‘El Hueco’, un barrio escondido en Calderón

Mirada. Vista panorámica del barrio que se encuentra en el extremo norte de Calderón.
Mirada. Vista panorámica del barrio que se encuentra en el extremo norte de Calderón.

Segundo Espinoza

Desde Laderas de San Francisco, que se encuentra en lo alto de una pendiente, se puede distinguir a un barrio escondido del norte de Quito, que está muy abajo, en un llano arenoso de 10 hectáreas.

Tiene una forma oval y limita a los costados con grandes precipicios y montañas. Es ‘El Hueco’, aunque el nombre con el que se pretende legalizarlo en el Municipio es Planadas de San Francisco, en Bellavista (Calderón).

En esta aldea de mañanas reverberantes viven unas 80 familias que carecen de los servicios básicos, sobre todo de agua potable. Solo cinco medidores dotan del líquido por unas horas y apenas dos veces por semana.

En los días muy calurosos, el agua embotellada de las dos únicas tiendas existentes se agota fácilmente. “Aquí nunca llueve. El clima es seco, similar al de El Chota”, relata Alonso Mina, de 53 años, oriundo de El Juncal.

En este lugar se pueden encontrar plantas de limas, taxo, aguacate, guabas, chirimoyas, mandarinas, fréjol, níspero, etc., que la mayoría de los moradores cultiva junto a sus viviendas de bloque y zinc.

Es una producción muy similar a la del valle de Guayllabamba, que desde la parte norte del ‘Hueco’ se la puede mirar a lo lejos.

Ningún propietario tiene cerramiento de concreto en su predio. Postes de alambres de púas separan los 150 metros cuadrados de cada lote. Todas sus calles son de tierra.

Como no hay alcantarillado, las viviendas cuentan son rudimentarios pozos sépticos, que son usadas también como depósitos de las aguas servidas.

Dos buses al día

A paso lento, don Macario Toaza (58) desciende desde Laderas de San Francisco por un camino rústico y sinuoso, aplastando inconscientemente piedrecillas con sus zapatos empolvados que apenas permiten distinguir su color café. Son las 09:40 y calcula que en 20 minutos llegará hasta su casa, que está asentada en aquella inmensa plataforma de rasgos rurales.

Desde hace 24 años, Mónica Onofre también se ha acostumbrado a caminar largos tramos, entre unos 20 y 25 minutos, hasta llegar a la estación de buses de Bellavista, para embarcarse en un transporte urbano. “No me quejo, me gusta el silencio y la tranquilidad del barrio, pese al polvo que se levanta”, dice la optimista mujer.

Agradece que por lo menos dos buses salgan desde ‘El Hueco’ en dos horarios distintos cada día: a las 06:00 y a las 11.30 (de lunes a viernes). El resto de horas la gente se las arregla para movilizarse. Tiene que gastar suela como Toaza, o desembolsar tres dólares a uno de los taxistas que se encuentra estacionado arriba, en Bellavista (a pocos pasos de Laderas de San Francisco).

Desde que llegó al barrio, hace 15 años, Toaza jamás ha pagado un taxi. “No tengo dinero. Hoy mismo estoy sin trabajo desde hace dos meses. Soy albañil. Mi mujer está enferma de epilepsia y tengo dos hijos en la escuela, de 8 y 10 años”, relata el hombre.

Con una mochila negra en su hombro y una funda de pan en su mano, camina impregnando los tacos de los zapatos en la tierra para no caerse. Está acostumbrado a caminar por esta ruta empinada.

Diálogo. Los moradores anhelan con tener algún día escrituras y obras municipales.
Diálogo. Los moradores anhelan con tener algún día escrituras y obras municipales.

Más de 25 años

A inicios de los 90’, Segundo Aguilar puso el siguiente anuncio en la radio: “Vendemos lotes de terrenos urbanizados en Bellavista de Calderón, con 50.000 sucres (casi 25 dólares al cambio de 1993) de entrada y 50.000 sucres mensuales…”.

“Nos dijo que la luz bajaría desde Bellavista. Con mingas cortamos los árboles y colocamos los postes, pero pasó el tiempo y la luz nunca llegó hasta que el Fondo de Electrificación Rural y Urbano Marginal nos ayudó hace unos 5 años”, recuerda Alfonso Mina.

Al principio se instalaron casuchas de madera con el número del lote y el nombre del supuesto propietario. Sorpresivamente, meses después apareció Germán Nicasio Jaramillo a reclamar por sus tierras. Muchos de los compradores ya habían pagado una parte de sus lotes. “Nos vendieron sin ningún papel, el problema se ahondó cuando aparecieron dos o tres personas como dueñas de un mismo predio”, manifiesta Alonso Tabango, presidente del Comité Barrial de Planadas de San Francisco.

El Dato
El camión recolector de basura baja solo los jueves. Esto sucede desde hace apenas dos años.Desde ahí el futuro de los 283 socios es incierto. El Municipio ha iniciado el proceso de expropiación especial para vender los lotes directamente a los beneficiarios, en base a la Ordenanza Metropolitana 0055, que se refiere a la regularización de los asentamientos humanos de hecho. Previo a eso necesitan la declaratoria de propiedad de utilidad pública por parte del cabildo.

En 2016 se hizo el levantamiento planialtimétrico. “La expropiación durará varios años, no sabemos cuántos. Y si el señor Jaramillo no llega a un acuerdo con el Municipio las cosas pueden complicarse”, comenta Luis Villamarín, de la Unidad Especial de Regula Tu Barrio de La Administración Municipal Calderón.

A diferencia de otros barrios urbanos, Planadas de San Francisco convive con el silencio. Casi no circulan vehículos en sus calles, salvo las camionetas o taxis que eventualmente llegan con carreras.

En una esquina, frente a la casa comunal, está una gruta con dos imágenes católicas de un metro y medio de altura (virgen de El Quinche y San Francisco) como vigilando a un grupo de ancianitos que matan el tiempo, silenciosamente, tejiendo manualidades.

En este lugar no hay ni una iglesia católica. Solo se han levantado los cimientos del futuro templo por iniciativa de los moradores.

Planadas de San Francisco es un barrio oculto y callado, que se halla escondido en una hondonada para que nadie lo vea, ni siquiera las autoridades.

Cinco barrios en proceso

Dos de cinco barrios de Calderón, que siguen este proceso desde 2012 tienen la declaratoria de propiedad de utilidad pública previo al paso de la expropiación. Estos son Madrigal 1 y Lote A35. Los otros barrios que aún no tienen esta declaratoria municipal son Planadas de San Francisco, Jardines de San Carlos y Geranios de Marianitas.

Una cancha los reúne

Una pequeña cancha multideportiva de tierra sirve para la recreación de la comunidad.

“Esta obrita la hicimos con los vecinos; es nuestra salvación, para no salir del barrio los fines de semana y quedarnos a jugar ecuavoley o indor fútbol”, dice Bolívar Chamorro. En este espacio, de 28m x 18m.