32 muertes violentas en cárceles

Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)
Situación. El último caso se registró en la cárcel de Machala. (Foto: Archivo)

Redacción GUAYAQUIL

No fue una, ni dos, ni tres… fueron 6 puñaladas las que acabaron con la vida de David Pérez Alcívar, quien se convirtió en la víctima número 31 de la nómina de 32 asesinados en el interior de las cárceles en 2019. El hecho se registró en el Centro de Rehabilitación Social de Machala (El Oro).

Si bien este año se declaró un estado de emergencia carcelario (entre mayo y agosto), la violencia no cesa y el problema sigue siendo “grave”, tal como lo califica Edmundo Moncayo, director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).

El uso de armas blancas, de fuego y objetos cortopunzantes resulta preocupante. “Las armas son fabricadas a la interna de los centros de privación de libertad. Se idean mecanismos para la fabricación de las mismas”, dijo Moncayo, durante un acto de entrega de grilletes electrónicos en Carchi.

El experto en seguridad Ricardo Camacho considera que erradicar el ingreso de armas es una tarea que está en manos del Gobierno: “La mayoría de las personas saben que las armas entran, generalmente, por donde ingresan los alimentos; mientras no haya escáneres de control, seguirán ingresando las armas”.

Para él, se requiere un sistema penitenciario “verdadero y fuerte”, no con policías preparados para prevención de delitos, sino con “elementos capacitados para ser guías penitenciarios”.

“Cuando uno quiere formar una gran institución penitenciaria -asegura-, tiene que formar escuelas de guías”.

Sobre la fabricación de armas, Camacho explicó que el reo puede elaborarlas en el taller donde cumple una jornada de trabajo; pero, aun así, “esto se puede controlar con detectores de metales y requisas”. (DAB)

Redacción GUAYAQUIL

No fue una, ni dos, ni tres… fueron 6 puñaladas las que acabaron con la vida de David Pérez Alcívar, quien se convirtió en la víctima número 31 de la nómina de 32 asesinados en el interior de las cárceles en 2019. El hecho se registró en el Centro de Rehabilitación Social de Machala (El Oro).

Si bien este año se declaró un estado de emergencia carcelario (entre mayo y agosto), la violencia no cesa y el problema sigue siendo “grave”, tal como lo califica Edmundo Moncayo, director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).

El uso de armas blancas, de fuego y objetos cortopunzantes resulta preocupante. “Las armas son fabricadas a la interna de los centros de privación de libertad. Se idean mecanismos para la fabricación de las mismas”, dijo Moncayo, durante un acto de entrega de grilletes electrónicos en Carchi.

El experto en seguridad Ricardo Camacho considera que erradicar el ingreso de armas es una tarea que está en manos del Gobierno: “La mayoría de las personas saben que las armas entran, generalmente, por donde ingresan los alimentos; mientras no haya escáneres de control, seguirán ingresando las armas”.

Para él, se requiere un sistema penitenciario “verdadero y fuerte”, no con policías preparados para prevención de delitos, sino con “elementos capacitados para ser guías penitenciarios”.

“Cuando uno quiere formar una gran institución penitenciaria -asegura-, tiene que formar escuelas de guías”.

Sobre la fabricación de armas, Camacho explicó que el reo puede elaborarlas en el taller donde cumple una jornada de trabajo; pero, aun así, “esto se puede controlar con detectores de metales y requisas”. (DAB)

Redacción GUAYAQUIL

No fue una, ni dos, ni tres… fueron 6 puñaladas las que acabaron con la vida de David Pérez Alcívar, quien se convirtió en la víctima número 31 de la nómina de 32 asesinados en el interior de las cárceles en 2019. El hecho se registró en el Centro de Rehabilitación Social de Machala (El Oro).

Si bien este año se declaró un estado de emergencia carcelario (entre mayo y agosto), la violencia no cesa y el problema sigue siendo “grave”, tal como lo califica Edmundo Moncayo, director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).

El uso de armas blancas, de fuego y objetos cortopunzantes resulta preocupante. “Las armas son fabricadas a la interna de los centros de privación de libertad. Se idean mecanismos para la fabricación de las mismas”, dijo Moncayo, durante un acto de entrega de grilletes electrónicos en Carchi.

El experto en seguridad Ricardo Camacho considera que erradicar el ingreso de armas es una tarea que está en manos del Gobierno: “La mayoría de las personas saben que las armas entran, generalmente, por donde ingresan los alimentos; mientras no haya escáneres de control, seguirán ingresando las armas”.

Para él, se requiere un sistema penitenciario “verdadero y fuerte”, no con policías preparados para prevención de delitos, sino con “elementos capacitados para ser guías penitenciarios”.

“Cuando uno quiere formar una gran institución penitenciaria -asegura-, tiene que formar escuelas de guías”.

Sobre la fabricación de armas, Camacho explicó que el reo puede elaborarlas en el taller donde cumple una jornada de trabajo; pero, aun así, “esto se puede controlar con detectores de metales y requisas”. (DAB)

Redacción GUAYAQUIL

No fue una, ni dos, ni tres… fueron 6 puñaladas las que acabaron con la vida de David Pérez Alcívar, quien se convirtió en la víctima número 31 de la nómina de 32 asesinados en el interior de las cárceles en 2019. El hecho se registró en el Centro de Rehabilitación Social de Machala (El Oro).

Si bien este año se declaró un estado de emergencia carcelario (entre mayo y agosto), la violencia no cesa y el problema sigue siendo “grave”, tal como lo califica Edmundo Moncayo, director del Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas Privadas de Libertad y a Adolescentes Infractores (SNAI).

El uso de armas blancas, de fuego y objetos cortopunzantes resulta preocupante. “Las armas son fabricadas a la interna de los centros de privación de libertad. Se idean mecanismos para la fabricación de las mismas”, dijo Moncayo, durante un acto de entrega de grilletes electrónicos en Carchi.

El experto en seguridad Ricardo Camacho considera que erradicar el ingreso de armas es una tarea que está en manos del Gobierno: “La mayoría de las personas saben que las armas entran, generalmente, por donde ingresan los alimentos; mientras no haya escáneres de control, seguirán ingresando las armas”.

Para él, se requiere un sistema penitenciario “verdadero y fuerte”, no con policías preparados para prevención de delitos, sino con “elementos capacitados para ser guías penitenciarios”.

“Cuando uno quiere formar una gran institución penitenciaria -asegura-, tiene que formar escuelas de guías”.

Sobre la fabricación de armas, Camacho explicó que el reo puede elaborarlas en el taller donde cumple una jornada de trabajo; pero, aun así, “esto se puede controlar con detectores de metales y requisas”. (DAB)