piden que se entienda que es su forma de trabajo.

“Café colombiano” se escucha sobre la calle García Moreno. El comerciante lleva una maleta sobre su espalda y mientras camina promociona su producto. De esta forma trata de pasar desapercibido tanto de la Policía Metropolitana como del personal de la Agencia Metropolitana de Control, quienes desde el martes pasado realizan un estricto control del espacio público.

En la intersección de la García Moreno y Espejo, en cambio, un venezolano deambula con una bandeja de prestiños y, en la calle Chile, una venezolana camina promocionando empanadas de pollo. “De esta forma nos ganamos la vida”, dice la mujer.

Félix Rodríguez, también de nacionalidad venezolana, vende arepas en el Centro Histórico. Este padre de tres hijos cuenta que por tres ocasiones le han decomisado la mercadería y que por eso ha optado por esconderla, camuflarla en recipientes.

“Solo he vendido dos arepas y por el hambre ahora me estoy comiendo una, nuestra situación es difícil, mi mujer y mis hijos esperan el dinero que pueda enviar”, comentó.

‘La Ley es para todos’
Marcelo Cargua, inspector de la Policía Metropolitana, dice que la figura del vendedor informal ha cambiado en el Centro Histórico y que de igual forma entran en la regulación porque “la Ley es para todos”.

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uniformados de La Policía Metropolitana, en 2017, fueron golpeados y agredidos por comerciantes, según datos de la institución.El gendarme reconoce que ha cambiado la figura del comerciante y que el trato es uno de los ganchos para atraer al cliente. “La clásica vendedora de chochos ya no es la señora de sombrero, chalina y canastos, sino que es una chica simpática, alta que no solo vende chochos, sino también naranjas y otras frutas”, comenta.

Lo mismo, dijo Cargua, estaría pasando con el vendedor de caramelos y cigarrillos que tenía su puesto en la esquina de la calle. “Ahora es una mujer rubia, elegante con un charol la que recorre las calles”. A ellas la gente la defiende y el trabajo de la Policía Metropolitana muchas veces es incomprendido, puntualizó.

Los moradores
Martha Ortiz administra de un negocio donde se colocan broches, que está ubicado en la calle García Moreno y Sucre. Ella afirma que la Policía Metropolitana no controla al comerciante extranjero de la misma forma como lo hacen con los nacionales.

A las 10:50 del anterior miércoles un grupo de metropolitanos actuó cuando un comerciante nacional voceó en plena Plaza Grande la venta de peluches. Aparecieron uniformados de todos los lados y tras forcejear en la mitad de la plaza lograron que el hombre salga del sitio.

Susana Calderón, quien administra un local del Palacio Arzobispal, manifestó que se ha cansado de denunciar la presencia de comerciantes y asegura que hasta venden perros. A ella no le importa si son nacionales o extranjeros, solo quiere que las autoridades den una solución al tema.

“Venga a las 15:00 y esto es un mercado, no se les entiende ni lo que venden, es una mezcla de todo y esa imagen se lleva el turista”, concluyó. (PSD)