Karla Cobos y Betsy Paredes.

XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

Ha pasado cerca de una semana de aquel 12 de octubre del 2019, día que quedará grabado en la retina de todos los ecuatorianos, por haber sido la jornada más violenta y trágica que se vivió dentro de las manifestaciones que tuvieron paralizado al país por cerca de 15 días, al inicio protagonizadas por los gremios del transporte, cuando no defendiendo sus mezquinos interés; secundada luego por aquel indomable movimiento indígena, gestor de loables rebeliones y cambios en la estructura política ecuatoriana, especialmente desde finales del siglo pasado, en que ante la perplejidad de los ecuatorianos, se pronunciaron con su primer levantamiento contemporáneo, corría la década de los 90.

La sociedad ecuatoriana sintonizo con la protesta justa encabezada por los indígenas, hay que reconocer que este grupo social, siempre ha velado por los intereses colectivos de todos y eso es digno de aplaudir, pero también en esta cruzada por echar para atrás un decreto firmado por el Presidente de la República, en el que entre otros se eliminaba el subsidio al diesel y la gasolina extra; se pudo visualizar que entre estas voces protestantes se inmiscuyeron grupos o personas externas a ellos, que de manera sistemática e inteligente fueron empujando para que empiece a emerger una ola de violencia y caos nunca antes visto, los saqueos en diversas ciudades del país, mostraban bandas delincuenciales organizadas para irrumpir en la propiedad y bienes ajenos, mismos que pudieron ser controlados por las fuerzas del orden, que garantizaron poner un alto a estos actos vandálicos.

Pero lo que llamo mucho la atención es que esto no era común en las protestas de los indígenas, si alguna vez existieron tomas de instituciones fueron pacíficas y sin dañar los bienes públicos; nunca antes la hermosa capital quedó con su centro histórico y alrededores, parcialmente destruidos, nunca se vio odio y sed de venganza al protestar, siempre se alzó la voz por justicia y equidad.

Los que protestaron fueron millares, es verdad, pero también existimos millones que sin respaldar una postura, protestamos para que haya paz, trabajo y bienestar.

[email protected]

XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

Ha pasado cerca de una semana de aquel 12 de octubre del 2019, día que quedará grabado en la retina de todos los ecuatorianos, por haber sido la jornada más violenta y trágica que se vivió dentro de las manifestaciones que tuvieron paralizado al país por cerca de 15 días, al inicio protagonizadas por los gremios del transporte, cuando no defendiendo sus mezquinos interés; secundada luego por aquel indomable movimiento indígena, gestor de loables rebeliones y cambios en la estructura política ecuatoriana, especialmente desde finales del siglo pasado, en que ante la perplejidad de los ecuatorianos, se pronunciaron con su primer levantamiento contemporáneo, corría la década de los 90.

La sociedad ecuatoriana sintonizo con la protesta justa encabezada por los indígenas, hay que reconocer que este grupo social, siempre ha velado por los intereses colectivos de todos y eso es digno de aplaudir, pero también en esta cruzada por echar para atrás un decreto firmado por el Presidente de la República, en el que entre otros se eliminaba el subsidio al diesel y la gasolina extra; se pudo visualizar que entre estas voces protestantes se inmiscuyeron grupos o personas externas a ellos, que de manera sistemática e inteligente fueron empujando para que empiece a emerger una ola de violencia y caos nunca antes visto, los saqueos en diversas ciudades del país, mostraban bandas delincuenciales organizadas para irrumpir en la propiedad y bienes ajenos, mismos que pudieron ser controlados por las fuerzas del orden, que garantizaron poner un alto a estos actos vandálicos.

Pero lo que llamo mucho la atención es que esto no era común en las protestas de los indígenas, si alguna vez existieron tomas de instituciones fueron pacíficas y sin dañar los bienes públicos; nunca antes la hermosa capital quedó con su centro histórico y alrededores, parcialmente destruidos, nunca se vio odio y sed de venganza al protestar, siempre se alzó la voz por justicia y equidad.

Los que protestaron fueron millares, es verdad, pero también existimos millones que sin respaldar una postura, protestamos para que haya paz, trabajo y bienestar.

