‘Cafetería en señas’, un espacio que fomenta la cultura sorda de Quito

DINÁMICA. Sebastián Criollo atiende a sus clientes y les enseña cómo se representa bolón.
DINÁMICA. Sebastián Criollo atiende a sus clientes y les enseña cómo se representa bolón.
EMPRENDIMIENTO. Damaris Arias, Sebastián Criollo, Patricia Peralta y Tatiana Mantilla en el ‘Café en señas’.
EMPRENDIMIENTO. Damaris Arias, Sebastián Criollo, Patricia Peralta y Tatiana Mantilla en el ‘Café en señas’.
GUÍA. En el menú todas las opciones están en señas.
GUÍA. En el menú todas las opciones están en señas.
ALEGRÍA. Patricia Peralta muestra la seña de café.
ALEGRÍA. Patricia Peralta muestra la seña de café.

Las personas sordas se abren camino y fomentan la cultura en un lugar especial.

En este lugar no hace falta levantar la voz para que te tomen el pedido, lo que se necesita es llamar la atención con simples movimientos de manos o con alguna otra forma creativa.

Los pulgares arriba y un movimiento de brazos hacia abajo da la bienvenida a quienes arriban a diario al ‘Café en señas’, ubicado en las calles Wilson y 12 de Octubre, al norte de la ciudad.

Patricia Peralta atiende con paciencia a dos chicas oyentes, quienes llegan para explorar un espacio donde los sonidos y las palabras sobran.

Ella les enseña cómo se representa un bolón en lengua de señas, extendiendo su brazo derecho y formando un medio círculo con su mano. Ellas se divierten intentando hacer bien la seña para poder ordenar.

Paola Oña, de 24 años, no sabía lo que encontraría en este establecimento, hasta que notó que en el menú había ilustraciones que acompañaban a las palabras.

Su amiga, Karla Chamba, la invitó a que conociera una nueva cafetería que encontró en Internet, pero no le dijo de qué se trataba.

EL DATO
Puede conocer más sobre eventos en las redes sociales, en Facebook Café en-señas y en Instagram café_en_señas.A ella le llamó la atención el local porque quiere aprender la lengua de señas. Esta forma de comunicación le fascina desde que vio la película ‘La forma del agua’, en la que la protagonista no puede hablar y se comunica de esa manera.

Para ellas, cada palabra que se dibuja en el aire parece nueva, pero para Peralta, de 22 años, hacer señas es muy sencillo, porque es su primera y única lengua. Es sorda de nacimiento y es la única de su familia con esta condición. Lo que sí está aprendiendo es sobre atención al cliente y lo que implica tener un trabajo. Ella es una de las cuatro personas que atienden en el café y se esfuerzan todos los días por romper las barreras de la comunicación.

Experiencia
Patricia Peralta, Melania Chalco, Sebastián Criollo y Tatiana Mantilla se comunican moviendo las manos con velocidad. Están en la cocina abierta de la cafetería y preparan los pedidos de las mesas que atienden.

Son ágiles y se concentran como si a su alrededor no pasara nada. Fueron los seleccionados entre 50 personas sordas que aplicaron para el trabajo. Criollo es el menor de todos, tiene 20 años, pero ya ha tenido experiencias laborales anteriores. Trabajó como asistente de técnicos en computadoras y actualmente estudia Administración de Empresas, en el Instituto Tecnológico Pichincha.

Tiene el apoyo de sus padres, quienes siempre han peleado para que pueda educarse. María Criollo, su madre, recuerda lo difícil que fue su paso por el colegio Pomasqui, una institución regular, y el semestre que estuvo en el Instituto Cordillera. Para su familia, lo más importante es que él pueda seguir con sus sueños.

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personas con discapacidad auditiva están registradas en el Consejo Nacional para las Discapacidades (Conadis).“Las personas con discapacidad pueden trabajar muy bien, solo hay que darles la oportunidad”, dice con firmeza Damaris Arias, la fundadora de ‘Café en señas’. Ella es oyente pero se interesó por el mundo de la discapacidad auditiva hace ocho años, cuando estudió de intercambio en Estados Unidos y conoció a Alison, una de las hijas de la pareja que la acogió.

Desde entonces se relacionó más con el mundo de los sordos y decidió estudiar Educación Especial en la Universidad de Arizona.

Cuando volvió a Ecuador se involucró con la comunidad sorda de Quito y tomó un curso de Lengua de Señas Ecuatoriana (LSEC), pues las señas que ella conocía eran en inglés. “La lengua de señas no es igual en todo el mundo”, explica.

Implementar la cafetería le tomó un año de investigación, que pudo realizar con la ayuda de Sanny Lambert, quien es intérprete profesional y colaboró con sus conocimientos de la comunidad. Para Arias, de 25 años, la cafetería es un lugar en el que se puede unir a dos mundos.

Experiencias
Siete décadas atrás, en la sala de su casa, María Cubi luchaba contra una realidad en la que su familia la ocultaba, porque no podía comunicarse igual que ellos. Había perdido la audición por una caída y no entendía por qué le mandaban a su habitación mientras ellos se reunían.

EL DATO
La Cafetería en señas está ubicada en las calles Wilson y 12 de Octubre.Ahora, sentada en uno de los espacios de la ‘Cafetería en señas’ se muestra feliz, porque sabe que las cosas empiezan a cambiar. A sus 77 años es el primer lugar que conoce en el que la carta está en señas, quienes atienden son sordos y hay imágenes del abecedario en las paredes.

A ella y a su esposo, Guillermo Zurita, quien también es sordo, los invitó a conocer el lugar su hijo David Zurita. Él es Hopas (hijo oyente de padres sordos). Se comunica en lengua de señas con destreza, porque es su primera lengua. Destaca que sus padres han luchado siempre por sus derechos y que ahora seguir promoviéndolos es su tarea y la de sus hijos.

Su padre es el fundador del campeonato de fútbol para sordos. Para la familia, la sordera nunca ha sido impedimento para hacer lo que les gusta, al contrario, ha sido su forma de vida y la razón por la cual, María Cubi conoció a su esposo y ahora son tan felices, expresa con señas la riobambeña. (PCV)

Normativa
° La sección quinta de la Ley Orgánica para las discapacidades aborda los derechos de las personas con discapacidades a la inclusión laboral. Entre los artículos de la norma se señala que los trabajos asignados a las personas con discapacidad deben ser acorde a sus capacidades, que tienen derecho a una remuneración justo, y que es obligatorio para las empresas con un mínimo de 25 empleados que se incluya un 4% de personas con discapacidad.