Carnaval colorado

JOSÉ AGUILAR REYES

Esta hermosa tierra colorada, que eligieron nuestros colonos para erigir sus vidas y nosotros posteriormente, en diferentes oleadas culturales, decidirnos quedarnos a sembrar nuestras esperanzas, transformándola en tierra de ensueños y realizaciones; hoy, se erige en cuna multifacética de diferentes expresiones, definiendo en cada una de ellas, su sello característico que nos enorgullece y fortalece.

Una arista de esta nueva expresión cultural son los carnavales que, en nuestra ciudad, ha tenido históricamente diferentes formas de evidenciarse: los hermanos provenientes de la costa, a jugar con agua, asaltando abruptamente los hogares de vecinos, amigos y familiares, para evacuar de cualquier forma, a sus ocupantes e inundarlos de agua y luego apaciguarse con un trago, música y la infaltable comida, uniendo en el fondo a los exaltados; mientras los serranos, más apacibles, acostumbrados a jugar con harina, espuma, chisguetes y agua en moderada actitud, culminaba igualmente en sendas fiestas donde las bebidas y las comidas eran sus sustentos, siendo más recordada, si sus elementos atractivos se prolongaban por más tiempo.

Pero fue a partir del año 1963, cuando el país era gobernado por una Junta Militar, presidida por el Contralmirante Ramón Castro Jijón, que se optó, bajo decreto, un cambio brusco de la forma de jugar el carnaval en el país, introduciendo el desfile de carros alegóricos y en lugar de arrojar agua, ahora se suplantaba con flores, guirnaldas y diademas, prácticas que se difundió en el país, asumiendo cada pueblo su propia forma de celebrar esta fiesta, que es notoria en los países donde la religión católica prevalece.

Nuestro carnaval ha sufrido igualmente cambios, perdiéndose progresivamente los distintivos de serranos y costeños, para tornarse en una identidad propia de esta tierra, donde las comparsas, aunque no muchas, asoman en las calles, envueltas en música, bailes y alboroto popular, invitando a los pocos ciudadanos que quedan en la ciudad a participar del momento e intercambiar espumas aromáticas y otras formas de regocijo popular, pues la mayoría esperan estos días para trasladarse con sus familias a las playas.

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