Violencia e incomprensión impiden a personas Glbti ‘salir del clóset’

Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.
Símbolo. El abogado Marco De la Cruz considera un logro que se haya abierto el candado constitucional que la sociedad impuso al matrimonio homosexual.

Saber que más de 12 personas trans han sido asesinadas o han muerto en lo que va de este año es uno de los aspectos que afectan a jóvenes que prefieren callar sus preferencias sexuales.

Aunque el 12 de junio se legalizó el matrimonio homosexual en Ecuador, la comunidad Lgbti (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales) aún se encuentra en constante lucha por el reconocimiento de sus derechos. La fundación Silueta X, por ejemplo, emite informes anuales sobre la situación que enfrenta esta población. El año pasado, por ejemplo, contabilizó 263 denuncias de personas Lgbti, que sufrieron discriminación en servicios de salud en el país. En medio de esta realidad, jóvenes como Emilio León, Marco De la Cruz y Augusth Espinoza coinciden en que “salir del clóset” sigue siendo difícil por la violencia y la incomprensión social. A continuación, sus testimonios.

LAHORA/LAB

Un taller con estudiantes universitarios de Periodismo.
Doménica Yánez, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito)

Saber que más de 12 personas trans han sido asesinadas o han muerto en lo que va de este año es uno de los aspectos que afectan a jóvenes que prefieren callar sus preferencias sexuales.

Aunque el 12 de junio se legalizó el matrimonio homosexual en Ecuador, la comunidad Lgbti (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales) aún se encuentra en constante lucha por el reconocimiento de sus derechos. La fundación Silueta X, por ejemplo, emite informes anuales sobre la situación que enfrenta esta población. El año pasado, por ejemplo, contabilizó 263 denuncias de personas Lgbti, que sufrieron discriminación en servicios de salud en el país. En medio de esta realidad, jóvenes como Emilio León, Marco De la Cruz y Augusth Espinoza coinciden en que “salir del clóset” sigue siendo difícil por la violencia y la incomprensión social. A continuación, sus testimonios.

LAHORA/LAB

Un taller con estudiantes universitarios de Periodismo.
Doménica Yánez, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito)

Saber que más de 12 personas trans han sido asesinadas o han muerto en lo que va de este año es uno de los aspectos que afectan a jóvenes que prefieren callar sus preferencias sexuales.

Aunque el 12 de junio se legalizó el matrimonio homosexual en Ecuador, la comunidad Lgbti (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales) aún se encuentra en constante lucha por el reconocimiento de sus derechos. La fundación Silueta X, por ejemplo, emite informes anuales sobre la situación que enfrenta esta población. El año pasado, por ejemplo, contabilizó 263 denuncias de personas Lgbti, que sufrieron discriminación en servicios de salud en el país. En medio de esta realidad, jóvenes como Emilio León, Marco De la Cruz y Augusth Espinoza coinciden en que “salir del clóset” sigue siendo difícil por la violencia y la incomprensión social. A continuación, sus testimonios.

LAHORA/LAB

Un taller con estudiantes universitarios de Periodismo.
Doménica Yánez, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito)

Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.
Paz. Augusth Espinosa disfruta de su libro favorito.

Saber que más de 12 personas trans han sido asesinadas o han muerto en lo que va de este año es uno de los aspectos que afectan a jóvenes que prefieren callar sus preferencias sexuales.

Aunque el 12 de junio se legalizó el matrimonio homosexual en Ecuador, la comunidad Lgbti (Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgénero e Intersexuales) aún se encuentra en constante lucha por el reconocimiento de sus derechos. La fundación Silueta X, por ejemplo, emite informes anuales sobre la situación que enfrenta esta población. El año pasado, por ejemplo, contabilizó 263 denuncias de personas Lgbti, que sufrieron discriminación en servicios de salud en el país. En medio de esta realidad, jóvenes como Emilio León, Marco De la Cruz y Augusth Espinoza coinciden en que “salir del clóset” sigue siendo difícil por la violencia y la incomprensión social. A continuación, sus testimonios.

