Magna trama delictiva

El asesinato del ciudadano israelí, Shy Dahan, el sábado 8 de agosto en la Penitenciaría de Guayaquil, es un giro inesperado en la trama que empezó el 1 de junio con el arresto de dos extranjeros con falsas credenciales de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA), en Salinas.

Los actores de la trama, entre acusados, sospechosos y aquellos que apuntan el dedo a donde pueden, incluyen al expresidente Abdalá Bucaram, a sus tres hijos, a los hospitales del IESS, a Daniel Salcedo accidentado en la avioneta del exministro Alfredo Adum, a agentes de la Agencia Metropolitana de Tránsito de Quito, a la escolta del exvicepresidente Sonnenholzner, a un vecino del edificio Yoo en el valle capitalino de Cumbayá, al australiano-israelí que sobrevivió el ataque en la cárcel, a jueces y fiscales.

Rondan incógnitas como el propio asesinato, en el cual un testigo clave en esta historia digna de un serial de Netflix, fue aniquilado mientras estaba bajo la tutela del Estado.

Como es costumbre, la ira de las redes sociales volcó contra la Ministra de Gobierno quien, a su vez, responsabilizó al juez ante la Judicatura.

Junto a los escándalos de corrupción que desfilan frente a la ciudadanía, que en las calles se bate entre el hambre, el dolor y la frustración, está el debate sobre la Justicia.

Y sobre las medidas sustitutivas a la prisión preventiva, la prolijidad con la que debe actuar la Fiscalía para evitar vicios y persecución, y todo un país que mira impávido cómo funcionarios y candidatos empiezan ahora, en plena pandemia del virus y la corrupción, a pasearse el país inaugurando obras en lugar de trabajar por esclarecer lo que, hace décadas, nadie quiere ver.

La lucha contra la corrupción debe intentar eliminar la avaricia y reemplazarla con un ‘qué puedo hacer’”.

A.P.J. Abdul Kalam (1931-2015) Científico espacial y político; India

Los jóvenes no se degeneran hasta que los de edad madura están embarrados de corrupción.”

Montesquieu (1689-1755) Filósofo y jurista; Francia