Extranjeros buscan salir adelante desde la informalidad

Comercio. Los extranjeros se concentran en cinco puntos del parque La Carolina para vender sus productos.
Comercio. Los extranjeros se concentran en cinco puntos del parque La Carolina para vender sus productos.

Cinco son los puntos de mayor concentración de ventas informales en el parque La Carolina.

Rebeca Torres ronda todas las tardes por el bulevar de las Naciones Unidas. Lleva una caja grande con cigarrillos y lo que obtiene de las ventas apenas le alcanza para comida. Asegura que es una ocupación temporal.

“Solo un tiempo, tengo algo ahorrado y con lo que reúna, poco a poco, me pongo un negocio”, cuenta la ciudadana venezolana, quien llegó al país hace tres meses.

El bulevar de las Naciones Unidas, la Cruz del Papa, los alrededores de la laguna y la Tribuna de la avenida De los Shyris son los puntos del parque La Carolina donde hay una mayor concentración de extranjeros que ven a la informalidad como un medio de subsistencia.

“La presencia de informales el sector de la Tribuna ha disminuido por los trabajos del Metro de Quito”, señala Pedro Borja, administrador del parque. Pero con esto, un quinto sector apareció y es en los alrededores del avión.

Vendedores como Anamía Ruiz, otra ciudadana venezolana que arribó a Quito hace unos cuatro meses, asegura estar de paso, intenta reunir dinero con la venta de hamburguesas. Afirma que su siguiente destino es Perú.

“Sé que es prohibido, pero tampoco vendo en la calle por gusto, lo hago por necesidad. Si tuviera otra opción, la tomaría”, cuenta apenada. “Pero es trabajo y yo tengo una familia”, agrega.

Productos. Con la venta de donas, pastelillos y otros manjares pueden ahorrar algo de dinero para seguir viajando a países como Perú o Chile.
Productos. Con la venta de donas, pastelillos y otros manjares pueden ahorrar algo de dinero para seguir viajando a países como Perú o Chile.

Operativos de control
Según la Administración del parque, el domingo es el día en que más vendedores informales, especialmente extranjeros, se concentran en los puntos señalados. En esas zonas se hacen operativos con apoyo de agentes metropolitanos.

Borja explica que los controles son más rígidos cuando se trata de venta de comida. “Las personas que venden comida en el parque, comerciantes autorizados, son personas que se capacitan en manejo de alimentos antes de vender y están también sujetos a controles”.

El único documento habilitante para los trabajadores autónomos en los espacios destinados por el Municipio, es el permiso metropolitano, según consta en la Ordenanza 280.

En este sentido, el administrador indica que los informales que quieran obtener un permiso deben presentar un oficio en la administración de Parques y Espacios Verdes de la Empresa Pública Metropolitana de Movilidad y Obras Públicas.

“Pero no se están entregando permisos en este momento, al menos no hasta que terminen los controles”, asegura Borja.

Mientras tanto, la Agencia Metropolitana de Control ha ejecutado 464 operativos de control de ventas informales en lo que va del año. Estos no son bienvenidos ni por los comerciantes ni por la ciudadanía.

Así lo expresa información de la misma Agencia que explica que los principales problemas que encuentran los inspectores son la agresividad que presentan algunos vendedores informales cuando se les pide que se retiren del espacio público y el constante rechazo de la ciudadanía a las acciones de cumplimiento de la normativa.

La necesidad puede más
Las advertencias y los controles pesan poco para personas como Danelis Martínez, una migrante que llegó a Quito hace ya seis meses y desde hace dos vende pasteles en los alrededores del parque La Carolina.

“Trabajo en un bar las noches, pero si quiero hacer algo hay que esforzarse un poco. Por eso salgo las tardes o las mañanas a vender cigarros, pasteles, comida que poco si se vende”, asegura. “Créame que no es fácil dejar a la fuerza tu casa, tu familia, tu país. No tenía otra alternativa”.

En el sector del bulevar, al norte del parque y junto a Martínez, otra migrante llama a los posibles compradores: “Papas fritas a 50 centavos”, grita.

“Acá la mayoría encuentras venezolanos, muchos solo están de paso, otros se quedan, depende de cómo le vaya. Si encuentras trabajo, algo fijo, te quedas”, cuenta, Anjeli Zabala. “En Ecuador la gente es amable, no te tratan mal. Claro que uno se encuentra de todo, pero tampoco podemos perder las ganas de salir adelante”. (LGP)

Mi opinión en 60 segundos
Anaité Vargas . Integrante del Servicio Jesuita de Refugiados

Estado debe reconocer que hay un problema

° Los controles al comercio informal es un tema de regularización por parte del Municipio y es su responsabilidad; por tanto, no es algo que se pueda o deba eliminar. El problema no es ese, sino las acciones que toman para la implementación de las reglas.

A los comerciantes informales no se les dice que deben retirase, se les requisa las cosas y eso no es correcto, va contra la Ley. Es en la implementación de las normativas que se ven casos de abusos contra los informales.

En muchas ciudades del país se ha visto un incremento de venezolanos en el campo del trabajo informal, son personas que salen de su país por situaciones de conflicto, se trata de una migración masiva, casi obligada. Esto es un problema que debe ser reconocido por el Estado, y aún no lo hace.

El 98% de los venezolanos que llegan al país se dedica al trabajo informal durante una semana y luego avanza, no se quieren quedar, los destinos son Perú, Chile o Argentina. Nosotros somos un país de paso.

En Ecuador están de paso, tratando de conseguir los medios para seguir su ruta y necesitan hacer este tipo de trabajos para generar los ingresos mínimos de subsistencia.

Mientras el Estado no reconozca que existe un problema, tampoco se puede establecer un acuerdo con las autoridades locales. Debe darse atención a este tema pues ya se dan casos de precarización laboral y hay quienes incluyen actividades de trabajo sexual para poder, de igual forma, conseguir estos recursos mínimos de subsistencia.