LAHORA/LAB

Un taller con estudiantes universitarios de Periodismo.
Doménica Yánez, estudiante de periodismo de la Universidad San Francisco de Quito)

‘Yo me veía y era un pecado, una abominación’

Augusth Espinosa, 19 años.
° Mi infancia fue tranquila. Yo no sabía cómo identificarme o cómo expresarme con las demás personas y eso vino a influenciar mucho en mi forma de ser. Siempre supe que no estaba en los estándares que te da la sociedad.

Primero le conté a una amiga del colegio. Ella me ayudó a entender que me gustaban las chicas. Luego, mi mejor amiga fue la primera en enterarse que no me sentía identificado con el género que nací. Casi la mayoría de mi familia no sabe sobre mi orientación e identidad sexual, solo ciertas personas importantes para mí como mis papás. Ellos se enteraron de la peor forma, me emborraché, porque una chica me había dejado y se me salió todo. Intenté de mil y una formas en decirles, pero no podía y ese día se me salió. Me críe en un hogar cristiano. Entonces, siempre tuve esa influencia de la iglesia en mi casa y eso no me ayudaba en nada. Me veía y era un pecado, una abominación y no sabía a quién decírselo. Siempre me alejaba de las personas viendo como pensaban. Siempre fui precavido en ese sentido de ver por mí. Quería no sentirme mal y yo no hacerle sentir mal a otro.

‘Yo me veía y era un pecado, una abominación’

Augusth Espinosa, 19 años.
° Mi infancia fue tranquila. Yo no sabía cómo identificarme o cómo expresarme con las demás personas y eso vino a influenciar mucho en mi forma de ser. Siempre supe que no estaba en los estándares que te da la sociedad.

Primero le conté a una amiga del colegio. Ella me ayudó a entender que me gustaban las chicas. Luego, mi mejor amiga fue la primera en enterarse que no me sentía identificado con el género que nací. Casi la mayoría de mi familia no sabe sobre mi orientación e identidad sexual, solo ciertas personas importantes para mí como mis papás. Ellos se enteraron de la peor forma, me emborraché, porque una chica me había dejado y se me salió todo. Intenté de mil y una formas en decirles, pero no podía y ese día se me salió. Me críe en un hogar cristiano. Entonces, siempre tuve esa influencia de la iglesia en mi casa y eso no me ayudaba en nada. Me veía y era un pecado, una abominación y no sabía a quién decírselo. Siempre me alejaba de las personas viendo como pensaban. Siempre fui precavido en ese sentido de ver por mí. Quería no sentirme mal y yo no hacerle sentir mal a otro.

‘Yo me veía y era un pecado, una abominación’

Augusth Espinosa, 19 años.
° Mi infancia fue tranquila. Yo no sabía cómo identificarme o cómo expresarme con las demás personas y eso vino a influenciar mucho en mi forma de ser. Siempre supe que no estaba en los estándares que te da la sociedad.

Primero le conté a una amiga del colegio. Ella me ayudó a entender que me gustaban las chicas. Luego, mi mejor amiga fue la primera en enterarse que no me sentía identificado con el género que nací. Casi la mayoría de mi familia no sabe sobre mi orientación e identidad sexual, solo ciertas personas importantes para mí como mis papás. Ellos se enteraron de la peor forma, me emborraché, porque una chica me había dejado y se me salió todo. Intenté de mil y una formas en decirles, pero no podía y ese día se me salió. Me críe en un hogar cristiano. Entonces, siempre tuve esa influencia de la iglesia en mi casa y eso no me ayudaba en nada. Me veía y era un pecado, una abominación y no sabía a quién decírselo. Siempre me alejaba de las personas viendo como pensaban. Siempre fui precavido en ese sentido de ver por mí. Quería no sentirme mal y yo no hacerle sentir mal a otro.

