Discapacidad con burocracia

Pablo Izquierdo Pinos

Que un ciego llegue solo y subiendo escaleras, a pedir los requisitos para tramitar la calificación de discapacidad. Que a una mujer con derrame cerebral, a la que indicaron no estresarse y permanecer aislada del ruido, le digan que el dispensario donde fue ya no es ente calificador por orden del MSP y la dejen en una lista de espera hasta diciembre. Que a un padre el Estado le pida que él y su hija de 15 años que padecen una enfermedad catastrófica, comprueben con estudios genéticos realizados en el exterior su enfermedad.

Son solo muestras de lo que potencialmente 1.600.000 discapacitados ecuatorianos sufren frente a la incapacidad de un puñado de ignorantes tecnoburócratas. Nunca, como ahora, vi tanto papeleo para solicitar un estudio, un análisis, una consulta para un paciente discapacitado.

Foto y copia de cédula: vaya y pase. Pedir a un paciente en silla de ruedas que viene de Shell o El Ángel certificados médicos de tres o cuatro especialistas de los últimos seis meses, tratamiento, número de hospitalizaciones, pronóstico. Si no tiene, el médico de la Unidad Calificadora le entregará la referencia a no afiliados. ¿Son requisitos u obstáculos? Premio consuelo si lo logra: un carnet de discapacidad. A un pobre le asegura un bono, a un rico un auto de lujo.

Claro si vive en Finlandia o en Uruguay, en un solo hospital especializado hará el trámite en dos días o el hospital va donde usted, me consta: allí encontrará súper especialistas, médicos rehabilitadores, psicólogos, pedagogos, trabajadores sociales, terapistas, logopedas, psicomotricistas, técnicos en estimulación temprana. A este vía crucis de tiempo y kilómetros, pomposamente lo llaman plan “multidisciplinario” e “integral”.

La recalificación: presente lo mismo por segunda o tercera vez. Más explicaciones, más idas al médico, más días perdidos de trabajo, más gasto de dinero. Cansancio y agotamiento familiar, rabia, impotencia. Esfuerzos que deberían utilizarlo con sus seres queridos o fortaleciendo relaciones familiares y no deteriorándose por trámites agotadores. Somos tan vanos que la propaganda obliga a decir que somos un ejemplo para el mundo en materia de discapacidad.

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