Escopolamina

Roque Rivas Zambrano

Son las 11:00 del sábado. Liss va a su trabajo. Su padre la deja en la puerta del Centro Comercial donde queda el local en wl que labora. A la 13:00, recibe una llamada de ella pidiendo auxilio y la pesadilla comienza. Lo único que sabe es que su hija está en peligro, encerrada en una habitación de la que no puede salir, en un lugar desconocido.

La busca desesperadamente hasta las cuatro de la mañana del domingo. A las seis pone la denuncia en la Unidad de Antisecuestros y Extorsión (Unase). Los oficiales empiezan las investigaciones y la encuentran, en la tarde deambulando en un barrio del sur, desorientada. Liss no recuerda lo que sucedió.

Ese día, en otro sector de la ciudad, una chica aparece junto a un árbol. Quienes la encontraron, reportan que estaba bajo los efectos de la escopolamina, una sustancia alucinógena y depresora del sistema nervioso central que bandas delincuenciales la emplean para sus planes. La “burundanga”, como también se conoce a la droga, es arma predilecta de ladrones, secuestradores y extorsionadores que operan en Quito.

Diario El Comercio publicó datos del Departamento de Análisis de Información del Delito del Distrito Metropolitano, según los cuales desde el 1 de enero hasta el 25 de julio se reportaron 211 casos de robos a personas bajo la modalidad de aturdimiento por sustancias o ‘dulces sueños’, mientras que en el mismo período del año pasado fueron 201.

Este incremento, según personal de La Policía, obedece a que las bandas delictivas, que se dedicaban a esta actividad entre 2016 y 2017, apresadas en ese entonces, recuperaron la libertad. La escopolamina provoca la pérdida de voluntad de las víctimas, pero lo más peligroso es que una sobredosis puede llevar a la muerte.

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