‘Yo me veía y era un pecado, una abominación’

Augusth Espinosa, 19 años.
° Mi infancia fue tranquila. Yo no sabía cómo identificarme o cómo expresarme con las demás personas y eso vino a influenciar mucho en mi forma de ser. Siempre supe que no estaba en los estándares que te da la sociedad.

Primero le conté a una amiga del colegio. Ella me ayudó a entender que me gustaban las chicas. Luego, mi mejor amiga fue la primera en enterarse que no me sentía identificado con el género que nací. Casi la mayoría de mi familia no sabe sobre mi orientación e identidad sexual, solo ciertas personas importantes para mí como mis papás. Ellos se enteraron de la peor forma, me emborraché, porque una chica me había dejado y se me salió todo. Intenté de mil y una formas en decirles, pero no podía y ese día se me salió. Me críe en un hogar cristiano. Entonces, siempre tuve esa influencia de la iglesia en mi casa y eso no me ayudaba en nada. Me veía y era un pecado, una abominación y no sabía a quién decírselo. Siempre me alejaba de las personas viendo como pensaban. Siempre fui precavido en ese sentido de ver por mí. Quería no sentirme mal y yo no hacerle sentir mal a otro.

Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.
Decidido. Emilio León lleva cuatro años en tratamiento hormonal.

‘Mi abuela quiso llevarme con un sicólogo o un cura’

Emilio León, 25 años.
° “Desde pequeño me trataban como a una niña. A los 10 años me dieron una clase de educación sexual y dije: ‘Me va a crecer el pene’, pero crecieron otras cosas.

Durante la pubertad quería obligarme a ser ‘normal’. Les pedí a mis compañeras que me ayudaran a ser como ellas y me obligué a salir con chicos, pero no me sentía cómodo. Me gustaba una compañera y sentí que estaba haciendo mal. No hay una educación que te diga que es normal, que siendo mujer te gusten las mujeres, y siendo hombre te gusten los hombres; o ambos. La sicóloga del colegio fue la primera persona a la que le conté sobre mi incomodidad. Lastimosamente, la despidieron. Vino otra profesional de esa rama y me dijo que yo tenía un problema de autoestima, que debía verme al espejo todos los días y repetirme que soy hermosa.

A los 18 años encontré el término trans, hace tres años me di cuenta que soy bi y a los 21 empecé el tratamiento hormonal. Mi abuela quería que me llevaran con un sicólogo o un cura. Mi papá me dijo que nunca iba a dejar de ser mujer. El endocrinólogo me ayudó a entender que eso no iba a ser así. Hoy en día estudio Sicología. Quiero ayudar a las personas para que no pasen lo que yo viví”.

‘Nací siendo un criminal’

Marco de la Cruz, 27 años.
° “Yo siempre supe que era gay. Cuando era niño y veía las películas y me fijaba más en el príncipe. A la primera persona que le comenté sobre mi orientación sexual fue una amiga. Ella fue mi novia primero.

Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años y mamá se convirtió en la cabeza de la familia. Ella conocía a mi pareja como mi mejor amigo. Yo sabía en qué fecha le iba a contar a mi mamá y le iba preparando. Le regalé el libro de Ricky Martin, cuando veíamos noticias le sacaba el tema a conversación, para conocer cuál era su posición. Para suerte mía, nunca fue una posición de total rechazo.

La reacción de mi madre fue quedarse en ‘shock’, luego empezó a llorar. Me preguntó si abusaron de mí, o si hicieron algo mal como padres. Le dije que todo estaba bien. A las dos horas ya me estaba comentando: ¿Y cómo es tu novio? Me llovían sus preguntas, como cuando un niño de tres te pregunta el por qué de todo. Me pidió que no les contara a mis hermanos, pero ellos ya sabían.

En la universidad, cuando hice mi tesis de Derecho sobre el caso de Satia y las familias homoparentales, enfrenté varios obstáculos. Tuve que cambiar dos veces de tutor. Cuando me dieron tribunal; no leían mi tesis o se excusaban o no calificaban. Para mí fue un viacrucis. Ahora soy abogado y trabajo como asesor legislativo en la Asamblea Nacional del Ecuador. En 1992 nací siendo un criminal pues estaba vigente un código penal que criminalizaba a los gays”.

