Pírrico triunfo provisional

Manuel Castro M.

“Pírrico” dícese “del triunfo obtenido con más daños del vencedor que del vencido”. El levantamiento indígena que casi desestabiliza la democracia y “tumba” al presidente Moreno, fue festejado con baile y jolgorio por los “hermanos indígenas“( hipócrita término que utilizan quienes los han explotado y humillado durante cuatrocientos años, primero por los españoles y luego por los mestizos, que somos todos), cuando ni económica ni socialmente obtuvieron nada, sino el reclamo por los daños a Quito (desde el Metro hasta el Centro Histórico), que durante doce días produjeron pérdidas de miles de millones de dólares, daños severos a los pozos petroleros, saqueos a humildes negocios particulares.

Como afirmó Salvador Quishpe al movimiento indígena se “montaron” las huestes violentas del correísmo, seguramente convenida de antemano con algunos dirigentes indígenas. Estas huestes perseguían dos fines: derrocar a su traidor propio: el presidente Moreno; y destruir las pruebas que terminarían con sentencias penales contra Correa. Pruebas: la destrucción del edificio de la Contraloría, el intento de tomar el Palacio Legislativo, el ataque al fuerte militar La Balbina, toma de Gobernaciones y la preparada violencia en todo el país. Todo ello con aportes en dinero, preparación estratégica bélica, e intentona de que haya una “masacre” que levante e indigne a todo el país.

En un acto de valor y razonabilidad el presidente Moreno derogó el Decreto 883, detuvo la violencia, terminó el paro y así retornó una paz provisional. E indudablemente, aunque tarde, verificó que los organismos de inteligencia no funcionaban. Hoy se le achaca que es inoportuno haber cambiado las jefaturas de las Fuerzas Armadas, cuando ayer se le criticó porque se había demorado en expedir las medidas económicas. Gobernar es decidir con la ley, es lo que ha hecho Moreno.

Exigir una crítica imparcial es un engaño, pues las opiniones imparciales carecen de todo valor, pues como afirma Oscar Wilde: “El hombre que ve ambos lados de una cuestión no ve absolutamente nada”. Hay que ver el lado que interesa al Ecuador.

[email protected]

Manuel Castro M.

“Pírrico” dícese “del triunfo obtenido con más daños del vencedor que del vencido”. El levantamiento indígena que casi desestabiliza la democracia y “tumba” al presidente Moreno, fue festejado con baile y jolgorio por los “hermanos indígenas“( hipócrita término que utilizan quienes los han explotado y humillado durante cuatrocientos años, primero por los españoles y luego por los mestizos, que somos todos), cuando ni económica ni socialmente obtuvieron nada, sino el reclamo por los daños a Quito (desde el Metro hasta el Centro Histórico), que durante doce días produjeron pérdidas de miles de millones de dólares, daños severos a los pozos petroleros, saqueos a humildes negocios particulares.

Como afirmó Salvador Quishpe al movimiento indígena se “montaron” las huestes violentas del correísmo, seguramente convenida de antemano con algunos dirigentes indígenas. Estas huestes perseguían dos fines: derrocar a su traidor propio: el presidente Moreno; y destruir las pruebas que terminarían con sentencias penales contra Correa. Pruebas: la destrucción del edificio de la Contraloría, el intento de tomar el Palacio Legislativo, el ataque al fuerte militar La Balbina, toma de Gobernaciones y la preparada violencia en todo el país. Todo ello con aportes en dinero, preparación estratégica bélica, e intentona de que haya una “masacre” que levante e indigne a todo el país.

En un acto de valor y razonabilidad el presidente Moreno derogó el Decreto 883, detuvo la violencia, terminó el paro y así retornó una paz provisional. E indudablemente, aunque tarde, verificó que los organismos de inteligencia no funcionaban. Hoy se le achaca que es inoportuno haber cambiado las jefaturas de las Fuerzas Armadas, cuando ayer se le criticó porque se había demorado en expedir las medidas económicas. Gobernar es decidir con la ley, es lo que ha hecho Moreno.

Exigir una crítica imparcial es un engaño, pues las opiniones imparciales carecen de todo valor, pues como afirma Oscar Wilde: “El hombre que ve ambos lados de una cuestión no ve absolutamente nada”. Hay que ver el lado que interesa al Ecuador.

