Corrupción como estilo de gobierno

Nada sorprende de los correístas y arrepentidos del correísmo (son lo mismo). Cumplieron los requerimientos del “manual del corrupto”. Desde el ático de Lovaina se desgañita, vía twitter, el expresidente e imputado por corrupción: “Soy un perseguido político. No creo en la justicia ecuatoriana porque está cooptada por el ejecutivo”. Cinismo y “caretuquez” (su palabra es) llevados a la excelencia. Olvida cuando, en 2011, metió la mano en la justicia en su consulta popular. ¿Quién paga a sus abogados internacionales?
Jacques Ramírez, personaje del correísmo (hermano de René, quien destrozó la educación superior y ofrecía negocios con Tesla, en Yachay) “compone” “canciones que ya existen”, como el himno partisano italiano “Bella Ciao”. El plagio “es de todos”. Olvidan la tesis de “rincón del vago” del preso cumpleañero Glas, el título “exprés” de la ex titular de la Asamblea y el título inexistente del primo Pedro.

Asambleístas: correístas, de Alianza País (lo mismo son) y otros cobraban “diezmos” a sus adjuntos y obligándolos a aportar al “proyecto” en su perjuicio. Decían defender los derechos de los trabajadores, pero cobraban a sus asesores. Si quieren reelegirse o aspirar a otros cargos, hay que rechazarlos en las urnas, en 2019.

El mismo Correa bendijo esos diezmos en cargos públicos, como aportes al movimiento AP. Su exprofesor y exsuperintendente de bancos, Francisco Arellano Raffo, inauguró la práctica en 2007, usual en ministerios y secretarías durante el correísmo.

En la década perdida se desbarataron los valores, la ética y el servicio público. Se hizo negocios sucios desde las altas esferas del Estado. Se robó, impunemente, bajo el amparo de funcionarios que debían velar por el dinero del contribuyente.

Los ahora prófugos, exiliados o descuidados por las investigaciones en los casos de corrupción, se pasean aquí y en el exterior haciendo gala de su viveza criolla, vileza y sinvergüencería. El “cuentero del ático de Lovaina” insiste en “persecución política” y sus allegados van a Washington a defenderse ante los organismos que antes denigraban. ¡Qué “caretucos”!

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