Aulas que ayudan a chicos en hospitales

Situación.  Angélica se recupera de una peritonitis. Con su peluche favorito recibe clases en Hospital Baca Ortiz.
Situación. Angélica se recupera de una peritonitis. Con su peluche favorito recibe clases en Hospital Baca Ortiz.

A Ivis Pinto, quien tiene 11 años, le diagnosticaron diabetes tipo 1 cuando tenía 10. Padecer una enfermedad catastrófica la ha obligado a estar lejos de sus compañeros, pero eso no significa que esté perdiendo clases. Ella aprende todo lo que puede en el Baca Ortiz, donde funciona el programa de aulas hospitalarias, dirigido por el Ministerio de Educación, en convenio con el Ministerio de Salud.

El día en que se inauguró el año lectivo, disfrutó la presentación de un grupo de danza, que escogió la canción ‘Bajo el mar’ de la película ‘La Sirenita’.

Cada vez que necesita recibir tratamiento, Ivis y su madre Karina Jiménez, de 38 años, viajan desde Riobamba (Chimborazo), para que la niña reciba tratamiento en Quito. Esto, porque en su ciudad no hay diabetólogos infantiles.

Jiménez señala que la estancia de su pequeña en el hospital siempre es indeterminada. “Hay veces que se estabiliza y luego, en cuestión de horas o minutos, se descompensa”.

A pesar de su situación, a Ivis le motiva no perder clases, aunque con una sonrisa entristecida indica que extraña a sus amigos. Como ella, cerca de 14.000 estudiantes se educan bajo esta modalidad.

Fernanda Yépez, subsecretaria de Educación de Quito, señala que el objetivo es que los niños y jóvenes no tengan un retraso al integrarse a sus instituciones.

Apoyo familiar
“Como mamá es muy difícil estar aquí. Yo paso aquí desde las 07:00, hasta las 19:00”, cuenta Lizeth Romero, madre de una pequeña de 10 años, quien tuvo una perforación intestinal a causa de una peritonitis.

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casas de salud de la ciudad ofrecen este servicio. Romero valora las clases que se imparten en los hospitales, porque ayudan a que los chicos sobrelleven sus enfermedades y no pierdan tantas clases. Agrega que el apoyo emocional de los padres también es indispensable.

Jiménez comparte este criterio, pues considera que la labor no es únicamente de los docentes. Para que su hija esté al día, ella viaja constantemente a Riobamba para dejar las tareas. “Es complicado, pero nos estamos adaptando”, dice mientras abraza a Ivis para ayudarle a que se ponga de pie. (AVV)

Clases a domicilio
° El programa de aulas hospitalarias también se ejecuta de forma ambulatoria y domiciliaria. Como parte de este componente, las docentes van a las habitaciones u hogares de los pacientes que, por distintas razones no pueden movilizarse, y ahí refuerzan las materias que sean necesarias. Para esto, se requiere una evaluación por parte de la trabajadora social.

Dependiendo del diagnóstico médico, el Distrito también asigna un docente domiciliario.

El trabajo en conjunto con las instituciones educativas de los niños es fundamental, para que las docentes y sicólogas de los hospitales sepan los temas en los que deben trabajar.

Cifras
La iniciativa

° Hay 78 aulas hospitalarias a escala nacional

° Desde 2006, cerca de 62.000 niños y adolescentes se han beneficiado del programa.

° 12.000 niños fueron atendidos en 2018.