Salgan del clóset ideológico

Manuel Castro M.

Con visos revolucionarios ciertos dirigentes políticos no admiten abiertamente que son marxistas, por temor electoral y porque históricamente es conocido el fracaso de los regímenes que han aplicado el marxismo, desde luego alejados del sistema democrático. También dentro del clóset ideológico están dirigentes que no se percatan de ello, por desconocimiento o por oportunismo, así como intelectuales que por parecer “progres” se declaran socialistas.

El marxismo es la ideología de la mayor parte del comunismo y de algunos sectores del socialismo. Es el conjunto del interpretaciones teóricas y de realizaciones prácticas que se inspiran en el pensamiento de Karl Marx (1818-1883), quien en su obra fundamental ‘El Capital’, realiza una crítica demoledora a la economía capitalista considerando a ésta como obstáculo para la realización del hombre total y libre ( la propiedad privada es un robo, lucha de clases, etc.).

Como consecuencia Marx estima necesario un “Gobierno de la clase obrera”. Con muchas variantes históricas y filosóficas se aplicó en el siglo XX el marxismo en la Unión Soviética y satélites, en Cuba, en China (hoy con capitalismo de Estado, que ya no es marxismo, pues éste es anticapitalista) con un total fracaso, que concluyó en 1990.

Para recuperarse de aquel ocaso del marxismo, creado hace casi dos siglos, sus fanáticos en 1990 crearon el Foro de Sao Paulo (Castro, Lula) para establecer un plan de recuperación del poder total para regímenes anticapitalistas, marxistas y permanentes, mediante el voto popular, pues el diagnóstico indiscutible es que subsisten aún la desigualdad social, la miseria en los países capitalistas, cuya democracias -afirman- han fracasado.

Mas resulta que bajo denominaciones como Socialismo del Siglo XXI sus resultados económicos y sociales han sido un rotundo desastre, evidente en Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia (con un gobierno autoritario e inconstitucional).

Los marxistas deben salir del clóset ideológico, hablar claro, y no utilizar el sistema democrático para apoderarse del poder e imponer sus envejecidas ideas.

[email protected]

Manuel Castro M.

Con visos revolucionarios ciertos dirigentes políticos no admiten abiertamente que son marxistas, por temor electoral y porque históricamente es conocido el fracaso de los regímenes que han aplicado el marxismo, desde luego alejados del sistema democrático. También dentro del clóset ideológico están dirigentes que no se percatan de ello, por desconocimiento o por oportunismo, así como intelectuales que por parecer “progres” se declaran socialistas.

El marxismo es la ideología de la mayor parte del comunismo y de algunos sectores del socialismo. Es el conjunto del interpretaciones teóricas y de realizaciones prácticas que se inspiran en el pensamiento de Karl Marx (1818-1883), quien en su obra fundamental ‘El Capital’, realiza una crítica demoledora a la economía capitalista considerando a ésta como obstáculo para la realización del hombre total y libre ( la propiedad privada es un robo, lucha de clases, etc.).

Como consecuencia Marx estima necesario un “Gobierno de la clase obrera”. Con muchas variantes históricas y filosóficas se aplicó en el siglo XX el marxismo en la Unión Soviética y satélites, en Cuba, en China (hoy con capitalismo de Estado, que ya no es marxismo, pues éste es anticapitalista) con un total fracaso, que concluyó en 1990.

Para recuperarse de aquel ocaso del marxismo, creado hace casi dos siglos, sus fanáticos en 1990 crearon el Foro de Sao Paulo (Castro, Lula) para establecer un plan de recuperación del poder total para regímenes anticapitalistas, marxistas y permanentes, mediante el voto popular, pues el diagnóstico indiscutible es que subsisten aún la desigualdad social, la miseria en los países capitalistas, cuya democracias -afirman- han fracasado.

Mas resulta que bajo denominaciones como Socialismo del Siglo XXI sus resultados económicos y sociales han sido un rotundo desastre, evidente en Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia (con un gobierno autoritario e inconstitucional).

Los marxistas deben salir del clóset ideológico, hablar claro, y no utilizar el sistema democrático para apoderarse del poder e imponer sus envejecidas ideas.

