Ida y vuelta de la Historia

Manuel Castro

A grandes trazos la II Guerra Mundial (1939-1945) fue entre los aliados (Inglaterra, Francia, Rusia, Estados Unidos) contra los totalitarismos nazistas, fascistas (Alemania, Italia y Japón), que querían conquistar el mundo mediante la guerra para imponer sus ideologías. Terminada esa guerra vino la “guerra fría” entre el comunismo y el capitalismo, cuyas cabezas eran Estados Unidos y la URSS, que terminó en 1990 cuando se derrumbó el sistema comunista.

La historia de la I Guerra Mundial al contrario es bastante confusa. Las principales causas fueron la lucha comercial entre diversos países (en particular Alemania, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos) por el control de sus industrias y materias primas, algún desquite de Francia, el nacionalismo imperante (reyes y emperadores que se creían dueños de sus países). Guerra que terminó en 1918 con millones de muertos y con la derrota de Alemania, cuya humillante rendición dio origen a una caricatura (en 1918) en la que un niño lloraba porque “acababan las potencias triunfadoras de firmar la II Guerra Mundial”.

Estos antecedentes vienen al caso por la confusa e impredecible política internacional del presidente Donald Trump, que carece de orientación ideológica y según él persigue exclusivamente que su país “vuelva a ser el poderoso de antes”. Una especie de nacionalismo gringo, ya que parece que a Trump le da igual el pensamiento libre o los leales a los principios de la “Revolución de Octubre” (1917).

Política desconcertante pues a las naciones que apoya son Rusia, China, Corea del Norte, rivales hostiles a los ideales y valores de Estados Unidos. Todo ello ha ocasionado amplias críticas de republicanos y demócratas. Lo grave es que no faltan los interesados aplausos, que en el siglo XX condujeron a dos guerras mundiales.

Lo extraño es que la política de Trump se acerca más a lo que sucedía cerca de la I Guerra Mundial, donde como en toda confrontación bélica solo hubo derrotados y venganzas cobradas luego. Parece que no aprendemos, pues somos porfiados en no releer la Historia, y eso que el Internet está a la mano.

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