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Manuel Castro M.

“Pírrico” dícese “del triunfo obtenido con más daños del vencedor que del vencido”. El levantamiento indígena que casi desestabiliza la democracia y “tumba” al presidente Moreno, fue festejado con baile y jolgorio por los “hermanos indígenas“( hipócrita término que utilizan quienes los han explotado y humillado durante cuatrocientos años, primero por los españoles y luego por los mestizos, que somos todos), cuando ni económica ni socialmente obtuvieron nada, sino el reclamo por los daños a Quito (desde el Metro hasta el Centro Histórico), que durante doce días produjeron pérdidas de miles de millones de dólares, daños severos a los pozos petroleros, saqueos a humildes negocios particulares.

Como afirmó Salvador Quishpe al movimiento indígena se “montaron” las huestes violentas del correísmo, seguramente convenida de antemano con algunos dirigentes indígenas. Estas huestes perseguían dos fines: derrocar a su traidor propio: el presidente Moreno; y destruir las pruebas que terminarían con sentencias penales contra Correa. Pruebas: la destrucción del edificio de la Contraloría, el intento de tomar el Palacio Legislativo, el ataque al fuerte militar La Balbina, toma de Gobernaciones y la preparada violencia en todo el país. Todo ello con aportes en dinero, preparación estratégica bélica, e intentona de que haya una “masacre” que levante e indigne a todo el país.

En un acto de valor y razonabilidad el presidente Moreno derogó el Decreto 883, detuvo la violencia, terminó el paro y así retornó una paz provisional. E indudablemente, aunque tarde, verificó que los organismos de inteligencia no funcionaban. Hoy se le achaca que es inoportuno haber cambiado las jefaturas de las Fuerzas Armadas, cuando ayer se le criticó porque se había demorado en expedir las medidas económicas. Gobernar es decidir con la ley, es lo que ha hecho Moreno.

Exigir una crítica imparcial es un engaño, pues las opiniones imparciales carecen de todo valor, pues como afirma Oscar Wilde: “El hombre que ve ambos lados de una cuestión no ve absolutamente nada”. Hay que ver el lado que interesa al Ecuador.

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Manuel Castro M.

“Pírrico” dícese “del triunfo obtenido con más daños del vencedor que del vencido”. El levantamiento indígena que casi desestabiliza la democracia y “tumba” al presidente Moreno, fue festejado con baile y jolgorio por los “hermanos indígenas“( hipócrita término que utilizan quienes los han explotado y humillado durante cuatrocientos años, primero por los españoles y luego por los mestizos, que somos todos), cuando ni económica ni socialmente obtuvieron nada, sino el reclamo por los daños a Quito (desde el Metro hasta el Centro Histórico), que durante doce días produjeron pérdidas de miles de millones de dólares, daños severos a los pozos petroleros, saqueos a humildes negocios particulares.

Como afirmó Salvador Quishpe al movimiento indígena se “montaron” las huestes violentas del correísmo, seguramente convenida de antemano con algunos dirigentes indígenas. Estas huestes perseguían dos fines: derrocar a su traidor propio: el presidente Moreno; y destruir las pruebas que terminarían con sentencias penales contra Correa. Pruebas: la destrucción del edificio de la Contraloría, el intento de tomar el Palacio Legislativo, el ataque al fuerte militar La Balbina, toma de Gobernaciones y la preparada violencia en todo el país. Todo ello con aportes en dinero, preparación estratégica bélica, e intentona de que haya una “masacre” que levante e indigne a todo el país.

En un acto de valor y razonabilidad el presidente Moreno derogó el Decreto 883, detuvo la violencia, terminó el paro y así retornó una paz provisional. E indudablemente, aunque tarde, verificó que los organismos de inteligencia no funcionaban. Hoy se le achaca que es inoportuno haber cambiado las jefaturas de las Fuerzas Armadas, cuando ayer se le criticó porque se había demorado en expedir las medidas económicas. Gobernar es decidir con la ley, es lo que ha hecho Moreno.

Exigir una crítica imparcial es un engaño, pues las opiniones imparciales carecen de todo valor, pues como afirma Oscar Wilde: “El hombre que ve ambos lados de una cuestión no ve absolutamente nada”. Hay que ver el lado que interesa al Ecuador.

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