Menos nacionales en el albergue San Juan de Dios

VISA. Un grupo de venezolanos recibieron una charla de la Defensoría Pública, en el Albergue San Juan de Dios, sobre los trámites para ser regularizados.
VISA. Un grupo de venezolanos recibieron una charla de la Defensoría Pública, en el Albergue San Juan de Dios, sobre los trámites para ser regularizados.

A un costado del Panecillo, en el albergue San Juan de Dios, los rostros cansados de decenas de venezolanos se confunden entre los de varios ecuatorianos: ancianos, enfermos y menesterosos. Desde hace algunos meses, los extranjeros hacen mayoría en este lugar.

Aquí pueden permanecer aproximadamente 15 días por un pago mínimo. En el edificio, que tiene capacidad para 300 personas, conviven más de 200 extranjeros entre apretujones y horarios puntuales para levantarse, comer y descansar.

En la noche, en una sala de 15 metros cuadrados, los venezolanos intercambian sus experiencias. Traban una amistad fugaz porque cada uno tomará su rumbo, quizás incierto, en las próximas horas. A la vista, un 90% de ellos son jóvenes de entre 20 y 28 años. Algunos llevan varios días en Quito. Otros, aún con sus ropas que delatan sus largas travesías, acaban de llegar.

Ya no hay camas
“Todos los días vienen hombres y mujeres, algunas con niños en brazos o en estado de gestación. De verdad cada vez hay más gente y eso me preocupa”, dice Isidro Vásquez, director ejecutivo del albergue.

El año pasado fueron hospedadas 11.526 personas, pero en lo que va de 2019 ya han sido atendidas 10.500. Vásquez lamenta no poder recibir a más viajeros. “Invito a las autoridades del Gobierno a una mesa de trabajo para buscar soluciones”, manifiesta.

Se necesitan artículos como colchones, frazadas, medicinas, alimentos, muebles, entre otros. Vásquez solicita la solidaridad de la comunidad para atender a “nuestros hermanos”.

‘No sé qué haré’
Desde El Vigía (Mérida), Milton Sierra, de 54 años, llegó a Quito con rumbo incierto. Llegó solo, sin su esposa y sus dos hijos. Este pintor automotriz inició su periplo hace un año cuando hizo su primera parada en Barranquilla. Allí trabajó unos ocho meses y después viajó a Bogotá.

EL DATO
Si desea realizar donaciones al albergue puede llamar al teléfono 2280542.Desde la capital colombiana avanzó a pie y ‘a dedo’ hasta la frontera de Rumichaca. En un tráiler avanzó hasta Ibarra y allí recogió dinero en las calles para el pasaje hasta Quito. “Buscaré empleo. Si no lo encuentro, no sé qué haré”, manifiesta este hombre que prefiere no hablar de política, menos de Chávez o Maduro.

Otros dos miembros de la Guardia Nacional venezolana, de 26 y 28 años, tampoco quieren saber nada de política. Uno de ellos solo lamenta: “en Venezuela nos estamos muriendo de hambre”. (SE)

Preocupación por el proceso de regularización

° Según el especialista en seguridad, Ricardo Camacho, el decreto ejecutivo 826, que dispone una amnistía migratoria para la regularización de los venezolanos que ingresaron al país hasta antes del 25 de julio, tiene un vacío.

“¿Qué va a suceder con aquellos que no registraron su ingreso al país? Quizás unos 60.000 u 80.000 lo hicieron por pasos informales”, señaló.

Por otro lado, cree que se debe reformar la Ley de Movilidad Humana para que se posibilite la deportación de quienes cometan infracciones o tengan problemas en sus pasados judiciales. A su criterio, sería un derecho de admisibilidad del país.

Defensoría Pública ofrece asesoría
Ángel Torres, defensor público, puso a disposición de los migrantes venezolanos los 200 puntos con los que cuenta la institución a escala nacional, principalmente en sitios fronterizos.

“Se les ofrecerá asesoría legal y patrocinios gratuitos, para que no queden en indefensión, más aún si están lejos de sus hogares”, comentó.

Para el efecto, la Defensoría Pública cuenta con la Unidad de Víctimas que brinda servicios legales a grupos en situación de vulnerabilidad, incluidas a personas en condición de movilidad humana.