¿Qué ciudad queremos ser?

Mariana Velasco

San Francisco de Quito, cumplió 485 años de fundación española. ¿Queremos de esta urbe, una capital tercermundista, una metrópoli latinoamericana o una ciudad universal, inclusiva y amigable al ser Patrimonio Cultural de la Humanidad? ¿Qué ciudad queremos ser? Eso pasa por determinar a quienes buscamos incluir.

En seis meses en funciones, el Alcalde y las autoridades deben decidir por el modelo de gestión y una hoja de ruta que permita monitorear su trabajo. Dios perdona, el tiempo no. Este transcurre frente a la impaciencia de los ciudadanos al no visualizar una decisión política para atender los contrastes y necesidades de la ciudad por parte de la autoridad ‘pet friendly’.

Está a flor de piel lo ocurrido en octubre durante el paro nacional donde el vandalismo fue el paradigma de lucha y el pueblo testigo de la maldad que ensangrentó la capital, mientras sus autoridades guardaron convenientes silencios ante angustiosos y violentos momentos.

El burgomaestre no ganó cómodamente las elecciones del 14 de mayo, como para frotarse las manos. Tiene abiertos varios frentes; encara un juicio penal, avanza el proceso de revocatoria de mandato, no hay gestión eficiente de inversión en infraestructura pública, la medida del hoy no circula tampoco soluciona el caótico tránsito de la ciudad.

El populista candidato vendió a Quito su proyecto de trabajo que recoge el eje de productividad, para convertirla en una ciudad óptima para la inversión que se fundamente en la competitividad, emprendimiento y turismo. Aún no se visibiliza.

Por más títulos que ostente Quito, los críticos aumentan y bajo las calles con nuevo asfalto, se ocultan inmensas necesidades sociales: galopante inseguridad, corrupción en el manejo de empresas públicas, invasión de vendedores ambulantes, financiamiento presupuestario y desempleo que dejan personas en la angustia y miseria.

Una urbe segregada es insostenible.
¿Qué ciudad queremos ser? Como joya patrimonial, la capital de los ecuatorianos debe ser una ciudad de oportunidades para todos y todas. Cabe recordar a la autoridad que el deterioro de las condiciones de vida es el flanco más débil de cualquier gobernante.

[email protected]

Mariana Velasco

San Francisco de Quito, cumplió 485 años de fundación española. ¿Queremos de esta urbe, una capital tercermundista, una metrópoli latinoamericana o una ciudad universal, inclusiva y amigable al ser Patrimonio Cultural de la Humanidad? ¿Qué ciudad queremos ser? Eso pasa por determinar a quienes buscamos incluir.

En seis meses en funciones, el Alcalde y las autoridades deben decidir por el modelo de gestión y una hoja de ruta que permita monitorear su trabajo. Dios perdona, el tiempo no. Este transcurre frente a la impaciencia de los ciudadanos al no visualizar una decisión política para atender los contrastes y necesidades de la ciudad por parte de la autoridad ‘pet friendly’.

Está a flor de piel lo ocurrido en octubre durante el paro nacional donde el vandalismo fue el paradigma de lucha y el pueblo testigo de la maldad que ensangrentó la capital, mientras sus autoridades guardaron convenientes silencios ante angustiosos y violentos momentos.

El burgomaestre no ganó cómodamente las elecciones del 14 de mayo, como para frotarse las manos. Tiene abiertos varios frentes; encara un juicio penal, avanza el proceso de revocatoria de mandato, no hay gestión eficiente de inversión en infraestructura pública, la medida del hoy no circula tampoco soluciona el caótico tránsito de la ciudad.

El populista candidato vendió a Quito su proyecto de trabajo que recoge el eje de productividad, para convertirla en una ciudad óptima para la inversión que se fundamente en la competitividad, emprendimiento y turismo. Aún no se visibiliza.

Por más títulos que ostente Quito, los críticos aumentan y bajo las calles con nuevo asfalto, se ocultan inmensas necesidades sociales: galopante inseguridad, corrupción en el manejo de empresas públicas, invasión de vendedores ambulantes, financiamiento presupuestario y desempleo que dejan personas en la angustia y miseria.

Una urbe segregada es insostenible.
¿Qué ciudad queremos ser? Como joya patrimonial, la capital de los ecuatorianos debe ser una ciudad de oportunidades para todos y todas. Cabe recordar a la autoridad que el deterioro de las condiciones de vida es el flanco más débil de cualquier gobernante.

