El líder necesario

DIANA LUZURIAGA VERA

En muchos casos se tilda a una persona de líder solamente por su manera hábil de hablar o desenvolverse frente a un grupo, pero el verdadero liderazgo implica mucho más. Por supuesto, liderazgo no es lo mismo que elocuencia, buena oratoria o inteligencia verbal. Sócrates nos advirtió que la buena oratoria sin conocimientos o verdad era simplemente condescendencia, burla e irrespeto a la audiencia.

El líder necesario, tiene una enorme responsabilidad, sacude el statu quo. Su liderazgo no es un logro, sino un compromiso; sus alianzas no se fundan en la transacción, sino en la inspiración; crea una cultura de esperanza y optimismo a su alrededor; no genera incondicionalidades, sino respeto; no conlleva privilegios, sino sacrificios; no tiene garantizado el poder formal, sino que corre el riesgo de quedar al margen por su autenticidad.

El verdadero líder no es el que defiende a fuerza de gritos sus posturas, sino aquel que con inteligencia y respeto hace comprender a los demás sus razones, es quien logra cambios y acciones por medio del ejemplo no de las órdenes.

Requerimos mujeres y hombres determinados, informados y propositivos, que creen empatía, no porque se allanan a los comportamientos errados de sus partidos políticos o porque sean complacientes para obtener votos, sino porque su desafío se funda en la credibilidad de su pueblo, porque buscan el bienestar de la comunidad y no sólo de sus familiares y allegados.

Los líderes que necesitamos son los que entienden perfectamente el significado del viejo y conocido refrán “dime con quién andas y te diré quién eres”, la congruencia en el actuar demuestra más que mil palabras. No olvidemos a quienes hoy por su conveniencia intentan normalizar lo incorrecto, desleal y antiético.

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