Jóvenes contra el Cáncer rindió homenaje a su gladiadora, Cristina Aspiazu

RECONOCIMIENTO. ‘Jóvenes contra el Cáncer’ entregó un diploma por su legado a Cristina Aspiazu.
RECONOCIMIENTO. ‘Jóvenes contra el Cáncer’ entregó un diploma por su legado a Cristina Aspiazu.

“La sonrisa está intacta”, comenta Alexandra Zabala cuando mira a su amiga Cristina Aspiazu, en una videollamada.

El celular permite que Cris esté presente en el homenaje que le rinde la Fundación ‘Jóvenes Contra el Cáncer’, en el Hospital Oncológico ‘Solca’.

Todos quieren verla. En la pantalla, la joven de 27 años saluda moviendo su mano. Un gorro rojo cubre el espacio en el que su cabello negro y rizado solía estar sujeto por una diadema.

Contra un gigante
A quienes llegaron con camisetas blancas, globos anaranjados y rosas, Cristina les enseñó a exigir sus derechos.

Fue hace cuatro años, cuando le detectaron linfoma de Hodkin, que Cristina empezó una batalla no solo contra el cáncer, sino contra el sistema.

Gustavo Dávila, director nacional de ‘Jóvenes Contra el Cáncer’, recuerda que Cris emprendió un juicio contra el Ministerio de Salud, en octubre de 2017, para que se apruebe la compra de medicina no establecida en el Cuadro Nacional de Medicamentos Básicos y Registro Terapéutico de Ecuador.

“Mi vida está en sus manos”, les dijo Aspiazu a las autoridades de ese entonces.

Ganó el juicio y las apelaciones y desde marzo de 2018, empezó el tratamiento en Solca.

Fueron ocho cansados meses, dice Dávila y agrega que si no hubiera pasado por eso, a lo mejor no estaría en etapa terminal.

Un ejemplo
De ahora en adelante a Cristina la conocerán como guerrera-gladiadora por su lucha constante y su trabajo a favor de la vida.

Durante estos años, Cris dictó 200 charlas.

EL DATO
En el homenaje, la Fundación también reconoció el apoyo de Solca en la lucha contra el cáncer. “Hace tres meses se graduó como ingeniera en hotelería y turismo”, menciona su amiga Alexandra, quien tiene cáncer al cerebro y que el próximo miércoles está de cumpleaños. “El único regalo que pido es que salga del hospital”.

“Apuren, le vamos a poder ver desde el ascensor unos segunditos”, dice Dávila.

Ahí está Cristina con una sonrisa y levantando sus brazos.

Ninguno de sus amigos alcanza a tomarle la mano o darle una palmada en la espalda.

“Te queremos Cris”, grita alguien mientras la puerta se cierra y su amiga, quien hace tres semanas tuvo una cirugía debido a una metástasis, sube hasta su habitación.

“Ella nos sintió, fueron abrazos sicológicos”, dice una niña de piel blanca y pañoleta rosa. (AVV)