POR: Melissa Zurita.
Quito tiene niveles críticos de contaminación en sus ríos por la expansión desorganizada de la ciudad y la carencia de un verdadero parque industrial. Además, no existe un sistema de tratamiento de aguas completo, transformando esta problemática en una amenaza para la salud.
Cinco grandes afluentes cruzan por el Distrito: Machángara, Monjas, San Pedro, Pita y Guayllabamba. Sin embargo, la Secretaría de Ambiente del Municipio confirma que únicamente el Pita cuenta con un rango bajo en los límites de preservación de vida acuática: solo uno de cinco afluentes que cruzan la ciudad no está tan contaminado.
Esto, según especialistas, se debe a que no cruza directamente por la ciudad, y al nacer de los deshielos de los volcanes Cotopaxi y Sincholagua y culminar con una cascada, se ha convertido en un atractivo turístico y un espacio de admiración donde incluso se realizan rituales shamánicos.
En un recorrido realizado por un equipo de La Hora se verificó que en el resto de ríos abundan fundas plásticas enredadas entre palos y piedras, restos de llantas y materiales de construcción. Sin embargo, las aguas residuales que terminan en estas cuencas son el agente más contaminante.
Así lo afirma Patricio Javier Espinoza-Montero, docente investigador de la Escuela de Ciencias Químicas de la Universidad Católica. Explica que el agua de un río con buena calidad debe contener un máximo 0,3 miligramos de grasas o aceites por cada litro (mg/L).
Esto no ocurre en los ríos capitalinos, pues se ha identificado una alta carga orgánica, sólidos en suspensión total, nitrógeno, detergentes, coliformes fecales, metales pesados y otros componentes.
“Empresas de galvanizado, por ejemplo, no tienen un tratamiento adecuado ni contratan a gestores ambientales para tratar sus residuos y la mayoría de aguas que se descargan de las casas no son tratadas”.
Control
Iván Bastidas, director de Gestión de Calidad Ambiental de la Secretaría de Ambiente, comenta que ellos controlan las descargas líquidas de las industrias y verifican el impacto de estos residuos en el sistema de alcantarillado o cuerpos de agua.
130
miligramos por litro tenía el Machángara en 2018.Sin embargo, pese a que el Machángara ha bajado su demanda química de oxígeno, el valor sigue estando sobre la norma. En 2017 se registraron 290 mg/l, y según los monitoreos realizados en 2018 se redujo a 130/mg/l.
Otro problema es que en la ciudad no se separan las aguas lluvias y de descargas de hogares e industrias. Todo se condensa en un solo lugar para luego desembocar en los ríos y, posteriormente, terminar en el mar.
La idea es mantener un control y seguimiento permanente a las industrias para que las descargas que salen al alcantarillado cumplan y estén bajo los niveles que dice la normativa. “En caso de identificar un problema, se notifica a la empresa y tienen 3 meses para corregirlo. Caso contrario, se informa a la Agencia Metropolitana de Control para que proceda”, agrega Bastidas.
EL DATO
La contaminación del Guayllabamba llega directamente a los mares de Esmeraldas.
Ricardo Buitrón, activista del grupo Acción Ecológica, comenta que esto ha sido una lucha de varios años y por ello han planteado la necesidad de tener un sistema de tratamiento de aguas residuales. “Hemos asistido a reuniones con los representantes de varias administraciones, pero no ha sido una prioridad, lo cual es grave”, comenta.
La Gerencia de Ambiente de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps) responde que las aguas residuales de la ciudad, a excepción de la zona de Quitumbe, que cuenta con una planta de tratamiento de agua residual doméstica, son descargadas en el alcantarillado sanitario y luego entregadas a quebradas y cuerpos de agua cercanos.
Sin embargo, las cargas contaminantes tóxicas, consistentes en metales pesados y orgánicos tóxicos deben ser removidas por las propias industrias, según lo establece la Ley.
La Epmaps ha desarrollado un programa para descontaminar los afluentes. De momento, se opera un gran porcentaje de la primera fase del proyecto, con la planta de Quitumbe, y para completar las acciones del plan la Epmaps asegura que contará con fondos provenientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la construcción de una nueva planta en la Merced.
Factores
Buitrón menciona que la responsabilidad directa es de las autoridades, pero la ciudadanía pone su ‘contribución’, pues hay quienes aprovechan quebradas y ríos para botar escombros, basura y residuos de todo tipo.
0,3
miligramos de grasas o aceites por litro es el máximo permitido. De esto sabe bien Rosita Cajas, moradora del sector de El Recreo, quien comenta que del río Machángara se emanan olores fétidos y nauseabundos como muestra de la suciedad. “Hay veces en que el olor es insoportable, lo que preocupa son las ratas porque viven entre muebles viejos y llantas botadas”.
Buitrón recalca que se trata de un tema de salud pública: “Todo lo que llega al río Guayllabamba va directo a la Costa por el río Esmeraldas y la misma agua es utilizada en el camino por pobladores de las zonas rurales en sus riegos”.
Ante la pregunta de La Hora sobre el retiro de la basura, la Empresa Pública Metropolitana de Aseo de Quito (Emaseo) responde que es competencia del Ministerio de Ambiente, a través del Programa Nacional Integral de Residuos Sólidos. Aseguran también que en estos espacios no se realizan recolecciones de basura ni desechos.
Prohibiciones legales
No descargar en el alcantarillado
° Fragmentos de piedra
° Cenizas
° Vidrios
° Resinas sintéticas
° Plásticos
° Cemento
° Hidróxido de calcio
° Residuos de malta
° Levadura
° Látex
° Bitumen
° Alquitrán y sus emulsiones de aceite
° Residuos líquidos que tienden a endurecerse
° Gasolina
° Petróleo
° Aceites vegetales y animales
° Aceites minerales usados
° Hidrocarburos clorados
° Sustancias tóxicas como el cianuro, ácido hidrazoico y sus sales
° Carburos