Las crisis nuestras de cada día

Rosalía Arteaga Serrano

La grave situación que recorre los países de América Latina, nos obliga a parafrasear la oración que nos acostumbramos a repetir desde la escuela. Ese pan nuestro que ahora aparece como la crisis nuestra, y que se presenta repetitivamente en buena parte de los países del continente.

Las razones son similares, las que desatan las crisis, y tienen que ver con el descontento de la gente frente a la situación económica, a las desigualdades, a la desesperanza; y ya vemos que pueden ser los gobiernos de derecha o de izquierda los cuestionados.

Otro ingrediente bastante común, es la decisión de los gobernantes de perennizarse en el poder, de pensar que pueden quedarse eternamente, desdiciendo el principio democrático de la alternabilidad, que es consustancial a este sistema de gobierno y que pretende frecuentemente ser evadido.

Además, hay un nuevo ingrediente que hace que las protestas se enciendan y rieguen de una manera vertiginosa, y es el cada vez creciente y generalizado uso de las redes sociales, que muchas veces tergiversan la verdad o alientan la salida a las calles, sobre todo de los más jóvenes.

No hago un análisis aquí de cada caso, que evidentemente tienen connotaciones diferentes, más bien he preferido buscar los ingredientes comunes que subyacen detrás de las protestas y hasta de la caída de gobiernos, tal como está ocurriendo en estos mismos momentos en el hermano país de Bolivia.

¿Hasta cuándo seguirá este vendaval? Qué es lo que quedará después de que los vientos dejen de soplar? Una América Latina más unida? Más democracia? O más caos, como lo que ocurrió después de la famosa primavera árabe.

Hablaremos algunas vez del otoño latinoamericano? Habrá que verlo y que vivirlo, con la esperanza de que estos nuevos vientos traigan paz y más equitativas alternativas para nuestro diverso y rico continente.

[email protected]

Rosalía Arteaga Serrano

La grave situación que recorre los países de América Latina, nos obliga a parafrasear la oración que nos acostumbramos a repetir desde la escuela. Ese pan nuestro que ahora aparece como la crisis nuestra, y que se presenta repetitivamente en buena parte de los países del continente.

Las razones son similares, las que desatan las crisis, y tienen que ver con el descontento de la gente frente a la situación económica, a las desigualdades, a la desesperanza; y ya vemos que pueden ser los gobiernos de derecha o de izquierda los cuestionados.

Otro ingrediente bastante común, es la decisión de los gobernantes de perennizarse en el poder, de pensar que pueden quedarse eternamente, desdiciendo el principio democrático de la alternabilidad, que es consustancial a este sistema de gobierno y que pretende frecuentemente ser evadido.

Además, hay un nuevo ingrediente que hace que las protestas se enciendan y rieguen de una manera vertiginosa, y es el cada vez creciente y generalizado uso de las redes sociales, que muchas veces tergiversan la verdad o alientan la salida a las calles, sobre todo de los más jóvenes.

No hago un análisis aquí de cada caso, que evidentemente tienen connotaciones diferentes, más bien he preferido buscar los ingredientes comunes que subyacen detrás de las protestas y hasta de la caída de gobiernos, tal como está ocurriendo en estos mismos momentos en el hermano país de Bolivia.

¿Hasta cuándo seguirá este vendaval? Qué es lo que quedará después de que los vientos dejen de soplar? Una América Latina más unida? Más democracia? O más caos, como lo que ocurrió después de la famosa primavera árabe.

Hablaremos algunas vez del otoño latinoamericano? Habrá que verlo y que vivirlo, con la esperanza de que estos nuevos vientos traigan paz y más equitativas alternativas para nuestro diverso y rico continente.

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Rosalía Arteaga Serrano

La grave situación que recorre los países de América Latina, nos obliga a parafrasear la oración que nos acostumbramos a repetir desde la escuela. Ese pan nuestro que ahora aparece como la crisis nuestra, y que se presenta repetitivamente en buena parte de los países del continente.

Las razones son similares, las que desatan las crisis, y tienen que ver con el descontento de la gente frente a la situación económica, a las desigualdades, a la desesperanza; y ya vemos que pueden ser los gobiernos de derecha o de izquierda los cuestionados.

Otro ingrediente bastante común, es la decisión de los gobernantes de perennizarse en el poder, de pensar que pueden quedarse eternamente, desdiciendo el principio democrático de la alternabilidad, que es consustancial a este sistema de gobierno y que pretende frecuentemente ser evadido.

Además, hay un nuevo ingrediente que hace que las protestas se enciendan y rieguen de una manera vertiginosa, y es el cada vez creciente y generalizado uso de las redes sociales, que muchas veces tergiversan la verdad o alientan la salida a las calles, sobre todo de los más jóvenes.

No hago un análisis aquí de cada caso, que evidentemente tienen connotaciones diferentes, más bien he preferido buscar los ingredientes comunes que subyacen detrás de las protestas y hasta de la caída de gobiernos, tal como está ocurriendo en estos mismos momentos en el hermano país de Bolivia.

¿Hasta cuándo seguirá este vendaval? Qué es lo que quedará después de que los vientos dejen de soplar? Una América Latina más unida? Más democracia? O más caos, como lo que ocurrió después de la famosa primavera árabe.

Hablaremos algunas vez del otoño latinoamericano? Habrá que verlo y que vivirlo, con la esperanza de que estos nuevos vientos traigan paz y más equitativas alternativas para nuestro diverso y rico continente.

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Rosalía Arteaga Serrano

La grave situación que recorre los países de América Latina, nos obliga a parafrasear la oración que nos acostumbramos a repetir desde la escuela. Ese pan nuestro que ahora aparece como la crisis nuestra, y que se presenta repetitivamente en buena parte de los países del continente.

Las razones son similares, las que desatan las crisis, y tienen que ver con el descontento de la gente frente a la situación económica, a las desigualdades, a la desesperanza; y ya vemos que pueden ser los gobiernos de derecha o de izquierda los cuestionados.

Otro ingrediente bastante común, es la decisión de los gobernantes de perennizarse en el poder, de pensar que pueden quedarse eternamente, desdiciendo el principio democrático de la alternabilidad, que es consustancial a este sistema de gobierno y que pretende frecuentemente ser evadido.

Además, hay un nuevo ingrediente que hace que las protestas se enciendan y rieguen de una manera vertiginosa, y es el cada vez creciente y generalizado uso de las redes sociales, que muchas veces tergiversan la verdad o alientan la salida a las calles, sobre todo de los más jóvenes.

No hago un análisis aquí de cada caso, que evidentemente tienen connotaciones diferentes, más bien he preferido buscar los ingredientes comunes que subyacen detrás de las protestas y hasta de la caída de gobiernos, tal como está ocurriendo en estos mismos momentos en el hermano país de Bolivia.

¿Hasta cuándo seguirá este vendaval? Qué es lo que quedará después de que los vientos dejen de soplar? Una América Latina más unida? Más democracia? O más caos, como lo que ocurrió después de la famosa primavera árabe.

Hablaremos algunas vez del otoño latinoamericano? Habrá que verlo y que vivirlo, con la esperanza de que estos nuevos vientos traigan paz y más equitativas alternativas para nuestro diverso y rico continente.

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