La salud espiritual

Jesús Muñoz Diez

Dios corrige a los que ama, es decir a todos; porque nos trata como a hijos que somos. Su medicina es el Amor, que nos garantiza salud, felicidad, gozo; no sin el dolor propio de la transformación hacia la perfección sobrenatural, que promueve su activa y comunitaria presencia en nuestro espíritu humano.

La enfermedad del cuerpo la cura el médico, en el mejor de los casos. Las rarezas de nuestra psicología, los psicoterapeutas y los siquiatras; aunque a veces no pasan del mundo de las emociones, sentimientos y pasiones sicosomáticas. Las enfermedades espirituales (egoísmo, soberbia; orgullo, tibieza) requieren un tratamiento amoroso del Médico divino, que vive en nuestro espíritu. Son estos los niveles diferentes de nuestra salud integral.

El alma o sique, con su corporeidad, es herencia de nuestros padres biológicos. El espíritu (creado e infundido en nuestro sicosoma en el momento de nuestra concepción) es herencia genética de nuestro Padre celestial. Jesucristo, nuestro hermano y médico divino, enseña y promueve el cuidado de la salud desde la búsqueda de la sanación interior del ser humano; puesto que aplica la medicina sicoespiritual (constitutiva-consciencial), no sólo la de nuestra condición animal o sicosomática.

Por tanto, las enfermedades del cuerpo, las muchas heridas del alma, hay que sanarlas desde la capacidad espiritual que Dios nos da para curarnos, con la colaboración de nuestra libre participación en ese cambio saludable. Son varias las expresiones de esta universal terapia espiritual (syneidoterapia, logoterapia), que lamentablemente no han sido bien investigadas y desarrolladas aún en las escuelas de medicina de nuestras universidades.

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