Aprenderán a leer

Si me equivoco, corríjanme sin piedad. En la polémica que se ha abierto por el documento de los obispos católicos en el cual piden al Presidente que vete determinados artículos del Código Orgánico de la Salud, la mayoría de quienes se han mostrado en contra de los prelados lo han hecho desde la defensa del estado laico en cuyas leyes no debe influir la religión.

Sin embargo, al leer el texto de los obispos se constata, sin ningún género de duda, que no apelan para nada a la religión, sino a otros argumentos, los mismos que pueden ser suscritos por personas de cualquier pensamiento, creyentes o no. Pareciera que los detractores no leyeron el documento y si lo hicieron no lo entendieron; pero es lícito sospechar que hay individuos que apenas constatan que el autor de una declaración es un cura, como ellos dicen, de inmediato caen en el prejuicio de que habrá usado argumentos religiosos.

Siguiendo esa extraña lógica habrían negado el sistema copernicano porque Copérnico era eclesiástico; se habrían opuesto a las leyes de la genética porque Mendel era monje y habrían arrojado a la basura la teoría del Big Bang porque su creador, Lemaître, era sacerdote.

La consecuente apelación al laicismo del Estado no tiene base alguna, pues los obispos tienen el mismo derecho que cualquier asociación legal de ciudadanos a expresar su opinión.

Por otro lado, caben dos aclaraciones, la primera de carácter conceptual: el laicismo del Estado no involucra necesariamente a la sociedad, esta es quien debe dirigir las leyes de acuerdo con las convicciones mayoritarias guiadas por la razón natural.

La segunda aclaración: el laicismo en el Ecuador, falsificado por lo demás, no fue escogido por el pueblo, sino impuesto a sangre y fuego, con ayuda extranjera, nadie puede defender la legitimidad democrática de la Constitución de 1906, cuyos miembros fueron en su mayoría elegidos con fraude, y así sucedió desde 1895 hasta 1944. Así que aprenderán a leer no solo los textos episcopales sino la Historia misma de este país de políticos (e intelectuales orgánicos) autoritarios.