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San Francisco de Quito, cumplió 485 años de fundación española. ¿Queremos de esta urbe, una capital tercermundista, una metrópoli latinoamericana o una ciudad universal, inclusiva y amigable al ser Patrimonio Cultural de la Humanidad? ¿Qué ciudad queremos ser? Eso pasa por determinar a quienes buscamos incluir.

En seis meses en funciones, el Alcalde y las autoridades deben decidir por el modelo de gestión y una hoja de ruta que permita monitorear su trabajo. Dios perdona, el tiempo no. Este transcurre frente a la impaciencia de los ciudadanos al no visualizar una decisión política para atender los contrastes y necesidades de la ciudad por parte de la autoridad ‘pet friendly’.

Está a flor de piel lo ocurrido en octubre durante el paro nacional donde el vandalismo fue el paradigma de lucha y el pueblo testigo de la maldad que ensangrentó la capital, mientras sus autoridades guardaron convenientes silencios ante angustiosos y violentos momentos.

El burgomaestre no ganó cómodamente las elecciones del 14 de mayo, como para frotarse las manos. Tiene abiertos varios frentes; encara un juicio penal, avanza el proceso de revocatoria de mandato, no hay gestión eficiente de inversión en infraestructura pública, la medida del hoy no circula tampoco soluciona el caótico tránsito de la ciudad.

El populista candidato vendió a Quito su proyecto de trabajo que recoge el eje de productividad, para convertirla en una ciudad óptima para la inversión que se fundamente en la competitividad, emprendimiento y turismo. Aún no se visibiliza.

Por más títulos que ostente Quito, los críticos aumentan y bajo las calles con nuevo asfalto, se ocultan inmensas necesidades sociales: galopante inseguridad, corrupción en el manejo de empresas públicas, invasión de vendedores ambulantes, financiamiento presupuestario y desempleo que dejan personas en la angustia y miseria.

Una urbe segregada es insostenible.
¿Qué ciudad queremos ser? Como joya patrimonial, la capital de los ecuatorianos debe ser una ciudad de oportunidades para todos y todas. Cabe recordar a la autoridad que el deterioro de las condiciones de vida es el flanco más débil de cualquier gobernante.

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San Francisco de Quito, cumplió 485 años de fundación española. ¿Queremos de esta urbe, una capital tercermundista, una metrópoli latinoamericana o una ciudad universal, inclusiva y amigable al ser Patrimonio Cultural de la Humanidad? ¿Qué ciudad queremos ser? Eso pasa por determinar a quienes buscamos incluir.

En seis meses en funciones, el Alcalde y las autoridades deben decidir por el modelo de gestión y una hoja de ruta que permita monitorear su trabajo. Dios perdona, el tiempo no. Este transcurre frente a la impaciencia de los ciudadanos al no visualizar una decisión política para atender los contrastes y necesidades de la ciudad por parte de la autoridad ‘pet friendly’.

Está a flor de piel lo ocurrido en octubre durante el paro nacional donde el vandalismo fue el paradigma de lucha y el pueblo testigo de la maldad que ensangrentó la capital, mientras sus autoridades guardaron convenientes silencios ante angustiosos y violentos momentos.

El burgomaestre no ganó cómodamente las elecciones del 14 de mayo, como para frotarse las manos. Tiene abiertos varios frentes; encara un juicio penal, avanza el proceso de revocatoria de mandato, no hay gestión eficiente de inversión en infraestructura pública, la medida del hoy no circula tampoco soluciona el caótico tránsito de la ciudad.

El populista candidato vendió a Quito su proyecto de trabajo que recoge el eje de productividad, para convertirla en una ciudad óptima para la inversión que se fundamente en la competitividad, emprendimiento y turismo. Aún no se visibiliza.

Por más títulos que ostente Quito, los críticos aumentan y bajo las calles con nuevo asfalto, se ocultan inmensas necesidades sociales: galopante inseguridad, corrupción en el manejo de empresas públicas, invasión de vendedores ambulantes, financiamiento presupuestario y desempleo que dejan personas en la angustia y miseria.

Una urbe segregada es insostenible.
¿Qué ciudad queremos ser? Como joya patrimonial, la capital de los ecuatorianos debe ser una ciudad de oportunidades para todos y todas. Cabe recordar a la autoridad que el deterioro de las condiciones de vida es el flanco más débil de cualquier gobernante.

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