Problemas de acceso a la salud de comunidad Lgbti en 2018

° Discriminación en centros de salud y hospitales 53
° Inacción sobre atención sicológica 42
° Inacción sobre terapias hormonales 32
° Maltratos por personal de salud 5
° Maltratos por personal Limpieza 8
° Maltratos por personal de seguridad 7
° Omisión y exclusión en salud 12
° Violencia verbal en centros de salud y hospitales 25
° Violencia sicológica en centros de salud y hospitales 37
° Inacción sobre el no uso de siliconas 22
° Desabastecimiento de antirretrovirales 11
° Violencia física en hospitales y centros de salud 1
° Inacción en clínicas de deshomosexualización 8
Fuente: Silueta X

‘Mi abuela quiso llevarme con un sicólogo o un cura’

Emilio León, 25 años.
° “Desde pequeño me trataban como a una niña. A los 10 años me dieron una clase de educación sexual y dije: ‘Me va a crecer el pene’, pero crecieron otras cosas.

Durante la pubertad quería obligarme a ser ‘normal’. Les pedí a mis compañeras que me ayudaran a ser como ellas y me obligué a salir con chicos, pero no me sentía cómodo. Me gustaba una compañera y sentí que estaba haciendo mal. No hay una educación que te diga que es normal, que siendo mujer te gusten las mujeres, y siendo hombre te gusten los hombres; o ambos. La sicóloga del colegio fue la primera persona a la que le conté sobre mi incomodidad. Lastimosamente, la despidieron. Vino otra profesional de esa rama y me dijo que yo tenía un problema de autoestima, que debía verme al espejo todos los días y repetirme que soy hermosa.

A los 18 años encontré el término trans, hace tres años me di cuenta que soy bi y a los 21 empecé el tratamiento hormonal. Mi abuela quería que me llevaran con un sicólogo o un cura. Mi papá me dijo que nunca iba a dejar de ser mujer. El endocrinólogo me ayudó a entender que eso no iba a ser así. Hoy en día estudio Sicología. Quiero ayudar a las personas para que no pasen lo que yo viví”.

‘Nací siendo un criminal’

Marco de la Cruz, 27 años.
° “Yo siempre supe que era gay. Cuando era niño y veía las películas y me fijaba más en el príncipe. A la primera persona que le comenté sobre mi orientación sexual fue una amiga. Ella fue mi novia primero.

Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años y mamá se convirtió en la cabeza de la familia. Ella conocía a mi pareja como mi mejor amigo. Yo sabía en qué fecha le iba a contar a mi mamá y le iba preparando. Le regalé el libro de Ricky Martin, cuando veíamos noticias le sacaba el tema a conversación, para conocer cuál era su posición. Para suerte mía, nunca fue una posición de total rechazo.

La reacción de mi madre fue quedarse en ‘shock’, luego empezó a llorar. Me preguntó si abusaron de mí, o si hicieron algo mal como padres. Le dije que todo estaba bien. A las dos horas ya me estaba comentando: ¿Y cómo es tu novio? Me llovían sus preguntas, como cuando un niño de tres te pregunta el por qué de todo. Me pidió que no les contara a mis hermanos, pero ellos ya sabían.

En la universidad, cuando hice mi tesis de Derecho sobre el caso de Satia y las familias homoparentales, enfrenté varios obstáculos. Tuve que cambiar dos veces de tutor. Cuando me dieron tribunal; no leían mi tesis o se excusaban o no calificaban. Para mí fue un viacrucis. Ahora soy abogado y trabajo como asesor legislativo en la Asamblea Nacional del Ecuador. En 1992 nací siendo un criminal pues estaba vigente un código penal que criminalizaba a los gays”.

