SIP, heridas y democracia

Sara Serrano Albuja

El diálogo entre la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y el presidente Lenín Moreno es una señal histórica para nuestra convaleciente democracia herida. “No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de ésta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del pueblo”, dice el artículo número 1 de la Declaración de Chapultepec y el 10 señala que “ningún medio de comunicación o periodista debe ser sancionado por difundir la verdad o formular críticas o denuncias contra el poder político”.

El ataque a la comunicación crítica en el régimen pasado no solo implicó asfixia económica, multas, discriminación de la publicidad oficialista o monopolización estatal de frecuencias sino, lamentablemente, las oscuras señales de que comunicadores y medios críticos fueron objetos de persecución, siniestros espionajes, hackeos, escuchas telefónicas y otras cobardes y bajas herramientas del poder para dañar su credibilidad por considerarlos amenazas. Las verdaderas amenazas apocalípticas de las naciones son la pobreza, la ignorancia y la corrupción.

Mientras los ciudadanos honestos críticos se comían la camisa y eran estigmatizados por dizque haberse “derechizado”, otros se aseguraban cargos, jugosos salarios, becas internacionales, viajes y se forraban de recursos por su obediencia, complicidad o silencio. ¿Quiénes y para qué intereses se hicieron las listas de masivos despidos en contra de docentes, médicos, juristas, ciudadanos uniformados y otros profesionales?

Bien por la urgente revisión dialógica de los abusos de las leyes de educación y de comunicación que no competen solo a los gremios. Bien por la lucha a favor de la transparencia y autonomía institucional pero, todo ello debe pasar, también, por conversar con los afectados, reivindicarlos, garantizar su trabajo y honra. “Es obligación dialogar con todos los ecuatorianos” dijo en su informe a la nación el presidente Moreno. Los actos de un estadista dan esperanza y frutos. Solo la comunicación democrática y la transparencia sanarán heridas.

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