El proyecto se centró en una edificación pública de importancia. Empezó en 1963 y terminó en 1968.
Si en los 60’ alguien hubiese planeado un atraco a la casa de la moneda ecuatoriana –al estilo de las series de televisión– se habría encontrado con una estructura naciente y prometedora de una arquitectura moderna, ubicada en la Av. 10 de Agosto y Briceño.
En 2018, justo 50 años después de su inauguración, desde la esquina norte del edificio del Banco Central se pueden ver las cúpulas de algunas de las iglesias del Centro Histórico y la Virgen de El Panecillo. Del lado contrario, Quito se prolonga a lo largo por la Av. 10 de Agosto. El lugar, donde ya no se hace el extinto Sucre (moneda ecuatoriana hasta el año 2000), sigue perteneciendo al Estado.
Un sitio de historias
Carlos Armando, de 72 años, mira la edificación todos los días desde su puesto de trabajo. Ha lustrado zapatos en el parque La Alameda por cerca de 50 años. Él lo sigue llamando el “nuevo edificio del Banco Central”, porque así lo conoció. Recuerda que cuando empezó la construcción, el sector estaba lleno de vegetación, no había edificios y menos tráfico de autos en las calles.
La ciudad que Armando recorría terminaba en la iglesia de El Belén y los partidos de fútbol eran el estadio El Arbolito, donde ahora es el parque El Ejido. En sentido sur, para los quiteños la referencia de la Virgen de El Panecillo aún ni siquiera estaba en planes, pues se colocó recién en 1975.
Esos tiempos, en que los barrios de la ciudad eran contados, son añorados por el quiteño, quien nació, creció y envejeció en La Tola. Como él, Sara Cargua, de 53 años, ha sido testigo de las transformaciones. Su familia es dueña de uno de los quioscos de venta de productos cerca del edificio del Central. Desde niña recorría el sector y recuerda cuando los edificios reemplazaron a la naturaleza. Comenta que ahora la inseguridad es uno de los problemas que enfrenta el sector, que se considera como la división entre el Quito colonial y el moderno.
Referente arquitectónico
Para la historia de la ciudad “todo el sector de La Alameda representa transformación”, explica el arquitecto e historiador Alfonso Ortiz Crespo, quien agrega que, precisamente, alrededor del parque que se realizó la primera expansión de la ciudad desde 1900.
A pesar de que no fue el primer edificio moderno, el del Banco Central se convirtió en un referente para la arquitectura de la época. El diseño y la construcción estuvieron a cargo del arquitecto Ramiro Pérez Martínez.
Ortiz Crespo destaca la complejidad de la estructura y considera un reto las condiciones de seguridad que se debieron incluir, debido a la importancia del lugar, en el que incluso se almacenaban las reservas de oro.
En la época de su inauguración, la construcción de hormigón armado y la fachada de vidrio continuo le dieron un toque de modernidad a la zona que, hasta entonces, “había sido tradicional”, concluye el académico.
De acuerdo con las referencias históricas recopiladas por Héctor López Molina, investigador histórico, la construcción del edificio se le encargó a la empresa mexicana Bank Building Corporation, en 1963, cuando se trazó el primer plano; sin embargo, se solicitó un rediseño en 1966 cuando el proyecto se extendió a los terrenos aledaños.
El mismo año de su inauguración recibió el premio Ornato 1968 del Municipio, en la categoría edificios públicos. López Molina, quien lleva a cabo el proyecto ‘Los ladrillos de Quito’, destaca la articulación natural del edificio con el entorno del parque La Alameda a través de jardines y escaleras, y la iluminación a través de ventanas de techo a suelo, que se mantiene hasta la fecha. (PCV)
Conversatorio académico
° Hoy a las 11:00 se realizará el conversatorio ‘50 años del edificio del Banco Central del Ecuador, entre una ciudad antigua y moderna’. La cita será en el auditorio Germánico Salgado, ubicado en la Av. 10 de Agosto N11-409 y Briceño. En el encuentro intervendrán académicos sobre la importancia del edificio en la arquitectura y el crecimiento de la ciudad desde el siglo XX.
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