Habrá esperanza

XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

Los ecuatorianos estamos deseosos de encontrar luz al final del túnel en que nos sumergieron por más de una década aquellos en los que confiamos y casi terminan por robarnos la esperanza, el cuadro estelar que nos pintaron en los primeros periodos de gobierno de los corazones ardientes, solo resultó tener magia que fluía al compás en que los precios del petróleo que se encuentra aún en nuestro subsuelo, estaba en los techos más elevados a los que en ninguna otra época se había alcanzado.

Vivir de las lamentaciones, de lo que se pudo hacer y no se realizó no nos sirve absolutamente de nada, al contrario la ciudadanía y sociedad civil debe forzar a que continúen las investigaciones hasta desatar todos los cabos y que los operadores de la justicia hagan su trabajo con apego, voluntad y corresponsabilidad con el pueblo, que somos quienes a ellos mantenemos en esos puestos públicos y confiamos aún en su ética y rectitud en caso que la tengan.

El hedor a alcantarilla en todas las gestiones que realizó el anterior gobierno aún es fuerte y repugnante, no hay institución pública y funcionarios que no estén salpicados o amaneados por los tentáculos de la corrupción, sea por acción u omisión, la dimensión de los hechos repudiables alcanza la magnitud de aquellos episodios imaginarios que bien pueden servir de inspiración a Sebastián Cordero para hacer una apología de la delincuencia con cuello y corbata que nos ha gobernado, al punto que la tranquilidad de los apolíticos también se ha exasperado, ya que es un cuento tenebroso que parece no tiene final.

Que nos queda con todo esto compatriotas si al hablar de valores nos encontramos a la ética por los suelos, a la moral despedazada; si hablamos de sociedad tenemos una organización política fragmentada y con anemia crónica, con una economía como el Titanic en sus horas finales.

El trabajo es arduo y a nuestros hijos debemos inculcarles que a pesar del desastre siempre habrá una esperanza para construir, pero para acrisolarla debemos comprometernos a darle vida todos nosotros.

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