Problemas de acceso a la salud de comunidad Lgbti en 2018

° Discriminación en centros de salud y hospitales 53
° Inacción sobre atención sicológica 42
° Inacción sobre terapias hormonales 32
° Maltratos por personal de salud 5
° Maltratos por personal Limpieza 8
° Maltratos por personal de seguridad 7
° Omisión y exclusión en salud 12
° Violencia verbal en centros de salud y hospitales 25
° Violencia sicológica en centros de salud y hospitales 37
° Inacción sobre el no uso de siliconas 22
° Desabastecimiento de antirretrovirales 11
° Violencia física en hospitales y centros de salud 1
° Inacción en clínicas de deshomosexualización 8
Fuente: Silueta X

‘Mi abuela quiso llevarme con un sicólogo o un cura’

Emilio León, 25 años.
° “Desde pequeño me trataban como a una niña. A los 10 años me dieron una clase de educación sexual y dije: ‘Me va a crecer el pene’, pero crecieron otras cosas.

Durante la pubertad quería obligarme a ser ‘normal’. Les pedí a mis compañeras que me ayudaran a ser como ellas y me obligué a salir con chicos, pero no me sentía cómodo. Me gustaba una compañera y sentí que estaba haciendo mal. No hay una educación que te diga que es normal, que siendo mujer te gusten las mujeres, y siendo hombre te gusten los hombres; o ambos. La sicóloga del colegio fue la primera persona a la que le conté sobre mi incomodidad. Lastimosamente, la despidieron. Vino otra profesional de esa rama y me dijo que yo tenía un problema de autoestima, que debía verme al espejo todos los días y repetirme que soy hermosa.

A los 18 años encontré el término trans, hace tres años me di cuenta que soy bi y a los 21 empecé el tratamiento hormonal. Mi abuela quería que me llevaran con un sicólogo o un cura. Mi papá me dijo que nunca iba a dejar de ser mujer. El endocrinólogo me ayudó a entender que eso no iba a ser así. Hoy en día estudio Sicología. Quiero ayudar a las personas para que no pasen lo que yo viví”.

‘Nací siendo un criminal’

Marco de la Cruz, 27 años.
° “Yo siempre supe que era gay. Cuando era niño y veía las películas y me fijaba más en el príncipe. A la primera persona que le comenté sobre mi orientación sexual fue una amiga. Ella fue mi novia primero.

Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años y mamá se convirtió en la cabeza de la familia. Ella conocía a mi pareja como mi mejor amigo. Yo sabía en qué fecha le iba a contar a mi mamá y le iba preparando. Le regalé el libro de Ricky Martin, cuando veíamos noticias le sacaba el tema a conversación, para conocer cuál era su posición. Para suerte mía, nunca fue una posición de total rechazo.

La reacción de mi madre fue quedarse en ‘shock’, luego empezó a llorar. Me preguntó si abusaron de mí, o si hicieron algo mal como padres. Le dije que todo estaba bien. A las dos horas ya me estaba comentando: ¿Y cómo es tu novio? Me llovían sus preguntas, como cuando un niño de tres te pregunta el por qué de todo. Me pidió que no les contara a mis hermanos, pero ellos ya sabían.

En la universidad, cuando hice mi tesis de Derecho sobre el caso de Satia y las familias homoparentales, enfrenté varios obstáculos. Tuve que cambiar dos veces de tutor. Cuando me dieron tribunal; no leían mi tesis o se excusaban o no calificaban. Para mí fue un viacrucis. Ahora soy abogado y trabajo como asesor legislativo en la Asamblea Nacional del Ecuador. En 1992 nací siendo un criminal pues estaba vigente un código penal que criminalizaba a los gays”.