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XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

Ha pasado cerca de una semana de aquel 12 de octubre del 2019, día que quedará grabado en la retina de todos los ecuatorianos, por haber sido la jornada más violenta y trágica que se vivió dentro de las manifestaciones que tuvieron paralizado al país por cerca de 15 días, al inicio protagonizadas por los gremios del transporte, cuando no defendiendo sus mezquinos interés; secundada luego por aquel indomable movimiento indígena, gestor de loables rebeliones y cambios en la estructura política ecuatoriana, especialmente desde finales del siglo pasado, en que ante la perplejidad de los ecuatorianos, se pronunciaron con su primer levantamiento contemporáneo, corría la década de los 90.

La sociedad ecuatoriana sintonizo con la protesta justa encabezada por los indígenas, hay que reconocer que este grupo social, siempre ha velado por los intereses colectivos de todos y eso es digno de aplaudir, pero también en esta cruzada por echar para atrás un decreto firmado por el Presidente de la República, en el que entre otros se eliminaba el subsidio al diesel y la gasolina extra; se pudo visualizar que entre estas voces protestantes se inmiscuyeron grupos o personas externas a ellos, que de manera sistemática e inteligente fueron empujando para que empiece a emerger una ola de violencia y caos nunca antes visto, los saqueos en diversas ciudades del país, mostraban bandas delincuenciales organizadas para irrumpir en la propiedad y bienes ajenos, mismos que pudieron ser controlados por las fuerzas del orden, que garantizaron poner un alto a estos actos vandálicos.

Pero lo que llamo mucho la atención es que esto no era común en las protestas de los indígenas, si alguna vez existieron tomas de instituciones fueron pacíficas y sin dañar los bienes públicos; nunca antes la hermosa capital quedó con su centro histórico y alrededores, parcialmente destruidos, nunca se vio odio y sed de venganza al protestar, siempre se alzó la voz por justicia y equidad.

Los que protestaron fueron millares, es verdad, pero también existimos millones que sin respaldar una postura, protestamos para que haya paz, trabajo y bienestar.

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XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

Ha pasado cerca de una semana de aquel 12 de octubre del 2019, día que quedará grabado en la retina de todos los ecuatorianos, por haber sido la jornada más violenta y trágica que se vivió dentro de las manifestaciones que tuvieron paralizado al país por cerca de 15 días, al inicio protagonizadas por los gremios del transporte, cuando no defendiendo sus mezquinos interés; secundada luego por aquel indomable movimiento indígena, gestor de loables rebeliones y cambios en la estructura política ecuatoriana, especialmente desde finales del siglo pasado, en que ante la perplejidad de los ecuatorianos, se pronunciaron con su primer levantamiento contemporáneo, corría la década de los 90.

La sociedad ecuatoriana sintonizo con la protesta justa encabezada por los indígenas, hay que reconocer que este grupo social, siempre ha velado por los intereses colectivos de todos y eso es digno de aplaudir, pero también en esta cruzada por echar para atrás un decreto firmado por el Presidente de la República, en el que entre otros se eliminaba el subsidio al diesel y la gasolina extra; se pudo visualizar que entre estas voces protestantes se inmiscuyeron grupos o personas externas a ellos, que de manera sistemática e inteligente fueron empujando para que empiece a emerger una ola de violencia y caos nunca antes visto, los saqueos en diversas ciudades del país, mostraban bandas delincuenciales organizadas para irrumpir en la propiedad y bienes ajenos, mismos que pudieron ser controlados por las fuerzas del orden, que garantizaron poner un alto a estos actos vandálicos.

Pero lo que llamo mucho la atención es que esto no era común en las protestas de los indígenas, si alguna vez existieron tomas de instituciones fueron pacíficas y sin dañar los bienes públicos; nunca antes la hermosa capital quedó con su centro histórico y alrededores, parcialmente destruidos, nunca se vio odio y sed de venganza al protestar, siempre se alzó la voz por justicia y equidad.

Los que protestaron fueron millares, es verdad, pero también existimos millones que sin respaldar una postura, protestamos para que haya paz, trabajo y bienestar.

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