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Manuel Castro M.

Con visos revolucionarios ciertos dirigentes políticos no admiten abiertamente que son marxistas, por temor electoral y porque históricamente es conocido el fracaso de los regímenes que han aplicado el marxismo, desde luego alejados del sistema democrático. También dentro del clóset ideológico están dirigentes que no se percatan de ello, por desconocimiento o por oportunismo, así como intelectuales que por parecer “progres” se declaran socialistas.

El marxismo es la ideología de la mayor parte del comunismo y de algunos sectores del socialismo. Es el conjunto del interpretaciones teóricas y de realizaciones prácticas que se inspiran en el pensamiento de Karl Marx (1818-1883), quien en su obra fundamental ‘El Capital’, realiza una crítica demoledora a la economía capitalista considerando a ésta como obstáculo para la realización del hombre total y libre ( la propiedad privada es un robo, lucha de clases, etc.).

Como consecuencia Marx estima necesario un “Gobierno de la clase obrera”. Con muchas variantes históricas y filosóficas se aplicó en el siglo XX el marxismo en la Unión Soviética y satélites, en Cuba, en China (hoy con capitalismo de Estado, que ya no es marxismo, pues éste es anticapitalista) con un total fracaso, que concluyó en 1990.

Para recuperarse de aquel ocaso del marxismo, creado hace casi dos siglos, sus fanáticos en 1990 crearon el Foro de Sao Paulo (Castro, Lula) para establecer un plan de recuperación del poder total para regímenes anticapitalistas, marxistas y permanentes, mediante el voto popular, pues el diagnóstico indiscutible es que subsisten aún la desigualdad social, la miseria en los países capitalistas, cuya democracias -afirman- han fracasado.

Mas resulta que bajo denominaciones como Socialismo del Siglo XXI sus resultados económicos y sociales han sido un rotundo desastre, evidente en Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia (con un gobierno autoritario e inconstitucional).

Los marxistas deben salir del clóset ideológico, hablar claro, y no utilizar el sistema democrático para apoderarse del poder e imponer sus envejecidas ideas.

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Manuel Castro M.

Con visos revolucionarios ciertos dirigentes políticos no admiten abiertamente que son marxistas, por temor electoral y porque históricamente es conocido el fracaso de los regímenes que han aplicado el marxismo, desde luego alejados del sistema democrático. También dentro del clóset ideológico están dirigentes que no se percatan de ello, por desconocimiento o por oportunismo, así como intelectuales que por parecer “progres” se declaran socialistas.

El marxismo es la ideología de la mayor parte del comunismo y de algunos sectores del socialismo. Es el conjunto del interpretaciones teóricas y de realizaciones prácticas que se inspiran en el pensamiento de Karl Marx (1818-1883), quien en su obra fundamental ‘El Capital’, realiza una crítica demoledora a la economía capitalista considerando a ésta como obstáculo para la realización del hombre total y libre ( la propiedad privada es un robo, lucha de clases, etc.).

Como consecuencia Marx estima necesario un “Gobierno de la clase obrera”. Con muchas variantes históricas y filosóficas se aplicó en el siglo XX el marxismo en la Unión Soviética y satélites, en Cuba, en China (hoy con capitalismo de Estado, que ya no es marxismo, pues éste es anticapitalista) con un total fracaso, que concluyó en 1990.

Para recuperarse de aquel ocaso del marxismo, creado hace casi dos siglos, sus fanáticos en 1990 crearon el Foro de Sao Paulo (Castro, Lula) para establecer un plan de recuperación del poder total para regímenes anticapitalistas, marxistas y permanentes, mediante el voto popular, pues el diagnóstico indiscutible es que subsisten aún la desigualdad social, la miseria en los países capitalistas, cuya democracias -afirman- han fracasado.

Mas resulta que bajo denominaciones como Socialismo del Siglo XXI sus resultados económicos y sociales han sido un rotundo desastre, evidente en Venezuela, Nicaragua, Argentina, Bolivia (con un gobierno autoritario e inconstitucional).

Los marxistas deben salir del clóset ideológico, hablar claro, y no utilizar el sistema democrático para apoderarse del poder e imponer sus envejecidas ideas.

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