Del enfoque de género al miedo

SARAI GARCÍA GUERRA

Una palabra aparentemente inocente se torna insólita y amenazante en el discurso público, ‘el género’, parece convertirse en un término espantoso que atenta en contra de la familia y lo moral. Durante las últimas semanas la aceptación del enfoque de género en el ámbito educativo se ha convertido en un tema de conmoción y espanto.

Mensajes que ubican al enfoque de género como un marco referencial que promueve cirugías de cambio de sexo a edades tempranas, la promoción de sexualidades diversas en edades preescolares o la dotación de preservativos en educación inicial son varios ejemplos de los mensajes distorsionados que se han emitido desde grupos conservadores en ataque la implementación del enfoque de género en el campo educativo.

Independientemente de los acuerdos o desacuerdos que individualmente puedan sostenerse respecto de la teoría de género, la producción y difusión de mensajes distorsionados, dan cuenta de una postura que únicamente puede sostener sus argumentos a través de la implantación del miedo y el engaño.

La teoría de género apunta a analizar las relaciones existentes entre hombres y mujeres y cómo éstas no se configuran desde el lugar de lo natural, sino que obedecen a procesos biológicos, sicológicos e históricos, a travesados por condiciones políticas, sociales, culturales y económicas, que inciden en las condiciones de inequidad e ideas que pueden perpetuar la desigualdad en razón de género.

El enfoque de género no es una respuesta absoluta que mejorará las condiciones vitales ni formas de interacción existentes en la sociedad, sin embargo que aquellos grupos que se oponen a la consideración de este enfoque en el sistema educativo apelen a la desinformación para deslegitimar la implementación de este enfoque quizá deba convertirse en razón suficiente para aproximarse a esta propuesta teórica menos prejuiciosamente.

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