Señales de alerta

Franklin Barriga López

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), brazo de las Naciones Unidas especializado en materia económica y entre cuyos principales objetivos consta promover el desarrollo económico y social del subcontinente, en su “Panorama social de América Latina” entrega datos por demás preocupantes.

A diciembre del año que termina, el diagnóstico de dicho organismo presenta señales de alerta, en un contexto regional marcado por el bajo crecimiento, la emergencia climática, el aumento y mayor complejidad de la migración, profundas transformaciones en la demografía y el mercado laboral, a lo cual debe añadirse una violencia urbana que sacude a varios países, sea por causas estructurales o por acción de gobiernos y grupos que propician, de manera planificada, la instauración del caos, para pescar a río revuelto.

Según las estimaciones referidas, se calcula que aproximadamente seis millones de personas pasarán a engrosar las filas de la pobreza extrema, que llegará a 72 millones de personas y la pobreza general, a 191 millones, cifras que reflejan el descenso del bienestar en amplios sectores y fuertes limitaciones para que los seres humanos puedan ascender desde sus arraigados niveles donde campean la falta de oportunidades y la desesperanza.

Ante lo expuesto, los líderes de los países latinoamericanos y caribeños tienen un gigantesco reto que no se puede eludir únicamente con la generalizada demagogia.

En este contexto, es preciso un análisis de lo aseverado por Simón Bolívar hace más de 190 años: “Uncido el pueblo al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni poder, ni saber, ni virtud”.

¿Qué se debe hacer? Seguir la ruta que ya han trazado las naciones más adelantadas del planeta.
[email protected]

Franklin Barriga López

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), brazo de las Naciones Unidas especializado en materia económica y entre cuyos principales objetivos consta promover el desarrollo económico y social del subcontinente, en su “Panorama social de América Latina” entrega datos por demás preocupantes.

A diciembre del año que termina, el diagnóstico de dicho organismo presenta señales de alerta, en un contexto regional marcado por el bajo crecimiento, la emergencia climática, el aumento y mayor complejidad de la migración, profundas transformaciones en la demografía y el mercado laboral, a lo cual debe añadirse una violencia urbana que sacude a varios países, sea por causas estructurales o por acción de gobiernos y grupos que propician, de manera planificada, la instauración del caos, para pescar a río revuelto.

Según las estimaciones referidas, se calcula que aproximadamente seis millones de personas pasarán a engrosar las filas de la pobreza extrema, que llegará a 72 millones de personas y la pobreza general, a 191 millones, cifras que reflejan el descenso del bienestar en amplios sectores y fuertes limitaciones para que los seres humanos puedan ascender desde sus arraigados niveles donde campean la falta de oportunidades y la desesperanza.

Ante lo expuesto, los líderes de los países latinoamericanos y caribeños tienen un gigantesco reto que no se puede eludir únicamente con la generalizada demagogia.

En este contexto, es preciso un análisis de lo aseverado por Simón Bolívar hace más de 190 años: “Uncido el pueblo al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni poder, ni saber, ni virtud”.

¿Qué se debe hacer? Seguir la ruta que ya han trazado las naciones más adelantadas del planeta.
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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), brazo de las Naciones Unidas especializado en materia económica y entre cuyos principales objetivos consta promover el desarrollo económico y social del subcontinente, en su “Panorama social de América Latina” entrega datos por demás preocupantes.

A diciembre del año que termina, el diagnóstico de dicho organismo presenta señales de alerta, en un contexto regional marcado por el bajo crecimiento, la emergencia climática, el aumento y mayor complejidad de la migración, profundas transformaciones en la demografía y el mercado laboral, a lo cual debe añadirse una violencia urbana que sacude a varios países, sea por causas estructurales o por acción de gobiernos y grupos que propician, de manera planificada, la instauración del caos, para pescar a río revuelto.

Según las estimaciones referidas, se calcula que aproximadamente seis millones de personas pasarán a engrosar las filas de la pobreza extrema, que llegará a 72 millones de personas y la pobreza general, a 191 millones, cifras que reflejan el descenso del bienestar en amplios sectores y fuertes limitaciones para que los seres humanos puedan ascender desde sus arraigados niveles donde campean la falta de oportunidades y la desesperanza.

Ante lo expuesto, los líderes de los países latinoamericanos y caribeños tienen un gigantesco reto que no se puede eludir únicamente con la generalizada demagogia.

En este contexto, es preciso un análisis de lo aseverado por Simón Bolívar hace más de 190 años: “Uncido el pueblo al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni poder, ni saber, ni virtud”.

¿Qué se debe hacer? Seguir la ruta que ya han trazado las naciones más adelantadas del planeta.
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Franklin Barriga López

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), brazo de las Naciones Unidas especializado en materia económica y entre cuyos principales objetivos consta promover el desarrollo económico y social del subcontinente, en su “Panorama social de América Latina” entrega datos por demás preocupantes.

A diciembre del año que termina, el diagnóstico de dicho organismo presenta señales de alerta, en un contexto regional marcado por el bajo crecimiento, la emergencia climática, el aumento y mayor complejidad de la migración, profundas transformaciones en la demografía y el mercado laboral, a lo cual debe añadirse una violencia urbana que sacude a varios países, sea por causas estructurales o por acción de gobiernos y grupos que propician, de manera planificada, la instauración del caos, para pescar a río revuelto.

Según las estimaciones referidas, se calcula que aproximadamente seis millones de personas pasarán a engrosar las filas de la pobreza extrema, que llegará a 72 millones de personas y la pobreza general, a 191 millones, cifras que reflejan el descenso del bienestar en amplios sectores y fuertes limitaciones para que los seres humanos puedan ascender desde sus arraigados niveles donde campean la falta de oportunidades y la desesperanza.

Ante lo expuesto, los líderes de los países latinoamericanos y caribeños tienen un gigantesco reto que no se puede eludir únicamente con la generalizada demagogia.

En este contexto, es preciso un análisis de lo aseverado por Simón Bolívar hace más de 190 años: “Uncido el pueblo al triple yugo de la ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido adquirir ni poder, ni saber, ni virtud”.

¿Qué se debe hacer? Seguir la ruta que ya han trazado las naciones más adelantadas del planeta.
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