Cuatro bomberos recibieron reconocimientos en el Día Internacional del Combatiente Forestal.
Muy cerca de las llamas, la sensación de hormigueo empieza a recorrer el cuerpo debido a la radiación. La adrenalina se activa inmediatamente cuando se sabe que hay personas en estructuras que se incendian. Salvar una vida o mirar cómo alguien se desvanece es algo que queda grabado en la memoria para siempre.
Las sensaciones y anécdotas las cuentan los bomberos. Ellos se enfrentan a diario al elemento al que todos le huyen: el fuego. Especialmente, para contar sus historias y reconocer su trabajo, desde 1998 a escala mundial, cada 4 de mayo se conmemora el Día Internacional del Combatiente Forestal.
Este año se entregaron reconocimientos en cuatro categorías a quienes realizan esta labor en el Cuerpo de Bomberos de Quito y otras cuatro a las áreas protegidas en las que se han desempeñado buenas prácticas.
Fue la primera edición de esta actividad impulsada por el programa ‘Amazonía sin Fuego’.
EL DATO
El grupo forestal del Cuerpo de Bomberos tiene 60 integrantes.Según Daniel Segura, gerente del proyecto, el objetivo es destacar las actividades de quienes a diario combaten el fuego y además rescatar el significado de la fecha a través de charlas educativas y de prevención a los profesionales. La selección se realizó con base en los datos del Ministerio de Ambiente, la institución que desarrolla el programa desde hace dos años.
A futuro se espera que se sigan realizando los reconocimientos cada año. A continuación, le contamos las historias y anécdotas de los cuatro miembros del Cuerpo de Bomberos de Quito que recibieron los reconocimientos. (PCV)
Una prueba de vida en el Auqui
° El primer incendio al que tuvo que enfrentarse Gabriela Ponce, de 28 años, quien recibió el reconocimiento al entrenamiento, fue en el cerro Auqui. Recuerda cada detalle desde que salió animada de la estación de bomberos junto a su equipo. La emoción terminó cuando llegaron al lugar y se encontraron con un flagelo de magnitud. Los árboles les caían encima pero el miedo no frenó su labor.
Pasaron tres días y tres noches seguidas extinguiendo las llamas. Hace cinco años que empezó su carrera como bombero, dormían en carpas para retomar las actividades al día siguiente, así lo hicieron en esa ocasión pero comenta que ahora regresan a la estación para descansar. Su motivación siempre fue ayudar a la gente y dice que si no hubiera sido bombera, sería ayudante comunitaria. Su pasión se la transmite a sus dos hijos de 8 y 3 años.
Cuando cada experiencia es un aprendizaje
° El compromiso con el grupo es fundamental para Luis Fernando Chinchín, de 53 años, quien fue reconocido por su camaradería. Para él cada experiencia es un aprendizaje. Recuerda con humor la vez que en un incendio una de sus compañeras olvidó un celular nuevo con fotos que se habían tomado durante la jornada. Cuando están frente al fuego, los bomberos permanecen en silencio pero cuando están en sus momentos libres hablan sobre su vida novias, esposas, hijos… También comentan sobre las acciones que tomaron durante algún operativo y así van conociéndose y volviéndose amigos. Él ha visto de cerca cómo algunos de los miembros de su equipo se han quemado el cuerpo, “aún no me ha tocado y espero que nunca me llegue”, dice quien lleva 33 años en el Cuerpo de Bomberos de Quito.
Se enamoró de su oficio cuando ingresó y no piensa dejarlo. Sabe que una alerta 10–3 es algo grave y que para eso se ha formado y se sigue formando todos los días.
En la línea entre la vida y la muerte
° Hay dos episodios que han marcado la vida del teniente Luis Guala, quien obtuvo el reconocimiento como formador de formadores. Ambos tienen que ver con la vida y la muerte. El primero fue un rescate vehicular a la madrugada. Eran las 02:00 y su equipo atendió la alerta de un Chevrolet accidentado. En una de las mitades que quedó del automotor estaba una joven embarazada que había muerto. Vieron en su vientre cómo el feto de tres meses se movía y frente a sus ojos dejaba de vivir. La escena le marcó tanto que pasó días sin dormir. La recuerda con tristeza pero se repone cuando cuenta sobre la ocasión en que pudo rescatar con vida a dos niños de un incendio de un departamento ubicado en el sector de La Magdalena. Todo estaba en llamas pero cuando una vecina les avisó que había gente adentro no dudaron en entrar. La foto con uno de los niños en sus brazos se publicó en un periódico y le llenó de satisfacción.
Lleva 11 años en el Cuerpo de Bomberos de Quito y cuatro en la escuela de formación de bomberos. Su motivación es seguir salvando vidas.
Un líder que puede contar con sus compañeros
° En segundos, el teniente Marco Quinatoa, quien fue reconocido por su liderazgo, tenía que tomar la decisión de saltar y “solo romperse las piernas o morir quemado”. Era 2013 y estaba junto con su equipo en el cerro Auqui y las llamas lo encerraron.
Tenía dos opciones pero por cosas del destino pudo tomar una tercera. Uno de sus compañeros lo vio, lo mojó y le gritó que se tranquilizara, pudo escapar de las llamas pero se quemó las plantas de los pies.
No fue muy grave pero aún recuerda la sensación del encierro y el hormigueo que le produjo la radiación de las llamas. Es una de las tantas anécdotas del bombero que este año cumplirá 38.
Se desempeña como jefe del grupo forestal y se ha capacitado en Chile y México. Desde niño vio a su padre desempeñar las labores y pudo trabajar con él. Por eso duda cuando piensa en que alguno de sus dos hijos siga sus pasos. Sabe que es complicado tener a alguien cercano en el mismo oficio porque la preocupación se multiplica.
Lista
Otros galardones
Áreas protegidas que obtuvieron reconocimientos
° Eficiencia en el combate: Reserva Ecológica Cotacachi Cayapa
° Articulación institucional: Parque Nacional Cotopaxi
° Efectividad: Dirección provincial de ambiente de pichincha
° Planificación: Reserva ecológica de Churute