¿Frustrado ‘sueño’ correísta?

¿Fue antaño el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social una función del Estado imparcial y promotora de la transparencia? La respuesta negativa a estas preguntas, de forma contundente e inequívoca, se las tuvo en la consulta popular y el referéndum, que dieron paso al Consejo transitorio del que la opinión pública guarda las mayores y mejores consideraciones. Luego vino la debacle del Consejo presidido por el cura Tuárez.

En el correísmo el Consejo nunca fue autónomo y tampoco propició alguna vez la segunda parte de su pomposo nombre: el control social. Durante una década, el Consejo solo fue un instrumento para erosionar las bases de la convivencia democrática y establecer una estructura de gobierno al servicio de un partido político y su líder, subordinando en particular las instancias de control y la justicia. Reformarlo y limitarlo en sus funciones es tema que se debate en la Asamblea Nacional.

Un vergonzoso capítulo de nuestra historia reciente pende sobre el nuevo Consejo, al que aún aspira a colarse el correísmo. Fuera de ella se reúnen firmas para abrir el camino hacia su desaparición. El Comité por la Institucionalización Democrática continuará con la recolección de firmas hasta completar las 26.319 que necesita para que se convoque al referéndum sobre si se elimina o no al Consejo.

El CNE dio al Comité hasta el 29 de febrero de 2020 para que complete las firmas. Tal como están las cosas, ¿tendremos los ecuatorianos alguna vez una real y efectiva separación de poderes y la garantía de libertades individuales? Cualquier elemento que pueda ir contra la soberanía popular debería echarse de lado pero, en verdad, ¿podemos hacerlo?


El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor”. Francisco de Quevedo Escritor español (1580-1645)

Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente”. Peter Drucker Escritor y consultor austriaco (1909-2005)

¿Fue antaño el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social una función del Estado imparcial y promotora de la transparencia? La respuesta negativa a estas preguntas, de forma contundente e inequívoca, se las tuvo en la consulta popular y el referéndum, que dieron paso al Consejo transitorio del que la opinión pública guarda las mayores y mejores consideraciones. Luego vino la debacle del Consejo presidido por el cura Tuárez.

En el correísmo el Consejo nunca fue autónomo y tampoco propició alguna vez la segunda parte de su pomposo nombre: el control social. Durante una década, el Consejo solo fue un instrumento para erosionar las bases de la convivencia democrática y establecer una estructura de gobierno al servicio de un partido político y su líder, subordinando en particular las instancias de control y la justicia. Reformarlo y limitarlo en sus funciones es tema que se debate en la Asamblea Nacional.

Un vergonzoso capítulo de nuestra historia reciente pende sobre el nuevo Consejo, al que aún aspira a colarse el correísmo. Fuera de ella se reúnen firmas para abrir el camino hacia su desaparición. El Comité por la Institucionalización Democrática continuará con la recolección de firmas hasta completar las 26.319 que necesita para que se convoque al referéndum sobre si se elimina o no al Consejo.

El CNE dio al Comité hasta el 29 de febrero de 2020 para que complete las firmas. Tal como están las cosas, ¿tendremos los ecuatorianos alguna vez una real y efectiva separación de poderes y la garantía de libertades individuales? Cualquier elemento que pueda ir contra la soberanía popular debería echarse de lado pero, en verdad, ¿podemos hacerlo?


El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor”. Francisco de Quevedo Escritor español (1580-1645)

Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente”. Peter Drucker Escritor y consultor austriaco (1909-2005)

¿Fue antaño el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social una función del Estado imparcial y promotora de la transparencia? La respuesta negativa a estas preguntas, de forma contundente e inequívoca, se las tuvo en la consulta popular y el referéndum, que dieron paso al Consejo transitorio del que la opinión pública guarda las mayores y mejores consideraciones. Luego vino la debacle del Consejo presidido por el cura Tuárez.

En el correísmo el Consejo nunca fue autónomo y tampoco propició alguna vez la segunda parte de su pomposo nombre: el control social. Durante una década, el Consejo solo fue un instrumento para erosionar las bases de la convivencia democrática y establecer una estructura de gobierno al servicio de un partido político y su líder, subordinando en particular las instancias de control y la justicia. Reformarlo y limitarlo en sus funciones es tema que se debate en la Asamblea Nacional.

Un vergonzoso capítulo de nuestra historia reciente pende sobre el nuevo Consejo, al que aún aspira a colarse el correísmo. Fuera de ella se reúnen firmas para abrir el camino hacia su desaparición. El Comité por la Institucionalización Democrática continuará con la recolección de firmas hasta completar las 26.319 que necesita para que se convoque al referéndum sobre si se elimina o no al Consejo.

El CNE dio al Comité hasta el 29 de febrero de 2020 para que complete las firmas. Tal como están las cosas, ¿tendremos los ecuatorianos alguna vez una real y efectiva separación de poderes y la garantía de libertades individuales? Cualquier elemento que pueda ir contra la soberanía popular debería echarse de lado pero, en verdad, ¿podemos hacerlo?


El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor”. Francisco de Quevedo Escritor español (1580-1645)

Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente”. Peter Drucker Escritor y consultor austriaco (1909-2005)

¿Fue antaño el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social una función del Estado imparcial y promotora de la transparencia? La respuesta negativa a estas preguntas, de forma contundente e inequívoca, se las tuvo en la consulta popular y el referéndum, que dieron paso al Consejo transitorio del que la opinión pública guarda las mayores y mejores consideraciones. Luego vino la debacle del Consejo presidido por el cura Tuárez.

En el correísmo el Consejo nunca fue autónomo y tampoco propició alguna vez la segunda parte de su pomposo nombre: el control social. Durante una década, el Consejo solo fue un instrumento para erosionar las bases de la convivencia democrática y establecer una estructura de gobierno al servicio de un partido político y su líder, subordinando en particular las instancias de control y la justicia. Reformarlo y limitarlo en sus funciones es tema que se debate en la Asamblea Nacional.

Un vergonzoso capítulo de nuestra historia reciente pende sobre el nuevo Consejo, al que aún aspira a colarse el correísmo. Fuera de ella se reúnen firmas para abrir el camino hacia su desaparición. El Comité por la Institucionalización Democrática continuará con la recolección de firmas hasta completar las 26.319 que necesita para que se convoque al referéndum sobre si se elimina o no al Consejo.

El CNE dio al Comité hasta el 29 de febrero de 2020 para que complete las firmas. Tal como están las cosas, ¿tendremos los ecuatorianos alguna vez una real y efectiva separación de poderes y la garantía de libertades individuales? Cualquier elemento que pueda ir contra la soberanía popular debería echarse de lado pero, en verdad, ¿podemos hacerlo?


El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor”. Francisco de Quevedo Escritor español (1580-1645)

Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente”. Peter Drucker Escritor y consultor austriaco (1909-2005)