Clases de español para un nuevo comienzo

ENCUENTRO. Las clases de español se imparten en la Unidad de Movilidad Humana de la Prefectura de Pichincha.
ENCUENTRO. Las clases de español se imparten en la Unidad de Movilidad Humana de la Prefectura de Pichincha.
Conocimiento. Ghifar Al Ali Ghada es el profesor a cargo de la clase de español en la Unidad de Movilidad Humana..
Conocimiento. Ghifar Al Ali Ghada es el profesor a cargo de la clase de español en la Unidad de Movilidad Humana..
CONCENTRACIÓN. Los estudiantes de diferntes nacionalidades practican español a través de los ejercicios del profesor.
CONCENTRACIÓN. Los estudiantes de diferntes nacionalidades practican español a través de los ejercicios del profesor.
TRADICIÓN. Ghada Abuhalonb mantiene la tradición de su fe islámica.
TRADICIÓN. Ghada Abuhalonb mantiene la tradición de su fe islámica.

Unas 15 personas asisten a las clases de la Unidad de Movilidad Humana de la Prefectura.

Para comunicarse en esta clase hay veces que se necesita más de un traductor. Alguien que entienda español y árabe, y otro que pueda traducirlo todo en inglés. “Vamos a hablar en arabiol”, dice Ghifar Al Ali, mezclando los dos idiomas que más se usan en el aula.

Esta mañana han llegado 11 estudiantes hasta el cuarto piso del edificio de la Unidad de Movilidad Humana, de la Prefectura. Al Ali es profesor de español en ese sitio desde hace un año, pero su lengua de origen es el árabe. Nació y creció en Siria.

Todos los días, de 08:00 a 10:00, los extranjeros que están inscritos en el programa se esfuerzan para aprender el idioma oficial de un país que los ha recibido para que se queden de forma permanente.

“Imagina lo difícil que es conseguir trabajo para ellos que no saben nada de español”, dice el profesor con un leve acento en las “r”. Él aprendió el idioma en Cuba, cuando estudiaba Literatura y Letras, pero entendió lo que es ser migrante, mientras buscaba trabajo los primeros meses en Ecuador.

Dinámica
El tema del día es la conjugación de verbos. Al Ali explica que hay regulares e irregulares y hace que cada alumno diga en voz alta las respuestas a los ejercicios.

“En el persa no hay conjugaciones, no hay femenino, masculino. Es fácil”, dice Sina Zandi y Saman Jaranmardi lo respalda entre risas. Ellos son dos de los estudiantes más antiguos de la clase. Son amigos y llegaron juntos a Quito desde hace dos meses. Su país de origen es Irán. Se comunican en persa, curdo, inglés y “poquito de español”.

EL DATO
La Unidad de Movilidad Humana, de la Prefectura de Pichincha, está en la calle Buenos Aires y 10 de Agosto.
Aprenden el idioma porque necesitan conseguir un empleo. Zandi es profesor de cultura física y Jaranmardi arquitecto.

Entre los participantes que están en un nivel más avanzado está Ghada Abuhalonb, quien resuelve las conjugaciones con rapidez. Lleva un hiyab (velo) de color beige en la cabeza, de acuerdo a la tradición de la religión que profesa: el islam.

En Palestina, su país, era profesora de inglés, pero en Quito aún no ha buscado trabajo porque quiere primero aprender español. Su idioma nativo es el árabe.

Todos participan y el encargado de la clase aprovecha las frases que están en el libro para enseñarles nuevas palabras.

-“Ordenar ¿saben qué es?”, pregunta Al Ali.

-“A la orden”, responde Abuhalonb.

Las risas se escapan por un instante, igual que cuando alguien se equivoca en una conjugación o el profesor hace alguna broma sobre lo cansados que llegaron todos después de subir cuatro pisos por las gradas .

Buscando oportunidades
La clase transcurre entre risas y conversaciones en persa, árabe, español y francés. Es la tercera vez que Timite Bem Ali asiste. Él es de Costa de Marfil y su idioma natal es el bambara, también habla francés y un poco de inglés, casi nada de español. Se entiende bien con Sandra Marcellus, quien llegó de Haití hace tres meses.

60.560
refugiados recibió Ecuador entre 1989 y 2017Solo hace falta preguntarle a cada uno de los estudiantes su procedencia para que las historias fluyan.

Mina Faridi habla de sus dos hijos, dice que es ama de casa y que llegó a Quito hace dos meses.

Aprende el idioma con su esposo Sasan Zargaran. Los dos se sientan juntos y comparten una Tablet con Bem Ali, quien aún no tiene libro. La pareja de iraníes quiere un mejor futuro para sus hijos en Ecuador.

Junto a ellos está Silvia Nadim, la primera de siete hermanos. Tiene 22 años y llegó con toda su familia hace siete meses. Se graduó de rehabilitación deportiva en Jordania y por el momento solo estudia español.

Uno de los estudiantes nuevos es el egipcio Shirif Salaheldin. Casi no habla español pero se comunica bien en inglés. Para él, Ecuador es un nuevo comienzo, pues se divorció hace poco y quiso mudarse a otro país.

EL DATO
Las clases de español son de lunes a viernes de 08:00 a 10:00 y son gratuitas.
A su lado, Arash Nohammad Babolhavaeji, de Irán, dice que también ha llegado para buscar algo diferente a las situaciones de violencia que se viven en su país. Su compatriota Mohammad Baradaran Sharo (50), en cambio, espera vivir tranquilo su jubilación.

Ghifar Al Ali los escucha y, cuando hay la oportunidad, les aconseja. Él también añora su país, su familia, sus estudiantes de la Universidad de Damasco en la que participaba en un programa de literatura.

Quizá para no extrañar tanto, dice que desde la ventana de su casa en Quito tiene vista al Pichincha, igual que cuando vivía en Damasco, ahí hay una montaña parecida. “Se puede sobrevivir a una guerra, pero el espíritu de la gente está en crisis”, dice quien dejó la carrera de Periodismo en Siria cuando ya casi la terminaba.

Regresar no es una opción para él, por el momento, porque cree que faltan muchísimos años para que su país vuelva a ser lo que era, un lugar visitado por todo el mundo. Pero hasta que eso ocurra, seguirá enseñando español a quienes llegan en busca de oportunidades. (PCV)