Problemas de acceso a la salud de comunidad Lgbti en 2018

° Discriminación en centros de salud y hospitales 53
° Inacción sobre atención sicológica 42
° Inacción sobre terapias hormonales 32
° Maltratos por personal de salud 5
° Maltratos por personal Limpieza 8
° Maltratos por personal de seguridad 7
° Omisión y exclusión en salud 12
° Violencia verbal en centros de salud y hospitales 25
° Violencia sicológica en centros de salud y hospitales 37
° Inacción sobre el no uso de siliconas 22
° Desabastecimiento de antirretrovirales 11
° Violencia física en hospitales y centros de salud 1
° Inacción en clínicas de deshomosexualización 8
Fuente: Silueta X

‘Mi abuela quiso llevarme con un sicólogo o un cura’

Emilio León, 25 años.
° “Desde pequeño me trataban como a una niña. A los 10 años me dieron una clase de educación sexual y dije: ‘Me va a crecer el pene’, pero crecieron otras cosas.

Durante la pubertad quería obligarme a ser ‘normal’. Les pedí a mis compañeras que me ayudaran a ser como ellas y me obligué a salir con chicos, pero no me sentía cómodo. Me gustaba una compañera y sentí que estaba haciendo mal. No hay una educación que te diga que es normal, que siendo mujer te gusten las mujeres, y siendo hombre te gusten los hombres; o ambos. La sicóloga del colegio fue la primera persona a la que le conté sobre mi incomodidad. Lastimosamente, la despidieron. Vino otra profesional de esa rama y me dijo que yo tenía un problema de autoestima, que debía verme al espejo todos los días y repetirme que soy hermosa.

A los 18 años encontré el término trans, hace tres años me di cuenta que soy bi y a los 21 empecé el tratamiento hormonal. Mi abuela quería que me llevaran con un sicólogo o un cura. Mi papá me dijo que nunca iba a dejar de ser mujer. El endocrinólogo me ayudó a entender que eso no iba a ser así. Hoy en día estudio Sicología. Quiero ayudar a las personas para que no pasen lo que yo viví”.

‘Nací siendo un criminal’

Marco de la Cruz, 27 años.
° “Yo siempre supe que era gay. Cuando era niño y veía las películas y me fijaba más en el príncipe. A la primera persona que le comenté sobre mi orientación sexual fue una amiga. Ella fue mi novia primero.

Mi papá falleció cuando yo tenía 12 años y mamá se convirtió en la cabeza de la familia. Ella conocía a mi pareja como mi mejor amigo. Yo sabía en qué fecha le iba a contar a mi mamá y le iba preparando. Le regalé el libro de Ricky Martin, cuando veíamos noticias le sacaba el tema a conversación, para conocer cuál era su posición. Para suerte mía, nunca fue una posición de total rechazo.

La reacción de mi madre fue quedarse en ‘shock’, luego empezó a llorar. Me preguntó si abusaron de mí, o si hicieron algo mal como padres. Le dije que todo estaba bien. A las dos horas ya me estaba comentando: ¿Y cómo es tu novio? Me llovían sus preguntas, como cuando un niño de tres te pregunta el por qué de todo. Me pidió que no les contara a mis hermanos, pero ellos ya sabían.

En la universidad, cuando hice mi tesis de Derecho sobre el caso de Satia y las familias homoparentales, enfrenté varios obstáculos. Tuve que cambiar dos veces de tutor. Cuando me dieron tribunal; no leían mi tesis o se excusaban o no calificaban. Para mí fue un viacrucis. Ahora soy abogado y trabajo como asesor legislativo en la Asamblea Nacional del Ecuador. En 1992 nací siendo un criminal pues estaba vigente un código penal que criminalizaba a los gays”.

Problemas de acceso a la salud de comunidad Lgbti en 2018

° Discriminación en centros de salud y hospitales 53
° Inacción sobre atención sicológica 42
° Inacción sobre terapias hormonales 32
° Maltratos por personal de salud 5
° Maltratos por personal Limpieza 8
° Maltratos por personal de seguridad 7
° Omisión y exclusión en salud 12
° Violencia verbal en centros de salud y hospitales 25
° Violencia sicológica en centros de salud y hospitales 37
° Inacción sobre el no uso de siliconas 22
° Desabastecimiento de antirretrovirales 11
° Violencia física en hospitales y centros de salud 1
° Inacción en clínicas de deshomosexualización 8
Fuente: Silueta X