Encrucijada

Mariana Velasco

Ecuador necesita transparencia, institucionalidad y más democracia para salir de la encrucijada. El país acaba de cumplir diez años de déficit fiscales consecutivos en el Presupuesto General del Estado. Estimaciones calculan que para el 2020 el país va a necesitar 10 mil millones de dólares. ¿Es viable para el Ecuador?

Los medios públicos recogen la información del Ministerio de Economía, donde se transparentan cifras al 2018. Ecuador pierde al año $ 212 millones por el contrabando de 114’603 galones de combustible. Hasta al más despistado e indiferente debe preocuparle que nuestra economía está en terapia intensiva, con pronóstico reservado.

Estamos acorralados y para salir del laberinto, hay que reconocer que nuestro sector público está lleno de corrupción, despilfarro, clientelismo y muchos otros vicios más. Está claro que la reducción del gasto público debe ser drástico, sin considerar como medida única. Se requieren de opciones viables de todos los ecuatorianos para armar el rompecabezas de la economía.

La crisis es resultado de una economía estancada y sujeta a severo ajuste fiscal. Los déficits se presentaron siempre y fueron manejables, aunque en el gobierno anterior se salieron de control. Al ser un país exportador de petróleo, la población se acostumbró a contar con precios bajos para la gasolina. El Decreto 883 era una de las alternativas y ya es historia.

Nuestra realidad social y sistema político requieren reconocer que esta clase media se encuentra sobrecargada de impuestos y que no cree recibir servicios públicos correspondientes a lo que paga por ellos. El diálogo nacional, después de dos años, debe dar frutos y frenar a quienes, con cálculos electorales, se oponen a la adopción y aprobación de nuevas medidas y tributos. ¡No más trucos!

[email protected]

Mariana Velasco

Ecuador necesita transparencia, institucionalidad y más democracia para salir de la encrucijada. El país acaba de cumplir diez años de déficit fiscales consecutivos en el Presupuesto General del Estado. Estimaciones calculan que para el 2020 el país va a necesitar 10 mil millones de dólares. ¿Es viable para el Ecuador?

Los medios públicos recogen la información del Ministerio de Economía, donde se transparentan cifras al 2018. Ecuador pierde al año $ 212 millones por el contrabando de 114’603 galones de combustible. Hasta al más despistado e indiferente debe preocuparle que nuestra economía está en terapia intensiva, con pronóstico reservado.

Estamos acorralados y para salir del laberinto, hay que reconocer que nuestro sector público está lleno de corrupción, despilfarro, clientelismo y muchos otros vicios más. Está claro que la reducción del gasto público debe ser drástico, sin considerar como medida única. Se requieren de opciones viables de todos los ecuatorianos para armar el rompecabezas de la economía.

La crisis es resultado de una economía estancada y sujeta a severo ajuste fiscal. Los déficits se presentaron siempre y fueron manejables, aunque en el gobierno anterior se salieron de control. Al ser un país exportador de petróleo, la población se acostumbró a contar con precios bajos para la gasolina. El Decreto 883 era una de las alternativas y ya es historia.

Nuestra realidad social y sistema político requieren reconocer que esta clase media se encuentra sobrecargada de impuestos y que no cree recibir servicios públicos correspondientes a lo que paga por ellos. El diálogo nacional, después de dos años, debe dar frutos y frenar a quienes, con cálculos electorales, se oponen a la adopción y aprobación de nuevas medidas y tributos. ¡No más trucos!

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Los medios públicos recogen la información del Ministerio de Economía, donde se transparentan cifras al 2018. Ecuador pierde al año $ 212 millones por el contrabando de 114’603 galones de combustible. Hasta al más despistado e indiferente debe preocuparle que nuestra economía está en terapia intensiva, con pronóstico reservado.

Estamos acorralados y para salir del laberinto, hay que reconocer que nuestro sector público está lleno de corrupción, despilfarro, clientelismo y muchos otros vicios más. Está claro que la reducción del gasto público debe ser drástico, sin considerar como medida única. Se requieren de opciones viables de todos los ecuatorianos para armar el rompecabezas de la economía.

La crisis es resultado de una economía estancada y sujeta a severo ajuste fiscal. Los déficits se presentaron siempre y fueron manejables, aunque en el gobierno anterior se salieron de control. Al ser un país exportador de petróleo, la población se acostumbró a contar con precios bajos para la gasolina. El Decreto 883 era una de las alternativas y ya es historia.

Nuestra realidad social y sistema político requieren reconocer que esta clase media se encuentra sobrecargada de impuestos y que no cree recibir servicios públicos correspondientes a lo que paga por ellos. El diálogo nacional, después de dos años, debe dar frutos y frenar a quienes, con cálculos electorales, se oponen a la adopción y aprobación de nuevas medidas y tributos. ¡No más trucos!

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Ecuador necesita transparencia, institucionalidad y más democracia para salir de la encrucijada. El país acaba de cumplir diez años de déficit fiscales consecutivos en el Presupuesto General del Estado. Estimaciones calculan que para el 2020 el país va a necesitar 10 mil millones de dólares. ¿Es viable para el Ecuador?

Los medios públicos recogen la información del Ministerio de Economía, donde se transparentan cifras al 2018. Ecuador pierde al año $ 212 millones por el contrabando de 114’603 galones de combustible. Hasta al más despistado e indiferente debe preocuparle que nuestra economía está en terapia intensiva, con pronóstico reservado.

Estamos acorralados y para salir del laberinto, hay que reconocer que nuestro sector público está lleno de corrupción, despilfarro, clientelismo y muchos otros vicios más. Está claro que la reducción del gasto público debe ser drástico, sin considerar como medida única. Se requieren de opciones viables de todos los ecuatorianos para armar el rompecabezas de la economía.

La crisis es resultado de una economía estancada y sujeta a severo ajuste fiscal. Los déficits se presentaron siempre y fueron manejables, aunque en el gobierno anterior se salieron de control. Al ser un país exportador de petróleo, la población se acostumbró a contar con precios bajos para la gasolina. El Decreto 883 era una de las alternativas y ya es historia.

Nuestra realidad social y sistema político requieren reconocer que esta clase media se encuentra sobrecargada de impuestos y que no cree recibir servicios públicos correspondientes a lo que paga por ellos. El diálogo nacional, después de dos años, debe dar frutos y frenar a quienes, con cálculos electorales, se oponen a la adopción y aprobación de nuevas medidas y tributos. ¡No más trucos!

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