Optimismo ante la pandemia

Hoy en día es muy complicado leer, escuchar y sentir optimismo, sin duda, el coronavirus nos ha quitado amigos, familiares, empleo, estabilidad y tranquilidad.

La angustia e incertidumbre son nuestros nuevos hermanos, no podemos negarlo, sin embargo, me he propuesto sacarle provecho a esta crisis mundial, no tengo las mismas oportunidades laborales que antes, es cierto, pero he aprovechado el “tiempo libre” para leer más, para ejercitarme y conectarme con la naturaleza, para estar cerca de mi hijo y poder acompañarle de cerca en su proceso de crecimiento.

No puedo negar tengo malos días, despierto pensando ¿Qué pasará mañana? ¿Cuándo terminará esto? ¿Cuánto tiempo más resistirá nuestra economía? ¿Cómo pueden nuestros gobernantes meter mano en la salud de los ecuatorianos? ¿Ni la pandemia nos libra de la corrupción? Pero lamentablemente son respuestas que no las tengo yo, y podremos aceptar o rechazar la realidad de cualquier forma los hechos no cambiarán.

Creo firmemente que después de la pandemia, detrás de las lágrimas y dolor, también podremos tener un balance final con aristas positivas; adultos mayores aprendiendo a conectarse con las nuevas tecnologías, niños que estudiaron en casa y padres que reconocieron el arduo trabajo de maestros, lo absurdo que es vivir para acumular dinero, y puedo continuar.

Todos hemos aprendido mucho y después de esta pesadilla todos despertaremos diferentes, nuevos y con mucho aprendizaje, con más coraje y menos miedo, ya bastante de este hemos tenido en los últimos meses, que el caos que hoy vivimos nos permita seguir aprendiendo, seguir reinventando, seguir adaptándonos, seguir aceptando con humildad el fracaso, como dice Michelle Poler, hay una pregunta que deberíamos hacernos todos ¿Qué es lo mejor que puede pasar, si lo peor pasa? Sin duda, después de la crisis consigamos ser más felices que antes.

Muchos nos quejábamos del tiempo que no teníamos y ahora que lo tenemos ¿qué estamos haciendo?

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