Mostaza

Padre Martín Gondra

A veces sentimos a Dios muy cercano, pero otras, parece que se oculta, lejano. Depende de lo que uno espere. Hoy, quizá buscamos en Él soluciones a problemas que no enfrentamos, le exigimos ciertos beneficios para ahora mismo, o que, al ser tan bueno, no debe permitir que nos ocurran ciertas calamidades. Como si ser cristiano fuera un seguro contra dolores y sufrimientos.

Pero, ¿cómo actúa en la humanidad? Jesús nos dice que cuenta con la persona para sembrar la semilla, pero que el fruto es su obra, no la nuestra. Si intento controlar su crecimiento con ansiedad, la semilla se sofoca y muere. Vivamos el Reino con la urgencia de quien sólo tiene un día para sembrar, pero luego se puede dormir tranquilo, porque la eficacia del resultado está en sus manos.

La historia del grano de mostaza, rechazada siempre por la lógica de los resultados a corto plazo, que domina todas las instituciones, se la creen sólo los pequeños, aquellos para quienes seguir viviendo un día más es un regalo maravilloso que les desborda y lo agradecen, con el corazón en la mano, al Padre creador.

Pensemos, ¿quién soporta más el peso del alma humana? ¿Los políticos, los responsables económicos o tanta persona anónima que saca adelante su familia en soledad como puede, cuida de niños en riesgo, es paciente con los ancianos y enfermos sin esperanza?

La felicidad de la persona está en la red invisible de amor gratuito y callado que le rodea y parece insignificante, pero que no pueden sustituir ni la lejanía del Estado, ni los personajes en campaña, en busca de titulares y cargos, prometiendo imposibles y disimulando la realidad.

Menos apariencia y más servicio, sin fotos. También nosotros, en la Iglesia.

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